Lo que se esconde dentro del corazón

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Hace unos días atrás... en la mañana cuando Takeru selló su propio poder

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En el interior del pueblo de Hotaru, el día recién comenzaba... las personas comenzando a movilizarse hacia sus respectivos trabajos daba el movimiento y caos pertinente al propio pueblo.

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Sin embargo... existía un lugar en el que el caos era mayor.

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—"¡Condenada mocosa!" —Los fuertes gruñidos de cierto legendario pokémon comenzaron a resonar de un momento a otro cerca de "cierta" casa, a la par que las personas que caminaban a su alrededor no eran conscientes de aquello, debido a la propia contención que aquel pokémon ejerció alrededor de las paredes de la habitación en la que se encontraba con tal de poder "desahogarse" a gusto.

Dentro de la pieza, un encabronado Giratina únicamente estiraba una y otra vez las mejillas de una lamentada Akiko, a la par que este lo hacía gracias a dos pequeños brazos creados a partir de sus sombras.

—"¡¿Por qué tenías que tocar esas malditas cadenas?! ¡Te dije que no debías acercarte!" —Giratina seguía dando su deseado castigo, luego de que Akiko finalmente se despertara por completo.

—be-beeerdooon (Perdón) —Decía apenada y entre lamentos Akiko, a la par que pequeñas e infantiles lagrimitas apenas y emergían de sus ojos.

—"¡Perdón tus galletas, ahora tendré que ser tu maldita niñera para siempre!" —Decía en fastidiados gruñidos el refunfuñón pokémon, siendo Akiko capaz de entenderlos gracias a su nueva conexión con Giratina, a lo que la pequeña niña únicamente se exalta para después separar con amabilidad las manos de sombras de su amigo.

—¿Para siempre? —El rostro angelical de Akiko se asombró por completo tras escuchar aquellas palabras del pokémon, a la par que sus ojos brillaban con intenso querer y esperanza, exaltando e incomodando de sobremanera al legendario Dios luego de notar nuevamente la ternura de aquella niña.

"S-Sí..."—Dijo en un susurro más bajo y avergonzado, Giratina, antes de girar su rostro hacia otra dirección con tal de no demostrar el emergente rubor.

—"¡Pero no cambies el tema!" —Giratina nuevamente comenzaba a tirar de manera encabronada las mejillas de la ahora nuevamente lagrimosa y lamentada Akiko.

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—¿Akiko? —Una amable y femenina voz exaltó tanto al pokémon como a la niña, a lo que Giratina únicamente alcanza a preocuparse para después deshacer las barreras que había puesto alrededor de la habitación, antes de quedarse completamente inmóvil y estático al no saber "qué" hacer.

Luego de que la madre de Akiko entrara finalmente a la habitación.

—¿Está todo bien? Ya casi estará listo el desayu... —Una mujer alta y un poco subida de peso, de cabellera negra y cara pecaminosa era la siguiente en entrar con total naturalidad al cuarto de Akiko, sin embargo, se quedó callada luego de ver a un inmóvil y sentado "mini-Giratina" al lado de su hija.

Akiko no sabía qué hacer, Giratina, por alguna extraña razón para la propia niña, se había quedado completamente congelado, con la vista puesta hacia adelante y sin emitir un solo sonido.

La pequeña niña seguía sin comprender, sin embargo, esta se exalta luego de escuchar extrañas palabras borrosas en su mente, pasando solo unos cuantos segundos antes de que finalmente la frase se comprendiera.

Eterna Voluntad: Los nuevos portadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora