Rencor

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No existía ningún sonido en el ambiente... incluso las brisas que en aquel entonces circulaban, únicamente con la presencia de dicho hombre sosegaron y dieron aquel tenso espacio provocado una vez que el propio Ryo sujetó el cuello de la camisa de Kazuma.

Solo el remordimiento mezclado con el miedo y deseo de misericordia se reflejaba en el envejecido rostro de aquel hombre, a la par que al mismo le costaba respirar debido a los propios tratos que recibía, y el miedo de por sí.

Ryo empezaba a apretar su puño libre conforme no se escuchaba respuesta aparente de Kazuma, mientras que, a sus espaldas, una anonadada y completamente enmudecida Harumi se encontraba, a la par que Takeshi de igual manera observaba dicha escena desde más atrás, sin entender sobre quién era aquel anciano.

El padre de Harumi, una vez se dio cuenta del puño de Ryo, no tardó mucho en alzar rápidamente su temblorosa mano que aún mantenía a sus espaldas, únicamente para después mostrar una pequeña caja de cartón, de un tamaño no mayor al de su propia mano.

—¿Qué es esto? —preguntó con brusquedad Ryo tan pronto Kazuma, señalando una y otra vez aquella caja con sus ojos a la par que los volvía a chocar con la mirada del Kurogane, se mantenía en su dificultoso y asustado respirar, a la par que una débil gota de sudor comenzaba a recorrer su enrojecida mejilla ante la falta de aire.

—Es... u-un envío de la capital para ti... y... un re-regalo de navidad para mi hija...—decía cada vez más ahogado el hombre de avanzada edad, a la par que, sin querer, escupía levemente ante su agitado y complicado respirar, mientras que el ceño fruncido de Ryo junto con su puño tensado se mantenía inalterado... no pasando mucho cuando Harumi finalmente empieza a poner su mano sobre el hombro de su esposo.

—Ryo... —solo aquellas palabras con tono calmado y preocupado fueron las dichas por la mujer de verdes ojos, para hacer que el propio Ryo se girara levemente hacia la misma, solo para luego lanzar un bufido conforme volvía a observar al hombre que aún levantaba desde el cuello de su camisa.

No pasando mucho cuando el mismo finalmente lo suelta.

—Atrévete a mover un solo pie sin mi consentimiento y te haré desear no haber salido de la capital —dijo aún de manera brusca, Ryo, simplemente para traer consigo el ceño fruncido de Harumi por claras razones, antes de que el mismo empezara a observar más de cerca aquella pequeña caja de cartón.

—¿Casi veinte años y ahora recién quieres darle un regalo a tu hija? Que considerado de tu parte... —dijo en tono despectivo y sarcástico Ryo conforme empezaba a abrir aquella pequeña caja, alzando levemente una ceja conforme notaba como otra caja tapada y ajustada al tamaño de la más grande se encontraba dentro de esta.

—M-Mí regalo está al fondo... el centro de envíos quería que...— Kazuma comenzaba a hablar con tembloroso tono.

—Cállate... nadie está preguntando tu opinión —la seria e imponente voz grave de Ryo calló en el acto a Kazuma una vez que el mismo la escuchó, haciendo que este bajara la mirada levemente ante la propia presencia.

Ryo únicamente intentaba fijarse en la pequeña caja que se encontraba cerrada dentro del paquete... a la par que, siendo precavido ante la propia y justa desconfianza que le tenía a Kazuma, este colocaba un poco de su aura dentro del mismo con tal de saber si algún tipo de arma de Arkon se encontraba, pero solamente volvió a alzar su mirada molesta y desconfiada hacia el padre de Harumi una vez que no notó nada extraño.

—¿Qué es...? —finalmente Ryo le daba la palabra a Kazuma, manteniendo el tono descortés y desinteresado hacia el mismo, mientras que el hombre de avanzada edad empezó a alzar su mirada luego de ello.

—Trabajo en el reparto de envíos en la capital... cuando supieron que quería dejarle a Harumi su regalo, me ordenaron enviarte ese paquete de igual manera, dijeron que era de parte de la alcaldesa Suzume... —reconoció Kazuma con tono precavido y bajo, haciendo que Ryo se exaltara levemente una vez que escuchó el nombre de aquella mujer, llamando la atención de Harumi de igual manera.

Ryo no se mantuvo con más precauciones luego de ello, su impulso fue claro luego de que Kazuma nombrara a Suzume, a lo que este únicamente toma con tenue brusquedad la tapa de la caja en el interior del paquete, para luego alzarla con la propia actitud, a la par que el ceño fruncido se mantenía vigente en el rostro del Kurogane.

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Pero solo para asustar y exaltar levemente tanto a Kazuma como a Harumi y Takeshi... cuando un tenue zumbido, nacido de un fuerte y rápido polvo saliendo expulsado del pequeño compartimiento luego de que Ryo lo abriera, lo asustara levemente una vez aquello llegó directo a su cara.

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Lejos del hogar Kurogane, nuevamente dentro de la municipalidad del pueblo, Kazuki, con un agitado actuar, caminaba entre los pasillos y escaleras del edificio, a la par que el mismo intentaba no chocar la mirada con cualquiera que ahí se encontraba, siendo su laboratorio en el subterráneo su objetivo luego de que este recibiera "aquella" llamada.

Pasaron varios minutos antes de que el hombre pudiera llegar... para aquel entonces varios de los funcionarios se habían retirado ante las claras festividades, llegando al punto que, cuando finalmente Kazuki se encontró en la entrada de su laboratorio, el edificio se encontraba absolutamente vacío.

—¡¿Qué demonios te pasa en la cabeza?! —Kazuki ni siquiera se aguantó el deseo de gritar una vez que notó aquella presencia a través del cristal que separaba a su laboratorio del pasillo, a la par que la forma de dicho ser que se notaba en la oscuridad, fácilmente era reconocida por parte del científico.

—Sé que quizás no fue lo correcto... pero ese estúpido alcalde tuyo borró todos tus contactos con el resto de tu familia, tuve que hacer milagros para simplemente descubrir que tenías un número de teléfono, y... necesitaba decírtelo en persona —decía aquel hombre el cual se mantenía oculto.

—Yo le pedí a Yoshiro que lo hiciera... ¡Por algo no quería volver a tener ninguna conexión con ustedes! —Kazuki, gritando con el propio enojo pertinente a la situación, encendía las luces de aquel laboratorio...

Dejando ver... únicamente a un hombre de alta estatura, aparentando una edad de unos cincuenta años, con cuerpo fornido y tosco, mientras que, en su rostro, únicamente un ceño fruncido junto con una que otra cicatriz recibida por sus trabajos se denotaba...

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Siendo aquel hombre... el que le había disparado a Ryo en el mercado de Hotaru hace casi veinte años atrás... aquel hombre que de igual manera intentó quitarle la vida cuando este había rescatado a Takeru de la esclavitud por la cual el padre de Harumi lo tenía...

Aquel hombre... que le había dado un disparo de lleno, a la cabeza de Kaoru...

La madre de Takeru.    

Eterna Voluntad: Los nuevos portadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora