Capítulo 11

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—Anne, son dos tipos de energía por así decirlo. Mira, te lo voy a decir, pero no te asustes, ni entres en pánico. Dime que no lo harás.

—No lo haré, pero por favor habla rápido— digo entrando en pánico.

—Hay una positiva y otra negativa. Aquí no se cumple eso de que las cargas opuestas se atraen, aquí pasa lo contrario, por eso las vibraciones. El libro emite la positiva y las cartas pues ya sabrás, ¿Qué estás pensando, como estas? — pregunta preocupado el tatuado.

No le respondo, simplemente me dejo caer de bruces en el suelo. Esto ha hecho que comience a creer que lo de las pesadillas es real. Todo se enlaza, las pesadillas, el hombre del sombrero, los anónimos, incluyendo a Rimini. Sin pensarlo, las lágrimas comienzan a brotar...Patrick se sienta a mi lado y quita todo el cabello que ha caído sobre mi rostro. Comienza a acariciar mi espalda y susurra un; no temas. ¡Cómo se atreve a decirme que no tema, como no es él!

—Ya me cansé de todo esto, ya es suficiente- comienzo a decir a la vez que me limpio las lágrimas—esto termina hoy porque ya no estoy dispuesta a vivir con este miedo de quien me pueda estar mandando esas cosas— me pongo en pie y le hago señas a Patrick para que me acompañe.

Llego a la cocina, busco una olla y depósito los anónimos y el...

—Ni se te ocurra juntarlos, se repelen.

Hago caso a sus palabras busco otra olla y depósito el libro. Trato de encender un fósforo, pero los nervios no me dejan, así que Patrick lo hace por mi. Una vez que veo que los dos artefactos comienzan a arder, me dirijo hacia mi cuarto para terminar de arreglarme.

—Patrick vamos a hacer de cuenta que aquí no pasó nada, ¿queda claro?

—No, esto es importante. Puedes estar en peligro Anne. Es mejor hablar del tema para buscarle una solución.

—Pues no quiero hablar, por lo menos hoy no. Hoy sólo quiero ir a divertirme.

Se hace silencio y continúo peinando mi cabello. Decido dejarlo suelto y mojado. Por el rabillo del ojo, noto que Patrick se me ha quedado viendo embelesado. Lo ignoro y aplico más maquillaje ya que por las lágrimas se me ha corrido.

—Después de todo no eres tan fea- argumenta con una sonrisa en el rostro—tienes porte de modelo, ¿de dónde eres?

—Gracias, de hecho en el pasado modele y... soy canadiense—esos años que estuve modelando sin lugar a duda fueron los mejores de mi vida, lástima que estén manchados de recuerdos tan tristes. —Y tú de dónde eres, míster tattoos.

—Soy de un lugar lejano, un lugar muy temido por los humanos, pero al final muchos van a parar allá—al terminar la frase se estira y coge mi libro de dibujo el cual reposa sobre la mesa de noche. Sin darle lugar a reaccionar me abalanzo sobre él y se lo quito de las manos. Ni de coña voy a dejar que lo vea—Sólo es un libro ¿Por qué tanta agresividad casi me quitas las manos? — lo haría con tal de que no viera su contenido.

—Porque es privado, si quieres ojea este— cojo mi cuaderno de diseños y se lo entrego.

Lo coge y es como si le dirás un juguete nuevo a un niño. Observa sus hojas con detenimiento poniendo una que otra cara de asombro. Aprovecho para detallarlo y es guapo después de todo. Tiene los ojos azules, cabello negro largo recogido en una pequeña coleta, su rostro es perfectamente simétrico, posee una escasa barba que le va de maravilla a su piel blanca recubierta por tatuajes en tonos negros y verdosos. Como se ha quedado acostado puedo ver te tiene un abdomen firme, al parecer tiene un buen paquete. En conclusión, el hombre que reposa sobre mi cama tiene cara de asesino.

—Te faltaron los labios primor- oh se dio cuenta que lo observaba, pues no me avergüenza.

Lo ignoro y sólo me limito a decir—Después de todo no eres tan feo.

Después de salir, nos dirigimos a Germânia's y compramos todo lo encargado y como siempre, el gerente me obsequió una garrafa de Champán. Durante todo el viaje Patrick no paró de quejarse de lo mal y veloz que conduzco, y de argumentar que ya entendía porque me habían quitado la licencia.

Hace dos horas que llegamos y desde entonces no he podido de dejar de ver como Alan se besa a la oriental en frente de mi. Y no son celos. Al verle la vestimenta a la chica la cual consiste en una falda marrón con un top de mismo tono más media veladas negras me acuerdo de las prendas que deje en casa de Patrick y decido ir a preguntarle sobre ellas.

Cuando lo encuentro, esta compartiendo saliva con Danna, y yo que pensaba que era la indicada para Dorian. Sin más los interrumpo.

—¡Disculpa, niñita necesito hablar con él! —grito para que se pueda escuchar mi voz por encima del alto volumen de la música.

Cuando Danna ya se ha ido le pregunto por el paradero de mis prendas, las cuales según él se encuentran en el último piso de este edificio... en el apartamento del tal Donovan. Antes de salir me entrega una tarjeta para poder tener acceso al departamento y busco en mi bolsa el gas pimienta, pero me decido a llevarla ya que ahí tengo una navaja y otras cosas que me pueden servir para defenderme de un agresor. Agarro una cerveza y me adentro en el ascensor. Al llegar al último piso este se abre dejando ver un amplio y lujoso apartamento.

Doy unos cuantos pasos hacia en frente y aprecio la majestuosidad del recinto el cual está decorado todo en estilo colonial con texturas y colores madera. Miro al frente y aprecio los últimos rayos del atardecer que le da la bienvenida a una fría noche, pero sin duda lo que más llama mi atención es una gran barra, desde acá se pueden contar como unas cien botellas que están organizadas en un mueble en la pared. A simple vista, se ve que es trago fino.

Por lo que veo este sujeto y yo vamos a ser buenos amigos...

—¿Hola? ¿Louis? — comienzo a gritar al ver que nada viene a mi encuentro. Debí de haberle pedido a Patrick que le llamara antes.

Veo una puerta entre abierta que se encuentra a varios metros de mi y me dirijo hacia ella a paso lento y saco mi gas pimienta por si las moscas. Cuando estoy a pasos de llegar algo impacta en mi espalda que hace que caiga de frente contra el frío suelo. Intento levantarme, pero algo me lo impide. El dolor en mi cabeza y espalda se hace presente, siento algo tibio que resbala por mi frente. Un pitido horrible resuena en mis oídos y todo mi alrededor comienza a perder color. Escucho que alguien se acerca pero nunca lo veo, ya que dejó de luchar por mantenerme consciente.




MILUFER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora