Capítulo 12

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—Anne, hija mía ten cuidado. No te dejes llevar por tus emociones. Se fuerte pequeña.

—Abuela, será mejor que la dejemos descansar— le dice mi madre a mi tatarabuela. La cual se encuentra sentada en el borde de la cama acariciándome el cabello y la espalda.

—Deja Ana. Anne Nafghel Peppers nada ganas con intentar suicidarte no vas a solucionar nada. No seas cobarde. Tienes que levantarte y seguir siendo la misma malcriada hija de puta de siempre cariño.

—¡Mamá, ya es suficiente! — la reprende mi bisabuela Mabel, y ella solo se limita a reír.

Dejo de darles la espalda y beso la mano de mi madre—Perdón.

Es lo único que dijo antes de quebrarme en llanto y todas me envuelven en un cálido abrazo maternal.

Abro los ojos con pesadez. Observo a mi alrededor y me encuentro tirada en el suelo cubierta con una sábana negra. El dolor en mi espalda es más intenso y un molesto calambre me recorre hasta la punta de los pies. Intento levantarme, pero una voz me detiene.

—Tranquila Anne yo te ayudo— él se acerca a mí a pasos rápidos—Dirás que soy poco caballeroso por haberte dejado ahí tirada y no llevarte a mi cama, para que cuando despertarás tus ojos se encontraran con este apuesto caballero sentado frente a ti, con cara de angustia y preocupación... como sucede en los libros y películas, pero... —Hace una pausa para arrodillarse y quitar la cobija de mi cuerpo, por mi parte sólo lo observo —Pero llamé al doctor y me dijo que esperará hasta que él viniera porque podrías tener alguna lección en la cabeza o espina dorsal. Si me permites— posa una de sus manos en mi espalda y otra debajo de mis rodillas para luego levantarme y dirigirnos hacia lo que me imagino es una habitación —Cómo te iba diciendo, vino el doctor, te examinó y dijo que no tenías ninguna lección, pero que ibas a estar algo desubicada por el golpe en la cabeza más el alcohol que recorre tu sistema. También te aplicó algo para el dolor, que seguramente te causará calambres.

Cuando llegamos me deposita sobre una cama acolchada y de gran tamaño rodeada de muchas almohadas, que por su textura parecen ser de plumas.

Sin decir más se dirige hacia lo que parece ser un closet y saca dos prendas.

—Esto te servirá— dice sentándose junto a mí y acariciando mis pies —¿Te sientes bien, puedes hablar? Si no dime para llevarte por urgencias—esa cara de preocupación que pone lo hace ver tan tierno.

—¿Louis? —asiente con la cabeza. —Gracias y pues... perdón por venir así. Patrick me dio la tarjeta, yo...yo solo venía por mis medias y mi zapato, no era mi intención preocuparte ni causarte molestias.

—Tranquila no hay problema, una pregunta, ¿por qué llorabas hace un rato, antes de despertar, te duele mucho? —me mira a los ojos y lo único que veo es a un sexy hombre preocupado.

—Pues, tuve un sueño muy emotivo— comienzo a llorar de nuevo —Más que sueño, fue un recuerdo de cuando desperté después de que intenté suicidarme y mi familia me fue a ver al hospital. Esa fue la última vez que conversé con mi tatarabuela, puesto que murió dos días después— hablo rápido para que las lágrimas no me ahoguen. Y me arrepiento de haberle dicho todo esto a un desconocido, pero aun así continuo— Me arrepiento mucho de haberle hecho pasar tantas angustias en sus últimos días.

—De seguro tuviste tus motivos, pero sabes, mejor olvidemos el pasado y centrémonos en el presente—se levanta y se dirige hasta una pequeña heladera que está al lado del tocador...llegué a pensar que era una mesilla de noche —¿Vino, Champán, Ron, Whisky?

Obviamente me decido por el vino, que es lo más suave que al parecer tiene. Coge dos copas y vuelve a sentarse en frente de mí.

—Brindemos... — sonríe de lado y guiña un ojo y yo le devuelvo la sonrisa atontada con su belleza ¿hace un rato no estabas llorando Anne? —Brindemos por nuestro reencuentro—habla y eleva su copa, al decir reencuentro me imagino que es por lo que sucedió el fin de semana pasado sí no me equivoco.

Concluimos el brindis y el sabor y aroma del vino invade mis sentidos. Con solo probarlo sé que se trata de un Jerez fino.

—¿Jerez fino?

—Si, traído directamente desde España. Tienes buen gusto y se ve que sabes de vinos— pregunta al ver que ya me lo he tomado todo. Asiento con la cabeza.

-De todo tipo de bebidas alcohólicas.

-Si te quedan ganas más tarde preparamos cócteles— espeta dándole vueltas a su copa.

—Encantada. Mmm yo te quería preguntar, como fue que terminamos juntos la otra noche— me mira incrédulo y se pasa las manos por el cabello.

—Estábamos en la fiesta de mi hermano, te vi y no me pude resistir y me acerqué a ti, no sabes cuánto te he extrañado Anne, todo este tiempo me ha parecido una eternidad.

Alguien ya se emborrachó.

—Vamos por partes Louis, Primero ¿Patrick es tu hermano? Segundo ¿Cómo es eso de que me has extrañado mucho?... Lo digo porque apenas nos conocimos hace una semana— hago una pausa para beber todo el contenido de mi copa—Cuarto...

—Tercero Anne, tercero—se apresura a decir algo irritado.

Creo que la borracha soy yo.

-Eso... Tercero... Dame algo más fuerte.

Acto seguido, se dirige hacia la heladera y sirve un líquido transparente en la copa y me la entrega. Por su apariencia creo que se trata de Tequila o Vodka.

Me la llevo a los labios y... —En serio, te pido algo más fuerte y me das agua, al menos dame una soda o Bretaña.

No responde sólo se limita a poner los ojos en blanco y a tumbarse sobre su sillón.

—Respondiendo a tus preguntas, Patrick si es mi hermano y no puedo creer que no te acuerdes de mí.

Trato de buscar en mi memoria alguna señal que se relacione con su nombre, rostro, pero no hay nada.

—Anne ¿te acuerdas de tu primera vez?

—Cual, de tantas, porque hay muchas primeras veces. -me arrastro por la cama hasta sentarme frente a él —Antes de que... Que continúes déjame decirte... Que eres muy lindo, tienes algo encantador.

Me mira y sonríe... ¡Qué sexy!

—Gracias y tú no te quedas atrás.

—A ver como lo digo para que no suene vulgar... Mmm me refería a la primera vez que estuviste con un hombre.

De sólo pensar en ese día me entran ganas de vomitar. Sin duda ese fueron el mejor día y momento de mi adolescencia, pero lo que desencadenó me dejó marcada para toda la vida y casi me lleva a la tumba.

—¡Eso a ti no te importa!... ¡¿Por qué me preguntas eso?! — me levanto de la cama y comienzo a caminar de un lado a otro por toda la habitación—¡¿Por qué maldita sea, por qué?!

—Porque yo soy ese hombre con el que estuviste aquella noche.

MILUFER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora