Capítulo 30

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Me encuentro en una habitación totalmente blanca, creo que ya he estado aquí. Miro mi vestimenta y llevo unos pantalones blancos con una camisa de mangas largas del mismo color.

Pensé que no volverías, por lo visto te llego mi mensaje-retumba por todo el lugar.

Una sensación incomoda se apodera de mí y se porque es, sé que no tengo nada de que temer, él está aquí. Lo busco con la mirada y cuando lo encuentro, me lanzo a sus brazos.

¿estoy inconsciente, cierto?

-Sí, estas en una especie de trance. Alguien invadió tu mente-susurra el demonio mirándome a los ojos.

Bishop, que sorpresa tenerte aquí. Te estas tomando a pecho el papel de cuidarla, mira, ya hasta en su mente te mentes aunque pensándolo bien, eso no es raro en ti-vuelve a hablar aquella voz.

—¿Quién eres? —inquiero sin apartarme del demonio.

Es muy difícil responder esa pregunta, ya que no soy, somos y pues si quisiéramos darnos a conocer hace rato nos hubiésemos presentado, ¿no crees?

Estoy por responder, pero el demonio me detiene.

Vaya cobarde, cuando quieras comunicarte con ella, hazlo en persona, ya sabes dónde encontrarla-me aparta de él para que pueda mirarlo a los ojos, en estos se comienza a formar un torbellino verde-Vas a despertar.

—¿Qué me paso? —pregunto cuando apenas abro los ojos. No responde, solo me extiende un pañito, y es cuando percibo algo húmedo en mis narices, rápidamente lo agarro y me limpio. Veo y es sangre.

—Descansa, luego hablamos— se pone en pie y va hasta aquel hueco—Por favor, no salgas de aquí y si vuelves a escuchar voces, no dudes en llamarme-sin decir una palabra más, despliega sus alas y se va dejándome con muchos interrogantes.

Me quedo mirando un buen rato el lugar por el que se ha ido. Sin nada más que hacer, voy hasta los cajones y busco mis cuadernos de dibujo y un lápiz y mis colores. Dejo que la inspiración me consuma y me pierdo entre delineados y sombras. Y solo me permito levantar la cabeza cuando por fin he terminado. observo con detenimiento lo que está sobre la hoja negra con apenas unos cuantos trazos con crayón y lápiz blanco: la silueta de dos cuerpos haciendo el amor. Lo miro por varios minutos hasta que de forma bestial lo rayo para luego arrancar la hoja, hacer una bola y lanzarla hacia algún lugar de mi encierro.

Me agarro el cabezo y suelto un gruñido de frustración seguidamente estrello el cuaderno contra la pared.

—Que agresiva—dice a mis espaldas y doy un respingo a causa del susto.

—Me asustaste—digo llevándome una mano al pecho y tomando aire.

—Perdón, no fue mi intención-se acerca y se hace frente a mí—Te traje ropa de verdad

Un vestido...

—Un horrible vestido—tiene un vestido medieval negro con verde moho horrible, y más de satén con aterciopelado; horrible. Y ni hablar de unas tiras blancas que tiene—¿Estamos en pleno siglo XXI y me traes eso? Al decir ropa normal me refería a unos jeans, faldas, crop tops, vestidos línea A, no esa aberración.

—Sé a qué te referías, esto lo escogió una de mis comandantes, creyó que te gustaría—menciona mientras me observa.

—Es que el diseño del vestido no está mal, el problema son los colores y el material y el exceso de tela.

—¿Lo usarás?—y todavía pregunta.

—Obvio no.

Entonces, lo envuelve en sus manos y de esta salen llamas y después de unos cuantos segundos el vestido queda reducido a nada.

MILUFER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora