Ingreso al cuarto en el que está el jacuzzi y es algo impresionante, hay dos grandes tinas rodeadas con velas negras y rojas en los bordes; nada romántico, se podría decir que se ve tétrico.
Me acerco a unas de las tinas y tiene un líquido azul casi blanco, la otra contiene algo verde no tan líquido con un montón de hierbas y hojas, él demonio se mete en esta última sin nada de ropa.
Con la mano me invita a entrar más lo dudo, se ve baboso—él no, el agua—.
—No hagas esa cara, es solo áloe con azufre y otras yerbas, te ayudará a calmar el dolor.
Imagínense a que huele esa combinación.
—Creo que mejor me voy a descansar, mañana comienza mi entrenamiento.
—Como quieras.
Así como entré salgo del cuarto. Me sentaría bien un baño para que se me pase el mareo que estoy comenzando a sentir, pero sé que si entro a esa tina voy a salir a gatas.
Camino hasta el closet y al abrirlo noto que la ropa de él está junto a la mía. Por lo visto se está tomando en serio lo de vivir juntos. Busco a ver qué hay de bueno entre sus cosas y no hay mucho que ver, solo tiene pantalones negros de cuero, gabardinas, armaduras, camisas y túnicas, todas negras o rojas. Dejo de husmear y busco algo que ponerme. Escojo una bata negra sencilla. Procedo a quitarme la ropa y noto que mi cuerpo está pegajoso a causa de todo lo que sudé hoy; definitivamente me tengo que dar una ducha.
Vuelvo al cuarto donde están los jacuzzis y cuando abro la puerta me llevo la sorpresa de mi vida; no hay ninguna tina y no hay señas del demonio, ahora es un baño lujoso, nada fuera de lo común. Cierro la puerta y la vuelvo a abrir, pero sigue igual.
¿Será el efecto de vodka o él demonio está jugando con mi mente?
La verdad estas cosas si se me asustan, más me tengo que acostumbrar. Con los sentidos alerta entro a la ducha, no quería demorarme, pero el agua está tibia y me relaja así que me tomo el tiempo necesario para lavar mi cuerpo y cabello. Al terminar voy hasta un gran espejo y detallo mi cuerpo, estoy delgada, pero en este momento lo único que me importa es ver como quedaron aquellas runas. Me acerco para ver mejor y en la primera que me fijo es en la que me hizo cuando me corté, está roja y se ve como una quemadura; nada raro.
Dejo esa de lado y me giro para ver la de mi espalda. Frunzo el ceño al ver lo que me ha hecho, entre tantas líneas moradas no se puede ver qué es lo que me ha dibujado, y justo en mi columna vertebral tengo tres puntos casi morados. Toco uno de ellos y ¡Ay dios como duele! Miro por unos cuantos segundos más y salgo del baño. Me seco rápidamente, me pongo la bata y me meto en la cama. Pienso en lo que pasó hoy y verdaderamente doy lástima.
Intento conciliar el sueño para dejar de pensar en ello, pero no puedo. Maldita conciencia que no me deja dormir. Dándome por vencida me siento sobre el sofá que está junto a la cama y miro todo a mi alrededor. Y una y otra vez me pregunto ¿Qué sucedió con el demonio? ¿A dónde se fue?
Dominada por la curiosidad corro a abrir esa maldita puerta y de nuevo nada, sigue ahí aquel baño común. Aquí podría quedarme una eternidad abriendo y cerrando esa puerta, más sería tiempo perdido.
La abro por último vez.
—¿Bishop?... —susurro y nadie atiende.
Decido dejar de insistir. El animal saldrá cuando se le dé la gana. En vez de acostarme y descansar para enfrentarme al día de mañana, me pongo a deambular por la habitación, por mi habitación. Lo primero que hago es ir hasta aquel altar; observo atentamente todas esas velas encendidas.
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MILUFER ©
Mystery / ThrillerObra registrada en la Dirección Nacional de Derecho de Autor - Ministerio del Interior de Colombia Nº de Registro 10-942-225 ¿Te imaginas despertar un día y darte cuenta que estás en el infierno? «Ten cuidado con lo que deseas, nunca sabes quién te...