Capítulo 26

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El demonio me dejó apreciar solo por unos cuantos segundos más su belleza, hasta que volvió a quedar a oscuras. Seguimos hablando un rato más y me dijo que tenía cosas que hacer y que en su ausencia no saliera de la habitación. Todo este tema de mi familia, en espacial de Dorian, me dejó desconcertada no puedo creer que mi gemelo no me haya dicho que es un ángel, ni la verdadera identidad de mis padres y me duele porque yo confiaba en él y él decía confiar en mí, al final de cuentas resultó ser un hipócrita.

Voy hacia el closet y busco que ponerme. Entre tantas túnicas, capas, gabardinas y armaduras escojo una túnica negra con el revés rojo y de capucha negra. Busco entre los zapatos y para mi desgracia solo hay botas, botines y tacones, me pruebo unas botas y para más colmo son muy pesadas, no me queda más que coger unos tacones de plataforma.

Sé que Bishop me pidió que no saliera, pero no tengo sueño, estoy aburrida y quiero dar un paseo. Antes de salir, busco en los cajones algo con que defenderme, todas las armas que hay son corto punzante de todo tipo. Me decido por llevar un puñal pequeño con punta de diamante y un cuchillo con la hoja tipo sable; le quito los cordones a un par de botas y con estos los amarro en cada una de mis piernas.

—Nunca se sabe, esto es el infierno.

Susurro y me encamino hasta la puerta la cual dejó abierta. La dejo así, porque afuera todo está algo oscuro y el cuarto no, entonces a la hora de volver me guiare con la luz que este emite.

No he dado ni dos pasos cuando ya quiero regresar. Tomo aire y avanzo sin dejar de mirar atrás. "El miedo no va a poder conmigo" repito mentalmente mientras camino.

Al parecer la bestia tiene sus aposentos en una montaña, porque ya llevo varios minutos caminando y lo único que me he encontrado han sido varios túneles a los costados de este...me siento como un topo caminando bajo tierra. A lo lejos veo una tenue luz y no dudo en ir hacia ella, al llegar me encuentro con un gran salón, antes de entrar, me aseguro de que no haya nadie y doy gracias al darme cuenta de que está solo.

El salón, tiene antorchas en las paredes, en el centro hay una gran mesa de piedra, voy hasta ella y veo que hay un gigantesco mapa. El mapa del centro es de la tierra, el de arriba del cielo y el de abajo del averno. Por lo que veo, el cielo y el infierno son bastante amplios. Miro hacia el techo, y en este hay cuatro agujeros como el de mi habitación, supongo que son entradas y salidas; alrededor de la sala también hay varias puertas y me doy la tarea de averiguar que hay en cada una de ellas. Sigo recorriendo el lugar en completo silencio, me acerco a una puerta y la abro adentro todo está a oscuras, entonces voy en busca de una antorcha.

Me quedo embelesada mirando la danza de las llamas hasta que se avivan y casi queman mi rostro. Miro hacia los lados buscando ver a alguien que lo haya provocado, más sigo sola.

Voy hasta aquella puerta y me encuentro con un cuarto que está lleno de armaduras y armas, es bastante grande más no me animo a ir más allá. Salgo de ahí y estoy a varios pasos de la otra puerta cuando escucho el llanto de un bebé justo detrás de mí.

En ese momento todo a mi alrededor se paraliza, parpadeo varias veces hasta que reacciono y con torpeza, agarro el cuchillo. Lo empuño con seguridad y decisión, rápidamente giro, pero no hay nadie. Vuelvo a escuchar otro ruido, pero esta vez es en el techo, lo que sea que haya ahí, se mueve como su fueran ratones en el techo de una casa. Escucho risas y murmullos, alumbro con la antorcha, pero no veo a nadie.

—¿Quién es?

Pregunto con valentía. Nadie responde, pero si escucho que en el cuarto al que antes entré algo se mueve con violencia, haciendo sonar las espadas al caer.

Me encantaría quedarme y darle la bienvenida a quien quiera que esté por salir de allí, pero mi valentía se agotó. Un aullido retumba por todo el lugar y con el corazón casi en la boca, arranco a correr, mientras corro lo único que pienso es en que no se me vayan a dañar las plataformas. Corro tan rápido como nunca antes y eso que traigo tacones.

MILUFER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora