Capítulo 27

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Me quedo petrificada mirando a la nada mientras recuerdo lo que pasó hace dos dormidas—así es como cuento el tiempo ya te el demonio no me ha querido orientar en ese sentido —Ese día creía que lo estaba seduciendo, pero resultó ser lo contrario. Sí pudo lograr que me desnudara para él ¿Qué más ha logrado hacer conmigo, con mi cuerpo?

—Sería incapaz de tocarte mientras estés inconsciente—dice mirándome, está vez no me di cuenta a qué horas llegó.

Decido darle la espalda quedando frente a mi reflejo en el espejo. Me fijo en mi apariencia y sonrió, ya no estoy tan delgada como cuando comenzó esta pesadilla, la caída del cabello cesó y aunque lo tengo corto, esta abundante. Mi rostro, no ha cambiado mucho, sigue ojeroso y demacrado, mis ojos hinchados de tanto llorar y mis labios algo partidos, debe de ser porque no he comido ni bebido nada desde que estoy aquí. Observo que Bishop me mira con atención y hago un amague por cubrir mi cuerpo con la capa, pero este me detiene.

—No tapes tu desnudez, no te avergüences de ella ni de tus pensamientos, después de todo puedes pensar, decir y creer en lo que quieras—susurra a mi oído y me sobre salto al sentirlo tan cerca—Eres libre.

—Mientes.

Respiro profundo tratando de contener las lágrimas, pero no puedo, siento que necesito llorar para deshacerme de todo, para desahogarme. Desde lo ocurrido con el demonio, me sentí tan avergonzada, estúpida y triste, que solo me la he pasado acostada mirando a cualquier punto de mi habitación sin dirigirle palabra alguna.

—¿De verdad quieres que te deje libre aquí en el infierno?

Su cola comienza a acariciar mi vientre.

—Si—digo después de pensarlo por varios segundos.

—Entonces te dejaré ir.

Sin más dejo de ver nuestro reflejo en el espejo, para ahora estar frente a una ventana. Me tomo el tiempo para observar mi alrededor; la ventana da a un bosque que está oscuro, se ve siniestro. Me pregunto como hizo para traerme a este lugar en un parpadeo.

—Estamos en una cabaña, casi en los límites de mi montaña y de mi poder. Si te quieres ir puedes hacerlo, con suerte encontraras la muerte o a tus padres—dice mientras camina hasta la puerta y la abre—Ponte esto—me lanza una túnica color verde moho gruesa.

Me detengo a pensar en lo que el demonio me acaba de decir y no lo puedo creer, después de todo lo que me dijo ¿me está dejando ir así sin más? No sé a qué está jugando, pero le voy a hacer caso.

—Milufer...

—Dime—ojalá que no me vaya a decir que es mentira.

—¿Te puedo dar un beso?

—¿¡Qué si me puedes dar un que!? —digo sin podérmelo creer—Oh, disculpa es que es difícil de asimilar.

Veo como se acerca sigilosamente a mí y yo retrocedo hasta que este con su cola me agarra de la cintura. Lentamente se va acercando a mis labios hasta que estos se unen a los suyos.

Estas besando a un demonio.

No le corresponda, te robará el alma.

Apártate.

Entre tantas cosas que estoy pensando, no me percato de que este intenta tener acceso a mi boca, pero como nota que no le correspondo, se aleja.

—Milufer—con voz suave llama mi atención al ver que no reacciono.

—¿Eh? Si me puedes dar un beso.

Este se acerca para volvernos a unir, esta vez si le correspondo el beso y dejo que el marque el ritmo. Sus labios son más calientes que los de un humano, no se siente desagradable el relieve de los trazos que estos tienen, podría decir que se siente bien. El demonio me da un beso lento, pausado, lleno de algo que no me atrevo a decir que es amor.

Estas traicionado a Louis

Cuando estos pensamientos llegan a mi mente lo aparto con brusquedad. Este apunta su vista hacia mí y la único que puedo percibir en su rostro es soberbia.

—No sabes besar—dice mientras cruza el umbral de la puerta que da al exterior de la casa, con la intención de decir algo en mi defensa salgo tras él.

Rebusco en mi mente algo que decirle, más me he quedado sin palabras de lo ofendida que estoy. No puedo asimilar que me haya dicho que no se besar, sí me considero experta dando besos.

—¡Lárgate antes de que me arrepienta y te encadena a un árbol! —grita cuando por fin me he decidido a decirle algo.

Las lágrimas afloran por salir, más no las dejo, esa bestia no las merece. No entiendo su comportamiento, parece que una energía oscura se apoderara de él causándole esta manera de actuar.

Esa energía oscura es su verdadero ser.

Narra Bishop

Mientras observo como Milufer intenta no llorar, decido invadir el cuerpo de Biltrix para darle indicaciones a mis demás comandantes.

—Quiero que pongan vigilancia en los límites al sureste de la cabaña, por lo menos en cincuenta kilómetros a la redonda. Quiero que este vigilada por aéreos y terrestres, no me importa cuántos; además tracen un sendero no muy pulido por el bosque, si hay cualquier individuo que no demuestre amenaza de muerte o de secuestro hacia Milufer, déjenlo donde está.

—¿Vas a dejar salir a Milufer? —pregunta Masxacre.

—Sí, ya es hora de ver que puede hacer mientras esta sola.

—Me parece buena idea, yo me encargaré de que no haya ningún secuaz de Lilith cerca—agrega Naziffi.

—Los veo a los tres en la cabaña en diez y de paso traen a Guardián, a Aveluz y Mara.

Abandono el cuerpo de Biltrix y me centro en Milufer. Se ve tan tierna tratando de demostrar fortaleza, que quisiera abrazarla y pedirle perdón, pero ella tiene que aprender a ser más fuerte. Tiene que aprender a no dejarse doblegar por mi actitud y por un simple grito. Quiero que tenga el carácter perfecto para dirigir la legión que estoy por crear.

—Eres libre—digo mientras tomo una silla y mi grimorio para luego sentarme dándole la espalda al sendero.

Noto que observa los alrededores del bosque y luego a mi. Duda unos instantes pero al final sale corriendo sin decir adiós. Cosa que me saca una pequeña sonrisa... Que inocente.

Mis cuatro comandantes cruzan el portal exactamente a la hora que se los ordené.

—Los comandantes de las divisiones aéreas y terrestres, tienen vigilado el lugar con 500 diablos entre aéreos y terrestres alrededor de cincuenta kilómetros partiendo desde la cabaña, además Mara hizo un barrido y no se encontró ningún demonio mayor en la zona así que blindó el lugar con hechizo anti demonios mayores para mayor protección—me informa Biltrix—Y como ordenaste, ya estamos todos aquí.

—Buen trabajo. En fin los cité para decirles que la próxima semana comienza la transformación de Milufer y su entrenamiento—todos se miran entre si—Cada uno le enseñará algo, quiero que sean rudos con ella, que no tengan consideración, enséñenle como si de otro demonio se tratara, pero no se pasen y lo más importante, que aprenda...

—Tendremos que ser algo así como dinosaurios, agresivos y feroces...—comienza a decir Biltrix.

—Pero de peluche—termina Naziffi algo mal murada.

—No me importa como lo quieran ver, el caso es que no la quiero ver con órganos reventados y que le falten extremidades o dientes ¿Entendieron?

—Si—dicen a rastras todos.

—De no ser más, se pueden ir. Yo me encargo de Milufer.

Todos comienzan a desfilar hacia el portal, dejándome a Guardián y Aveluz.

Abro el grimorio y me dirijo a la última hoja. Este grimorio me lo regaló Lucifer cuando era su aprendiz, el mismo lo hizo y le dibujo una serie de runas que solo dejaban que él y yo viéramos lo que aquí está escrito—mis predicciones—pero yo lo modifiqué y ahora solo yo las puedo ver, además de que puedo ver a través de la última hoja lo que los demás están haciendo. Sin perder tiempo veo lo que Milufer hace, por ahora va caminando despacio algo desorientada.

—Disfruta esos segundos de libertad mi pequeña Milufer, disfruta—susurro para mí, mientras veo como se mueve al azar, sin rumbo.

MILUFER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora