FlashBack

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Advertencia: contenido adulto

Mi mente me dice que me vaya para donde Nashumba y mi cuerpo que me quedé aquí. Decido quedarme, porque sé que Nashumba hace horas que cerró su tienda.

Me quito el Kimono, los zapatos y observo al desconocido, veo que tiene más nalgas que yo ¡Qué vergüenza!

Caminó hasta quedar frente a su espalda, para luego hacer algo de lo que seguramente me arrepentiré.

Avanzo a paso lento para no alarmarlo y me siento a horcajas sobre sus glúteos. Él por su parte, intenta quitarme de su encima, pero lo detengo.

—Me dijiste "has lo que quieras" y lo estoy haciendo. No te preocupes, sólo será un mensaje-. Le susurro con voz acaramelada al oído.

—¿Uno y te largas de mí habitación?

—Lo tendré en cuenta.

Empiezo masajeando sus hombros y siento como se va relajando. Desciendo hasta su espalda baja y subo dibujando círculos con los pulgares. Con suavidad masajeo cada parte de su espalda musculosa.

—Disculpa mi mal...comportamiento, hoy no fue mi día.

—Oh tranquilo, no es necesario, pero acepto tus disculpas.

Anne vete, no sabes quién es este sujeto.

Opto por escuchar a mi conciencia. Así que me bajo de su espalda y voy en busca de mis zapatos a toda prisa.

—Qué te pasa—se sienta sobre la cama y me mira con el ceño fruncido.

-Se supone que debería estar celebrando mi cumpleaños y embriagándome, no aquí con un desconocido. Además, solo era un masaje.

—Feliz cumpleaños Anne.

—¿Quién te dijo mi nombre? — que yo recuerde, no lo hice.

—Tu misma.

No se lo dije, ¿o si?

—No lo recuerdo, pero, de todas formas, gracias.

Una vez lista me dirijo hacia la puerta.

—Mmm, disculpa el atrevimiento, pero tienes un cuerpazo de infarto—Digo antes de abrir la puerta y él se desplaza hasta quedar frente a mí, a una distancia tan mínima que puedo percibir su aliento a menta—No te me acerques tanto que me...me excitas señor prepotente y no sabes de qué manera—Me llevo ambas manos a la boca—Olvídalo no sé porque lo dije mejor me...

—Dime que deseas en este momento, prometo cumplirlo, simplemente deséalo.

Podría desear muchas cosas, pero en este momento solo deseo una cosa. -Deseo que me hagas tuya, eso es lo que de...

Antes de que termine la frase, tengo sus labios pegados a los míos. Sus labios se sienten tibios, pero a la vez tan refrescantes que hacen que mi cuerpo se relaje.

Sin separarnos caminamos hasta la cama y él se acuesta sobre mí, cosa que aprovecho para meter una de mis manos en sus glúteos y deslizo la otra hasta el frente con la intención de acariciar su dura erección.

—Déjame decirte que nunca había estado con una señorita tan picaresca.

Suelto una pequeña risa y mi cara comienza a arder. Deja de lado el beso y comienza a deshacerse de todas mis prendas, dejándome como dios me trajo al mundo.

Retoma el beso, pero esta vez va bajando y se apodera de mis pechos mientras una de sus manos desciende hasta mi zona íntima y comienza a torturar el centro de mi sexo.

MILUFER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora