PREFACIO

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Marco su número otra vez, timbra una, dos veces, luego tres.

Joder, contesta. Joder.

Las palabras de Deena tras el auricular todavía resuenan en mi cabeza y no puedo pensar con claridad mientras estoy en la autopista, las calles parecen estar más atestadas que nunca y el tráfico parece interminable. Creo que podría tener un ataque de nervios si no llego a tiempo.

Y le ruego a Dios como nunca lo he hecho para que estén bien y no les haya pasado nada grave.

—¡Maldita sea! —Quito el auricular de mi oído cuando le marco por cuarta vez y me recibe el correo de voz.

Tomo el volante con fuerza y muerdo mi labio inferior, me desvío para salir del tráfico y puedo notar la humareda desde lejos, hay una multitud rodeando el lugar y no me percato de si he estacionado el auto bien para correr hacia la escena.

Un par de ambulancias resuenan con tanta intensidad que me marean e intento hacerme paso.

—¡Kristen! —Veo a la hermana de Ryder salir de un auto tan conmocionada como yo. Su rostro está de un rojo intenso y su cabello parece haberse recogido en una cola de cualquier manera.

Voy a responderle pero veo como llevan a alguien en una camilla hacia una de las ambulancias y siento que mi corazón se va a salir de mi pecho.

Oh por Dios sollozo.

Por favor, señorita, no puede acercarse. —Un policía evita que me acerque y dice que es peligroso, que debo dejar a los demás trabajar.

Me altero y grito cuando veo como sacan a alguien más de adentro de la casa y lo suben a la ambulancia.

Dígame que están bien, por favor dígame que están bien.

El policía parece apiadarse de nosotras y nos deja acercarnos a las ambulancias tras un par de palabrerías y me cuesta enfocar bien.

Mis ojos se aguan cuando lo veo tendido en la camilla: frágil, herido y con sus ojos cerrados. Una mascarilla con oxigeno se encuentra sobre su rostro y uno de los paramédicos atiende una de sus heridas.

Ha inhalado mucho humo, pero va a estar bien dice el doctor.

No está dice Deena.

¿Qué?

Es una mujer la que llevan en la otra ambulancia, no está ahí asegura Deena apareciendo junto a mí otra vez.

¿Una mujer? repito sintiendo un poco de alivio, él no estaba aquí, él nunca estuvo aquí; pero tan pronto como llega esa pizca de alivio se va.

Los bomberos empiezan a gritar que aún queda alguien en la casa, las llamas parecen bailar ante mis ojos y mi alma cae a mis pies cuando sé que sigue ahí dentro.

Entonces el tiempo se detiene, a veces se da tanto que uno se pierde.

Seis Razones Para Cada Problema [Libro I] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora