Al desnudo

9. ¿Dudas?

Narra John

La cara de Freddie estaba ruborizada, debe ser por el frio que hace.

A decir verdad no me molestaría para nada que Freddie trasladara la "junta" a su casa.

En serio, se lo diría pero me da vergüenza. Sería muy pesado de mi parte.

¡Agh! Pero en verdad necesito calentarme, me estoy helando.

—Tranquilo querido, ves allí esta—dice Freddie tocándome el hombro con una mano y con la otra señalando, veo hacia esa dirección.

—Oh si lo veo—aceleramos el paso para llegar.

...

Guao, por fin entiendo porque Freddie lo eligió, es demasiado bonito.

Era un área no muy extensa a comparación de los parques más concurridos. No obstante eso no le quitaba su belleza; hay varias flores y árboles, los cuales sus hojas eran muy vistosas y hermosas. Casi parecía paisaje de cuento de hadas.

—¿Qué te parece? —pregunta viéndome—Es muy lindo ¿no?

—Sí...nunca había venido por aquí, ni siquiera sabía que había un parque.

—No te culpo, este parque no es muy frecuentado normalmente. Por eso me gusta. Da algo de tranquilidad. Los chicos también vienen de vez en cuando, aunque les aburre un poco porque no hay mucho que hacer. Sin embargo ahora es perfecto, salvo por este frio.

—Y hablando de ellos ¿Dónde están?

—No lo sé, se supone que ya deberían estar aquí. Capaz se fueron juntos y por eso se demoran tanto. ¿Qué te parece si nos sentamos mientras esperamos al par de tortolos?

—Si claro.

Nos sentamos en una de las banquitas que estaban cerca a los árboles.

Repentinamente un olor delicioso invadió el ambiente. En el centro del parque había un puesto de palomitas de maíz.

Ohh que rico, y encima están calentitas.

De pronto mi estómago sonó.

—Vaya, sí que estas babeando por las palomitas querido ¿vamos por unas? —pregunta Freddie tocándome el hombro. Hizo que me sonrojara un poco.

—Lo haría... pero no tengo dinero.

—Yo pago, no te preocupes. Tú me compraste esa caja de chocolates. Es lo mínimo que puedo hacer por ti

—Gracias—sonreí. No estaba con ganas de hacerme el educado. Necesito esas palomitas en mis manos.

Nos dirigimos hacia el puesto de canchita. No tuvimos que esperar mucho ya que en la fila solo había un grupo de chicas. El señor les entrego amablemente sus dulces y se fueron.

—Buenas tardes señor, dos canchitas si fuera muy amable—dice Freddie.

Se me está haciendo agua la boca. Además al estar al lado de la máquina, esta desprende un olor y calor demasiado agradables que me dan ganas de quedarme ahí.

—Aquí tiene—entrega los dos baldecitos—seria para ambos tres libras—sonríe.

Freddie me entrega el balde y le paga.

—Ohh Esta calentito, gracias

—No hay de que cariño—dice mientras comienza a comer.

Iba a hacer lo mismo pero algo se me hace extraño. Alguien me está observando.