25. Resaca (parte 1)

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Se escuchó el sonido de unas llaves seguido de una puerta abriéndose. La joven Mary, su amada eterna, según Freddie, entraba a la habitación. Había salido con unas amigas por lo que avisó a Freddie que llegaría muy tarde, exactamente eran las tres de la mañana. Su rostro apacible y contento después de una agradable velada con sus amigas cambió por completo al ver el total caos en que estaba la casa.

—¿Freddie? ¿Cariño? —preguntó mientras caminaba con cierta dificultad por la sala, vio horrorizada la pequeña mesa de centro completamente destrozada. Junto a unas plataformas y un palo de escoba—¿Qué diablos pasó? Mierda, no digas que nos robaron la casa... —pensó aterrada mientras seguía explorando hasta que un la ronquido la alertó y le hizo fijarse tras los muebles, al ver tras ellos sus ojos se agrandaron sin poder creérselo—No puede ser...

Narra Mary:

No puedo creerlo, es simplemente una escena tan surrealista. Froté mis ojos aun incrédula de lo que veía...Brian con la camisa abierta y una corbata amarrada en su cabeza, completamente ebrio

¡Brian...Brian May! El que se supone era el más maduro del grupo tirado cual bulto en mi sala...Y...¿una chica?...

¡No, espera...no es una chica! ¡Es Roger! Y...¡Con mi ropa!

Como dije, algo totalmente surrealista.

Mi mirada posa casi al instante en mi esposo y ¿...John?

Ambos abrazados y acurrucados uno con el otro...

Después pediré explicaciones a Freddie, primero debo encargarme de Brian y Roger.

Me posiciono al frente de ellos y primero levanto a Roger que es el más chiquito de ambos. Lo apoyé en uno de mis hombros. A Brian lo alzo con más dificultad casi cayéndome encima. Para ser delgado pesa mucho, aunque su altura tiene mucho que ver. Dios, ojala a ninguno se le ocurra vomitar.

Caminando a tropezones los llevo afuera, dejo encima del jardín y fui hacia la pista para tomar un taxi. Hacerlo es una auténtica hazaña a estas horas. Levanto mi mano y quedo esperando a que uno me vea.

Pasa un carro, otro, ninguno parece ser un bendito taxi...retiro lo dicho.

¡Allí viene!

—¡Taxi! ¡Taxi!—grito levantando y moviendo mi brazo para llamar la atención al conductor. Este se detiene bajando la ventanilla.

—¿A dónde la llevo señorita?

—Oh no, a mí no. Necesito que lleve a unos amigos—el taxista asomó la cabeza y vio la bochornosa imagen de Brian y Roger tirados en el pasto.

—La...chica y el joven de rulos ¿No?

No valía la pena explicarle que en realidad era un chico.

—Exactamente señor

—¿En dónde los dejo?

—Ah...—genial, su dirección...no me la acuerdo... ¡Oh claro! Freddie me había dado un papel. Rebusco en mi cartera hasta que en mi billetera doy con el papel. Espero que el señor pueda entenderlo—A este sitio—entrego el papel al señor.

—Está bien, serían diez libras

—Claro pero antes...¿podría ayudarme a subirlos, por favor?

El hombre suspiro de mala gana y salió del auto. Era un hombre alto y robusto, con mucha más facilidad levantamos entre los dos a Brian y lo metimos al auto, el pobre tenía un buen golpe en el ojo izquierdo; con Roger fue muchísimo más fácil, no miento al decir que el taxista lo levantó cual princesa y lo dejó en el auto.

Al desnudoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora