3. ¿Cómo hago para no pensar en ti?

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Narra Roger

Abrí un ojo dificultad. Al intentar levantarme un dolor agudo invadió mi cuerpo. Otra vez había dormido mal. Ignorando todo dolor lo vuelvo a intentar.

Caí al suelo como un saco de papas. Me apoyo en mis manos y me enderezo, también estiro mi cuerpo, pequeños conejos salen cuando lo hago. Me froto los ojos y dirijo mi mirada al reloj, ya eran las doce y mi casa seguía tan sucia como la deje.

Nuevamente me derrumbe en mi viejo sillón. —Agh ¡Hay mucho que haceeeer!

Entonces una idea fugaz paso por mi mente. Y si...—fijo mi mirada en el teléfono— no, no, que estoy pensando no lo puedo dejar colgado así. Se le veía muy feliz por almorzar conmigo. Agh.

Apoyo mis manos en el posa brazos del sillón y me impulso para levantarme. Aún seguía en modo zombi. Casi arrastrando mis pies me dirijo al armario. Saco de ahí una escoba y un recogedor, y empiezo a barrer.

Mientras barro varios mechones se me atraviesan en la cara. Después de un rato me harto y amarro todo mi revoltoso cabello en una coleta. Normalmente no lo haría. No es mi estilo. Pero ahora no es momento de verme bien.

. . .

Después de un rato ya había acabado de sacar toda la basura del suelo. Ahora tocaba lo que más temía después del basurero. El lavaplatos. No solo había platos. Si no tapers de comida que me envió mi madre de no sé cuánto tiempo pero algunos estaban cerrados. Antes de lavar y por curiosidad abro uno. Un maldito olor nauseabundo empieza a invadir mi apartamento.

— ¡No, no!—. Lanzo el taper nuevamente al lavadero. Agh, las arcadas son inevitables. Definitivamente no tengo ganas de descubrir lo que hay en el resto. Saco una bolsa de bajo del fregadero y empiezo a meter uno a uno los tapers (Gracias al cielo eran de poli estireno). Lo hago con la mayor delicadeza posible, no tengo ganas de tocar uno de los restos desconocidos de lo que alguna vez fue comida. Amarro la bolsa y la dejo un lado.

. . .

Seguí por un buen rato con la limpieza de la casa. (Ahora aprecio lo que hacía mi madre por mí). Pero al menos termine. Fue asqueroso pero la casa se veía más agradable y me transmitió un sentimiento de tranquilidad.

Debido a todo el ajetreo de limpiar, quede sudado y algo del olor de la basura se había impregnado en mi ropa. —Umm un bañito no sería mala idea—. Además no hay rastros de Brian.

Saco mi toalla y un pantalón, y me encierro en el baño.


Narra Brian

Ya estaba listo. Antes de salir me vi en el espejo del baño. Tenía puesto una camisa color negro con unos pantalones del mismo color, y para complementar un chaleco color blanco. Porsiacaso llevaba a la mano un saco corto.

Fue algo difícil porque tuve que elegir un atuendo sobrio, no tan elegante, pero tampoco tan simplón como si estuviera en mi casa. Quizá uno que otro consejo de Freddie no me hubiera venido mal. Pero conociéndolo si le contaba algo de esto, se iba a emocionar como si el enamorado fuera él.

El atuendo no me convencía mucho. Pero ya no había tiempo. Ya iba a ser la una y no me gusta hacer esperar a los demás. Sobre todo si ese alguien es Roger... ¡Carajo Brian deja de pensar todo el tiempo en él!

Me doy una última vista en el espejo. Intento arreglar mi cabello, que si había secado esta vez, con las manos. Agarro mis llaves y salgo de ahí.

Al cabo de unos 5 minutos llegué a casa de Roger. El lugar era como una especie de departamento. Como Roger vivía en el primer piso su puerta daba directo a la calle. En la entrada solo había un tapete descolorido y una triste planta marchita.

Al desnudoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora