Al desnudo

17. ¿Celos?

Narra Roger

Sigo sin entender como la actitud de Brian cambio tan repentinamente. De un momento a otro le entró la depresión. Es muy raro. Algo no cuadra bien en esto

¿¡Pero maldita sea, que es?!

Mientras me adentraba al bar intente divisar a una de las chicas que atendía. Bueno al parecer hay una de mi edad

¡Perfecto!

Me acerqué con cuidado.

Mejor dicho aparte de la chica había un joven más.

Tenía el cabello corto y esponjado, con camisa negra, muy holgada, y arremangada, tenía unos tatuajes muy geniales en el brazo, al verle mejor el rostro tenía un corte en la mejilla, algo muy normal por aquí ya que las peleas en estos bares no hacían falta, y muchas veces el que atendía se llevaba la peor parte.

Por otro lado la chica que mencioné antes era muy guapa, cabello rubio sostenido en una coleta, ojos verdes muy grandes y un maquillaje leve que le daba un aspecto inocente, pero es un hecho que aquí lo que menos hay, aparte de seguridad, es inocencia y más si trabajas en un lugar como este, sin embargo seguía siendo muy linda, eso sí, era muy delgada incluso su amigo parecía tener más cuerpo que ella.

¡Oh bellas ironías de la vida!

Llegue a la barra y me apoyé en esta cruzando mis brazos sobre la madera y viendo fijamente a ambos. La chica volteó a verme, con una sonrisa que denotaba picardía se acercó a mi ¡Genial! Ya llamé su atención.

—¿Pero qué está pasando en el cielo? Que los ángeles están cayendo y vaya que el destino me hizo cruzarme con el más hermoso—dije con mi voz más seductora.

Me sonrió.

—Oh cariño, si me dieran una moneda por cada hombre que como tú me dice un piropo, créeme que tendría la suficiente plata para largarme de aquí, pero de los que pasaron creo que eres tú el que más se esforzó—me sonríe traviesamente. Definitivamente hay algo en esa chica que me gusta—¿Qué deseas?

—Hermosa, me gustaría unas buenas botellas de alcohol para llevar ¿a cuánto me las dejarías?

—Depende cariño ¿cuánto es tu presupuesto?

Rebusqué en mi bolsillo trasero y saqué mi capital.

De pronto la expresión de la chica cambió, me vio de mala forma, pero en cuestión de segundos volvió a sonreír con más picardía—bueno...no podría darte mucho, pero quizás por otras cosas...podría conseguirte un poco más.

¡Y mordió el anzuelo! —oh, se a lo que te refieres...

La chica se levantó y me llevó al baño de hombres que estaba al frente.

Una sesión corta de besos y calentura, me hizo desnudarme y la dejé tocarme. No lo hacía nada mal.

Quizás podría salir con ella más seguido.

Salimos del baño, me arreglaba la ropa, pero ella parecía estar de lo más impecable.

—Siéntate mientras traigo tu orden, cielo.—me quitó el dinero y entró a la bodega.

Yo y el chico nos quedamos en la barra.

—Oye, me gustan tus tatuajes, están geniales ¿Dónde te los hiciste?

—Gracias niño bonito. Tengo un amigo que lo haces—dijo con una voz ronca pero algo ¿aguda?— Ey rubio ¿quieres? —me extiende una cajetilla de cigarros.