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Disfrutenlo

Te quiero aquí, en mi boca

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Te quiero aquí, en mi boca.
Para aprenderme el sabor de tu nombre,
Para que tus ojos se nublen de lluvia.
Para rezarte sin palabras.

-Mind of Brando.

La belleza de Madeline era suave, sublime y atrapante. Había logrado atraer los ojos de varios pretendientes cuando salió al mercado matrimonial. Su madre decía que la belleza que poseía era un arma. La rubia jamás lo entendió del todo, pero siempre tuvo presente que así como las mujeres buscaban hombres con buenos títulos, los caballeros andaban tras damas hermosas de modales brillantes para hacerlas sus esposas.

Toda la vida se había preparado para ese momento. Sus padres, unos importantes marqueses, le habían dado la educación que merecía una dama: sabía caminar con elegancia, coqueta y discreta. Había aprendido a sonreír risueña para ganar miradas, y a tocar el piano como todo un ángel para endulzar oídos.

Desde muy pequeña fue consciente de que su destino era casarse, y en aquel momento en el que llevaba la firme creencia de que estaban por solicitar su mano, no se pudo sentir más dichosa. ¡Por Dios, iba a ser una condesa! Sin duda, eso era lo que su madre había deseado para ella toda la vida.

Sonrió mirando a Sara Becher, su dama de compañía, arreglar los pliegues de la falda que había elegido desde un día antes. La joven corría a su alrededor intentando tenerla perfecta para el baile de los Bennett que se celebraría esa noche.

Su piel de porcelana se erizó de solo recordar la promesa que Hunter le había hecho. No sabía qué era el nudo que se le incrustó en el vientre esa misma tarde cuando lo tuvo tan cerca que la piel de ambos casi se confundía con una sola. Jamás había sentido ese revoloteo en su estómago, ni las ansias voraces que se adueñaron de ella cuando él, su amigo, le prometido bailar un vals.

Sus amigas ya habían dado su primer beso. Lo hablaban cuando estaban alejadas de todos, siempre lo suficientemente bajo para que nadie escuchara. Ninguna quería saber el escándalo que se armaría si las oían, pero Madeline solía alejarse un poco de la conversación cuando el tema surgía. Su madre le tenía dicho que no era bien visto que una dama hablara de esos temas, así que Lady Lamb, obedeciendo, solo volteaba el rostro o se marchaba.

¿Era normal que, en pleno invierno, sintiera un calor sofocante?, ¿por qué su piel se erizaba?, ¿qué era ese nudo en su vientre?, ¿por qué le cosquilleaban los labios solo de recordarlo?

Bueno, a fin de cuentas, pronto sabría lo que era besar. Hunter se lo enseñaría, y quizá, con un buen beso, haría que Lord Benjamín callera completamente rendido a sus pies entaconados.

~•~

Hunter se bebido su tercer vaso de whisky. Jamás, en su vida, pensó que bebería por una mujer, y ahí estaba, rompiendo sus propias normas, mientras se servía más licor para ahogar sus penas.

La Debilidad De Un Caballero 1 EN FISICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora