No juegues con fuego,
A menos,
Que el fuego sea yo.-David Sant.
-Te comportaste raro ésta noche-le dijo la dama mientras el Duque de Standich la ayudaba a subirse al carruaje. El hombre la imitó y se posicionó, esta vez, en el asiento frente a ella haciendo que sus rodillas se tocaran.
Claro que se había comportado raro esa noche. Había decidido ya no decirle mentiras a la dama y alguna que otra vez, mientras bailaban, se le habían salido un par de comentarios un tanto indecorosos sobre lo bien que le quedaba el vestido. Parte de todo aquello que le había montado era producto de los celos que le hacían hervir la sangre, aunque claro, el licor también estaba muy bien involucrado.
-No sé de qué me hablas-se desentendió cuando el carruaje se puso en marcha.
La luz de la luna entraba por la pequeña ventana que se encontraba en el lugar y le dejaba apreciar a la perfección los rasgos que Madeline poseía.
- ¿Ah, no?-desencajó la mandíbula. Sonaba enojada y Hunter se sorprendió prestándole toda su atención-. ¿A caso no recuerda lo grosero que fue con mi prometido al no dejarme bailar con él?
Le habló de usted.
La voz de Madeline tenía una nota de coraje que le dio una bofetada a Hunter cuando llegó a sus oídos. Lo miró esperando una respuesta, algo que justificara su absurdo
comportamiento, pero lo único que llegó fue un bache del camino en el que se atoro la rueda del carruaje haciendo que la dama rebotara en su asunto. Hunter reaccionó tomándola de la cintura para que no se callera y cuando el transporte siguió en marcha, quedaron muy cerca. Demasiado. Tanto, que la sangre de ambos comenzó a alcanzar una temperatura tentadora.Hunter apretó el agarre en esa curva femenina antes de respirar su delicioso aroma a lavanda. La tenía casi sobre su regazo, y se estaba torturando a sí mismo con la idea de tomarla justo ahí, dentro del carruaje, matando de una vez por todas las ansias que en él habitaban.
- ¿A caso no te gustó bailar conmigo?-le cuestionó con la voz ronca haciendo que la dama temblara y un sudor frío navegara por su frente-. Dime, Madeline, ¿te disgusta tenerme así de cerca?-dijo el Duque aprovechando la cercanía para levantarla por completo y sentarla sobre sus piernas.
Estaba más que confundida. Había mil emociones recorriéndole la piel. Se estaba perdiendo en él, en su olor embriagante, en la forma que tenia de pegarla a su cuerpo.
- ¿Qué me estás haciendo?-le habló presa de las sensaciones.
-Lo mismo que tú a mí-respondió, antes de acercar su boca y morder con sus dientes el labio inferior de la dama.
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La Debilidad De Un Caballero 1 EN FISICO
Ficción históricaÉl probó de su inocencia, besó sus labios con devoción y calentó su piel suave en cada zona que sus dedos fuertes tocaron. Él la hizo sentir como si un incendió floreciera en su interior. Un gusto que se le antojó como para disfrutarlo bajo el manto...