|11|

12.3K 1.2K 101
                                    

Éramos la noche y el díaPero que noche la de aquel día

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Éramos la noche y el día
Pero que noche la de aquel día.

-Irene X.

~•~

- Creo que le favorecería más el beige.

Madeline asintió con la cabeza dándole permiso a Sara para que le ayudara a vestir con el atuendo que, según ella, le quedaba mejor.

- ¿Ha recibido noticias de mi padre?- le cuestionó la dama a su doncella.

El marques se había marchado hacía apenas unos días y no podía evitar extrañarlo. Antes de ese tiempo, jamás había pasado una sola noche en la que estuviera bajo el mismo techo que su padre, y no podía evitar, a veces, sentirse insegura. Lo extrañaba. Lo extrañaba mucho.
Le hacía falta escuchar sus consejos y fundirse con el olor a pipa que siempre danzaba por su casa.

Sara se desentendió de la pregunta negando lentamente mientras le colocaba el vestido.

- Me temo que no, mi lady, pero creo que no deben de tardar en llegar a Francia y entonces se comunicaran con usted.

Sara miró con pena a la joven dama. Era sabida por muchos la enfermedad de Lady Dianna y no podía evitar pensar que la señora falleciera. Nada se comparaba a las noches en las que la marquesa hervía en fiebre y los sirvientes tenían que subir a colocar paños húmedos en su cuerpo caliente. Le rezaba a Dios cada día para que la señora se curara.

Madeline notó el semblante apagado de la doncella y examinó su rostro buscando respuestas. Abrió la boca dispuesta a cuestionar, pero unos golpes en la puerta detuvieron su pregunta.

La doncella se alejó hacia la madera, abriéndola solo un poco para cubrir el cuerpo a medio vestir.

- Excelencia- hizo una rápida reverencia al descubrir al hombre del otro lado de la puerta.
Hunter la miró con el ceño fruncido.

- ¿Dónde se encuentra Lady Lamb?- le cuestionó con la voz fuerte que poseía cuando Sara estaba frente a él. La señorita no le era una grata presencia. Mil veces preferiría desaparecerla para que dejara sola a Madeline y él, por supuesto, se pudiese aprovechar de la situación.

Sara cerró un poco más la puerta para evitar que los ojos azules del Duque navegaran por los rincones inexplorados de la dama.

- Adentro, señor- le respondió en un tono cortante.

Hunter la miró con ganas de sacarla de la habitación y entrar él mismo para hablar con ella.

«Sí, hablar» sonrió de lado.

- Hágale saber, por favor, que Lord Matthew mandó una carta comunicando que no podrá asistir al teatro hoy- quiso ocultar la felicidad de su voz, enserio que lo quiso, pero las notas felices flotaron entre el sonido de sus palabras.

La Debilidad De Un Caballero 1 EN FISICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora