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No sabes lo difícil que es Despertar pensando en tu olor Sin que tú hayas dormido aquí

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No sabes lo difícil que es
Despertar pensando en tu olor
Sin que tú hayas dormido aquí.

-Benji Verdes.

~•~

La vida es un verdugo, y la palabra se queda corta para los castigos que ofrece a todos los que cometen cualquier error, por pequeño que este sea.

Hay amores que nacieron para morir en la boca del primer beso, amores que naufragaron en el océano del engaño, amores de mentira que terminaron con el corazón roto, amores ciegos a los que les faltó luz para saber que eran amor, y amores prohibidos que fácilmente podrían ser la representación más pura del mismo, de esos que marcan la piel y el alma, de esos que te dejan con los recuerdos más dulces. Amores destinados a terminar y a castigar a quienes lo sienten, porque la vida es el verdugo de los pecadores.

Y tarde o temprano, la penitencia debe de ser pagada, ya sea en abonos o con un solo golpe mortal.

Pero el día de una boda no era momento para hablar de dolor, y en todo caso, el rostro triste de la novia lucía de más.

Madeline yacía en su habitación de pie frente a un gran espejo, admirando aquel hermoso vestido que su padre le había traído como regalo de Francia. Y se veía fantástica. Parecía una reina.

-Te ves hermosa.

Escuchó una voz que la hizo estremecer de la forma sutil que parecía tener practicada, y se volteó lentamente hacia la puerta de la habitación, encontrándose con unos hermosos ojos azules.

-¡Lo lamento tanto, Milady!-se disculpó Bianca junto al Duque-. Su Gracia abrió la puerta y no lo pude detener, en verdad que...

-No te preocupes-la cortó-. Está bien-habló con los ojos puestos sobre los de Hunter en todo momento-. Puedes retirarte-siguió hablándole a su doncella.

-Por supuesto-dió una reverencia y se marchó dejando a la pareja sola. El único consuelo que llevaba era que la puerta había quedado abierta, y Hunter fácilmente podía cerrarla, pero no lo hizo porque ya no había nada que ocultar. Todo estaba terminado.

-En verdad te ves hermosa-volvió a repetir el hombre y a Madeline se le antojó responderle que aquel traje de gala que lucía también lo hacía verse perfecto, pero se lo ahorró para ella misma-. Tu esposo será muy afortunado.

-Igual que tu prometida-le respondió y no sonó como un reproche, sino como un comentario totalmente sincero-. Violetta es afortunada.

El Duque se comenzó a balancear en sus propios pies y se tragó las ganas de decirle que todo entre ellos estaba acabado, que fue ella quién rompió el compromiso y que traía el anillo guardado en el bolsillo por si Madeline tenía ganas de dar un salto mortal con él, pero se contuvo, porque así no debían de ser las cosas.

La Debilidad De Un Caballero 1 EN FISICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora