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La frase del cap. está en la imagen. Espero lo disfruten ❤

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-¿Y a qué se debe tu repentina estadía en Londres?-le cuestionó el duque de Standich a su primo.

El despacho de Hunter estaba ocupado por Damon, León y el propietario. Tenía tanto tiempo que no estaban los tres amigos reunidos, que casi se podría decir que no se reconocían entre ellos. La única forma en que el señor Gibbs pudo decir que se encontraba ante el gran León Padraig, era el parecido que este tenía con Lord Standich.

-He venido a casarme-se encogió de hombros mientras le daba un trago al whisky que tenía en la mano.

Y dos carcajadas estridentes inundaron el lugar tras aquella confesión. Y claro, en otras circunstancias, León también se hubiera reído, pero no ahora que su futuro dependía de llevar al altar a una dama caprichosa sacada de una cuna londinense, que de seguro no querria nada más que gastarse aquel dinero que le correspondía a él por derecho. Dios, no se quería casar, era el último plan de su lista, pero maldito sea el que le propuso tal locura a su padre.

-No es gracioso-los cortó con aquel mal humo que algunas veces le agarraba. León era el hombre más contradictorio que se podía encontrar en la tierra. En un momento sonreía coqueto y seductor, y al otra estaba sacando el arma que siempre cargaba consigo y buscaba cualquier excusa para retarte a duelo-. Mi padre a muerto-sonrió con una gran expresión de triunfo en el rostro-, y el malnacido dejó expresamente prohibido que me cedieran el título si no estaba casado.

La boca del señor Gibbs se quedó abierta, totalmente sorprendido por lo que había salido de la boca de su amigo.

-¿El marques ha muerto?-cuestionó Hunter.

León sonrió con superioridad.

-Por fin lo hizo, como la rata que era.

-¿Y con quién te casarás?-esta vez, le tocó preguntar a Gibbs.

El futuro marques los miró con el rostro seco y exento de cualquier emoción.

-Ese es el lado amargo-respiró profundamente y se tomó de un solo trago el licor que quedaba en la copa de su mano-. Tal parece que, desde que era niño, estoy comprometido, señores. Mi padre hizo un trato con uno de los tipos con los que solía apostar, y perdió, como siempre. El hombre nos podía dejar en la calle con todo lo que le debíamos, así que hicieron un trato: su hija y yo nos casaríamos, y yo le daría una vida de reina, pagando así la deuda del imbécil que me dió la vida.

Las palabras del hombre salieron con odio, rabia y coraje, y eso a Hunter le asustó, porque sí había alguien que no sabía controlar su enojo, ese era León. El gran León, el rey, como solía llamarse él mismo.

Damon se aclaró la garganta sabiendo que tenía que cambiar de tema antes de que el hombre explotara a mitad del despacho y Hunter tuviera que comprar muebles nuevos.

La Debilidad De Un Caballero 1 EN FISICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora