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Sí te preguntan por qué fue que regresamos,Diles que fue porque extrañabamos el infierno que se desataba entre tu piel y la mía

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Sí te preguntan por qué fue que regresamos,
Diles que fue porque extrañabamos
el infierno que se desataba
entre tu piel y la mía.

-Autor no encontrado.

~•~

Dos semanas después.

Estimado Lord Matthew:

Admito que me hubiera gustado verlo a la cara cuando le pidiera disculpas, pero espero que entienda que una carta es mi único medio para pasar palabra con usted.

Lamento el escándalo en el que lo enredé, señor. Debe de saber que no tenía ni la menor idea de lo sucedido, y aun con mi ignorancia en medio, no me arrepiento de lo hecho.

Milord, esta es una vida que no podemos desperdiciar con penas. Lamento mucho si le hiere saber que me alegra haber evitado el error de ser su esposa, y no porque usted sea un mal hombre, que en definitiva no lo es, sino porque seria totalmente desdichada estando con alguien a quien no amo, y usted tampoco me ama a mi.

Tengo aún presente nuestra charla en el jardín, y sépase, su Gracia, que entiendo lo que siente por Lady Whitman, pero usted tiene que saber que si no corre hacia ella en estos momentos, estaría cometiendo casi un pecado.

La vida no se trata de privarse de las emociones. Debería de darse una oportunidad a usted mismo. Espero que lo haga y pueda sentir la misma felicidad que ahora reina mi corazón.

Duquesa de Standich.

Madeline dobló la hoja que tenía en su mano sientiendose de repente completamente liberada, ligerita, como si se hubiera quitado un enorme peso del pecho, y caminó hacia la puerta en busca del mayordomo para que la carta fuera entregada.

Se sentía bien liberarse del pasado que incluía a Lord Matthew, aun cuando, una parte de ella sintiera pena por él. Por todo Londres Se corría el rumor de que Violetta Whitman había desaparecido. Cientos de personas la buscaban, e incluso se susurraba que los causantes de su ausencia eran los mismos barones.

Madeline no creía en las habladurías, y hacía oídos sordos a los que decían que la dama había perdido su virtud y ya podía contraer matrimonio. Eran puras lenguas envenenadas las que susurraban palabras sin sentidos por miedo a escrutinar en su propia vida.

La rabia comenzó a calentar su sangre y tuvo que hacer a un lado los pensamientos para que el enojo no la dominara. Anduvo caminando hasta que se plantó en el recibidor con el ceño fruncido.

La Debilidad De Un Caballero 1 EN FISICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora