085 → real life

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Savannah no tenía idea de qué era, pero estaba ciento por ciento segura de que se trataba de una alucinación.

—Te juro que lo vi, Rhea.

La castaña miró de reojo a la más joven y sonrió con gracia. Actuaba ligeramente paranoica con respecto a algún fantasma que creía haber visto tan sólo un par de minutos atrás.

—Savannah...

—¡No, Rhea, no!  —La rubia negó rápidamente con la cabeza y se levantó los lentes a la altura de la frente—. Te juro, te juro que era él.

—Sav...

—Oh por Dios.

Rhea viró su cabeza al notar como su acompañante se hundía entre sus hombros para ocultarse de algo. O de alguien, como pudo ella notar.

A un par de metros de donde se hallaban había una roca que sobresalía de la arena y se alzaba por encima de donde las olas tocaban tierra.

Encima de ella, al borde, había un hombre sentado con los brazos apoyados sobre sus rodillas. Llevaba puestas unas gafas de sol, un short y una camiseta blanca de manga corta.

Miraba en dirección al océano, pero tanto a Rhea como a Savannah les dio la sensación de que no era por completo así.

—Es él.

—¿Quién? ¿Sebastian?

—¡No! Es Tom.

La rubia murmuró el nombre del sujeto como si le temiera a invocarlo junto a ellas.

Rhea la miró con la ceja alzada por unos momentos antes de girarse de vuelta hacia el sujeto, que ahora se hallaba mirándolas también.

Aún con las gafas puestas, la mujer pudo darse cuenta del parecido entre el ex novio de la rubia y aquel sujeto, por lo que, sin dudarlo, se giró como si se tratara del exorcista y se inclinó en dirección a Savannah.

—Es él. Oh por Dios, Sav, es él.

—Te lo dije.

La rubia se giró tan rápido como pudo y se enderezó mientras acomodaba sus lentes de igual manera. La castaña la miró desde su sitio en la arena y por el rabillo del ojo, observó que el castaño ya no las miraba, pero hacía amago de ponerse de pie.

—¿Irás con él?

—No... No lo sé... ¿Debería?

La castaña se encogió de hombros y la miró con preocupación.

—¿Sabes qué? Toma —Sin esperar un minuto, y notando que Hardy, si es que sí era él, comenzaba a bajar de la roca, le tendió su teléfono—. Llama a alguien, simula que te ocupas en eso y vuelve con los chicos. No estás lista y podrías arruinarlo.

Savannah no se detuvo a reprochar, sólo tomó el teléfono y marcó un número al azar. Resulta que la voz al otro lado de la línea fue una que no había escuchado desde hacía dos semanas.

—¿Savannah?

—Sebastian. ¿Qué mierda haces con el  teléfono de Chris?

—Mackie me pidió que lo escondiera. En fin, ¿necesitas algo?

Savannah miró por encima de su hombro, notando que Rhea la miraba de reojo y el que tal vez era Tom había bajado de la roca y se dirigía hacia donde ella estaba. Apresuró el paso, olvidándose de que tenía una llamada en curso.

—¿Savannah?

—¿Qué?

—Te pregunté si necesitabas algo, porque, uh... Me gustaría volver a dormir.

—Oh, uhm... Claro, lo siento, yo...

—¡Savannah!

La rubia se detuvo de pronto cuando sintió a alguien echándole un brazo al hombro. Al mirar a su derecha, se encontró con la enorme sonrisa de Mark Wahlberg, a sus espaldas estaba su hermano junto a Nate y Miguel.

—Uhm... Te llamo después.

Sin esperar respuesta, colgó la llamada y se refugió en los brazos de su “padre número dos” mientras echaba un vistazo hacia atrás. Ahora estaba cien por ciento segura de que se trataba de Tom, las gafas estaban ligeramente ladeadas mientras pretendía mirar a su alrededor. Se alcanzaba a ver la orilla de donde comenzaba su ceja tupida y sus ojos azules. O hazel.

—¿Todo bien cariño? Los chicos quieren ir a comer, ¿en dónde está Rhea?

—Sigue en la playa, me envió a buscarlos.

Diego, su hermano menor, frunció levemente su ceño al oírla y la observó de manera acusatoria, algo que Mark no notó. El castaño apretó su hombro con suavidad, casi paternalmente, y se separó.

—Iré a buscarla. Vayan al hotel, saldremos a comer algo. Todos juntos.

Los cuatro asintieron y estuvieron por echarse a caminar de vuelta cuando un segundo brazo se enredó alrededor de los hombros de la rubia. Savannah pegó un ligero brinco cuando Jack, su co protagonista en la película de Transformers, la atrajo hacia sí en un apretado abrazo.

—¡Anímate, Sav! —Exclamó el castaño, haciendo reír a los otros tres chicos a su alrededor—. Y deja ése teléfono, por Dios.

—Sí, seguro...

La rubia miró de soslayo la dirección en donde se suponía que Tom se hallaba, pero no había nadie ahí. Savannah sintió que sus piernas temblaban, por lo que se aferró a su teléfono y al torso de Jack con fuerza.

¿A dónde demonios había ido?

HAPPIER ━━Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora