094 → real life

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—Hey.

Tom se enderezó en su asiento y alzó la mirada de sus manos entrelazadas hacia la chica que se hallaba de pie junto a la mesa.

El castaño saltó de su asiento y rodeó la mesa inmediatamente para retirar la silla para que Savannah tomara asiento, y luego regresó al suyo.

Tom sonrió al verla mirar a su alrededor con una sonrisa en los labios. Además, le encantaba la sencillez que tenía la rubia para vestirse; usaba un vestido por encima de las rodillas, con sus hombros al descubierto y zapatos de tacón bajo, todo de color negro. Su cabello estaba alaciado y el maquillaje era sencillo.

Diablos, le encantaba cuando Savannah vestía con sencillez, sin tener que ser extravagante para salir a una cena.

—Luces hermosa.

Tom repitió las palabras dentro de su cabeza una y otra vez hasta que se cansó de ellas, pero no de la sonrisa que Savannah le dedicó. Una sonrisa suave y pequeña.

—Gracias.

Entonces, Savannah lo miró de arriba abajo con una risita escapando de sus labios.

—Tu también luces bien, quizás incluso mejor que yo.

A Savannah siempre le había gustado como lucía Tom usando trajes, por más sencillos que estos fueran. Ésa noche, llevaba puestos unos pantalones de un azul oscuro junto a un chaleco del mismo color, con una camisa blanca y remangada hasta los codos.

El castaño sacudió su cabeza y ambos guardaron silencio para cuando el mesero llegó a pedirles su orden. Una vez que el joven se retiró con su orden, reanudaron su charla.

—Entonces... El motivo de ésta cena es...

—Una cena —Tom se encogió de hombros—. Nada más y nada menos.

Savannah alzó una de sus cejas y volvió a mirar a su alrededor, queriéndole decir, sin el uso de palabras, que eso no parecía ser una simple cena.

El sitio era demasiado... Romántico para ellos. Era en uno de los balcones con vista a la isla y al océano, y tenía lucecitas adornando el barandal y el balcón, y a pesar de que la decoración de la mesa era sencilla, se veía lo suficiente linda para hacerlo pasar por una cita romántica, con velas y una botella de vino tinto aguardando por ellos.

Ella deseaba que se tratara de una cita, en verdad, pero no quería hacerse esperanzas. Ni quería que Tom lo hiciera igualmente.

—Sé que no luce como eso. Solamente quería hacer algo especial por ti, antes de... De...

Su voz se apagó lentamente y de a poco, ocasionando que las esperanzas de Savannah se hundieran en el océano aledaño a ellos. Se lo veía venir.

Sin embargo, se forzó a sí misma a sonreír, a enseñarle, a lucir como si no le afectara en lo más mínimo pero lo cierto era que eso la destrozaba, vaya que lo hacía.

—Claro.

Savannah intentó que su cambio de estado de ánimo no se mostrara en su rostro, así que lo giró en dirección al océano y lo observó fijamente, repasando por igual las lucecillas que se veían a lo lejos de la ciudad y la zona principal, donde la mayoría de los turistas se paseaban.

Le era difícil de creer que esto estuviera sucediendo, que Tom se hubiera si quiera tomado la molestia de seguirla hasta Grecia, de esperar a que estuviera lista, de darle una segunda maldita oportunidad de explicarse simplemente para terminarlo todo.

Era un golpe bajo, no como el que ella le había dado, pero definitivamente un golpe bajo.

—Hey.

Savannah alzó una de sus cejas, pero no volteó el rostro para encararlo. Tom carraspeó, tratando de llamar su atención o hacer que mínimo lo mirara, pero la rubia se rehusaba.

—¿Estás bien?

—Sí, sólo que me siento más tranquila mirando el océano.

Toma también miró el océano, buscando la tranquilidad que ella encontraba en el, pero siéndole imposible. Su corazón no dejaba de golpear su caja torácica, y el aliento se le quedaba atrapado dentro de los pulmones cuando las luces de las velas iluminaban los ojos verdosos de la rubia frente a él.

El tiempo pasó lento sin ninguna conversación entre ellos, ni siquiera cuando les trajeron la cena. Ellos no hablaron en ningún instante, y Savannah ni siquiera lo miraba.

Quizás había hecho mal en decir lo que dijo, quizás debió haber esperado, quizás tuvo que haber suavizado antes sus palabras para que la situación no se pusiera incómoda.

Y pensar que todo había comenzado tan bien...

—¿Savannah?

—Dime.

La rubia alzó su cabeza del platillo frente a ella y le sonrió. Algo en su mirada no le permitió sentirse tranquilo.

—¿Estás bien?

—Sí. Muy bien.

La conversación volvió a morir. Tom golpeteó su pierna ritmicamente contra el suelo, impacientándose con el terrorífico silencio que se cernía sobre ambos como una enorme sombra.

—No quise decirlo así...

Savannah no respondió.

—En realidad, no quise decir eso.

Savannah no se movió.

La rubia permaneció con la mirada puesta sobre las luces de la ciudad al otro lado, con una pequeña sonrisa adornando sus labios.

Ni siquiera estaba esforzándose en lucir molesta, o decepcionada, o herida. Ella sólo estaba sonriendo, nada más, y ni siquiera su sonrisa lucía afectada. A Tom le extrañaba aquello, porque era una sonrisa demasiado genuina como para ser fingida.

—¿Estás segura de que encuentras bien?

—Hey, Tom —La rubia estiró su mano y tomó la del castaño entre las suya, y de inmediato, el cuerpo de Tom se relajó y el movimiento de su pierna se detuvo—. No importa, para eso me trajiste aquí, ¿cierto? Es demasiado, debo de admitir, pero está bien, fue mi culpa después de todo y no tengo ningún derecho a estar molesta. Está bien.

Parecía que el "está bien" era para tratar de convencerse a sí misma de que estaba bien, a pesar de que sonaba flojo. Pero cuando la rubia apretó su mano y le reaseguró con una sonrisa que todo estaba bien, él creyó que lo mejor para ambos sería creer en sus palabras.

—Ahora —Savannah le soltó la mano y se enderezó en su sitio, ésta vez mirándolo a los ojos—. Cuéntame, ¿qué haz hecho éste último mes, uh?

Lo único que no era convincente de su inesperado cambio y de su deslumbrante sonrisa, eran sus ojos. Su verde mirada lucía tan vacía como la botella de vino que poco a poco comenzaba a acabarse.

Quizás, pensó Savannah, mientras observaba que los ojos hazel de Tom eran iluminados por la luz de las velas, y que sus labios se curvaban en una sonrisa, quizás Chris estaba equivocado, y Tom ya no me ama.

HAPPIER ━━Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora