Capítulo 23: No quiero despertar

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Apuesto que a finalizar este capítulo, me odiaran.

...†...

Calle abrió sus ojos - Esto no puede ser - Se dijo en voz alta, su respiración agitada - No, no dime qué no fue un sueño - Está comentó, y se agarró el cabello.

El reloj empezó a sonar, pues la chica se había levantado antes de que sonara. Lo miró, y con rabia lo tomo arrojándolo contra la pared, haciendo que este se rompiera en pedazos.

Está pasó sus dedos, temblorosamente por sus labios «Se sintió tan real» pensó, un nudo formandose en su garganta. Gruño, golpeando su cama antes de pararse, y caminar hacia su baño, desprendiendo la ropa que llevaba, y metiéndose a bañar, dejando que el agua recorriera su cuerpo llevándose con ella la rabia que sentía, calmandose un poco.

Al terminar, tomo una sudadera blanca, y un mahón azul claro, con unos zapatos y se encaminó hacia la cocina. Se sentía demasiado cansada como para maquillarse y peinarse, por lo que decidió amarrarse el cabello en una dona desordenada, y colocarse sus gafas.

Se preparó una tostada de queso, y se marchó, tomando su mochila, y las llaves de su motora.

Sintió su celular vibrar, con la esperanza de que fuese Poché, recibió un mensaje de un número desconocido.

Al abrirlo vio una foto, aún no descargaba, pues decidió leer el mensaje.

Desconocido:

[Foto]
Entiende que ella ya tiene dueño

Calle espero a que descargará, y cuando subió su corazón se detuvo, podías escuchar la línea de que había muerto en su interior.

El contenido era de Poché, en una cama, solo tenia su ropa interior, y la mano de una chico reposando en su abdomen.

«Esto confirma que todo lo de la amenaza, el momento en el que la defendí, el beso y cuando nos fuimos, fue solo un sueño» Pensó destrozada.

- Era demasiado bueno para ser verdad - se confesó así misma, y guardo el móvil, colocándolo en modo avión, al no querer saber nada de nadie.

Está encendió su motora luego de montarse, dejando el casco a un lado, al no querer usarlo esa vez, dejándose que el viento fresco de por las mañanas la relajara, sabiendo que iría al infierno.

- Calle, te vez horrible - Burlo Camila, con un tono de preocupación - ¿Que te ah pasado? - Preguntó seguido.

Apague la motora, y me baje, cambiando hacia el edificio - Nada, no eh podido dormir bien últimamente - fue lo único que dijo.

Camila la observó - ¿Como que no has podido dormir bien? - Siguió preguntando, acelerando el paso al ver como Calle aumentaba su velocidad.

- Simplemente no eh podido dormir, me la eh pasado teniendo pesadillas, es todo - Contestó con un tono irritado.

Está freno una vez dió la vuelta de la esquina, viendo a Juan, el que había visto aquella vez en el bar, al lado de la peli-azul, quien parecía aburrida, buscando algo, u alguien.

Juan levantó la vista, encontrándose con la de Calle, y sonrió victoriosamente, inclinándose y tomando a la peli-azul por el mentón, juntando sus labios, está pudo notar como Poché no reaccionaba.

La castaña sintió amarga su boca, y unas ganas de vomitar horribles, está se cubrió la boca.

- ¿Calle, te encuentras b...? - Las palabras de Camila fueron interrumpidas por un empujón de parte de Calle quien había empezado a correr hacia la dirección en la que habían venido, entrando con prisa al baño. Entro a uno de los cubículos, y colocó sus manos en sus muslos, expulsando lo que se había comido de desayuno.

Una vez finalizar esa labor, salió de este, recostandose de lavamanos y limpiándose las manos y la boca.

- Calle, si te sentías mal, ¿por qué viniste? - Camila comentó preocupada, posicionando una mano en su espalda.

La castaña no decía nada, simplemente cubría su rostro, en el momento que levantó la vista se encontró con la mirada de Poché a través del espejo, quien la estaba observando desde la puerta con preocupación y curiosidad.

Calle se reincorporó - Es verdad Camila, debí haberme quedado en la casa - Comentó evadiendo verlas a ambas a los ojos - Excúsame con los maestros me tengo que ir - fue lo último que dijo, pero se maldijo al darse cuenta que tenía que pasar por el lado de la peli-azul.

Cuando iba a pasarle, sintió un agarre en su brazo y al observarle, se percató que había sido Poché quien la había agarrado.

- ¿Te encuentras bien? ¿Podemos hablar? - Poché dijo dudosa, sus manos temblaban, miedo a lo que la castaña le podía contestar, pues no la veía desde la vez que se quedó dormida luego de recuperar su bolso.

Calle negó con la cabeza, sus ojos cerrados, para no encontrarse con esos ojos avellana que la volvía loca, esos ojos que la hacían sentir como si si tuviera el cielo en sus manos.

- ¡Poché! Avanza, ¿por qué te demoras tanto? - La voz masculina de un chico, hizo que Calle reaccionara, alejándose bruscamente de la peli-azul, quien retrocedió un paso.

- Tú novio te llama - La castaña comentó entre dientes, enfatizando la palabras "novio", antes de marcharse por la puerta.

- Tenía que ser, entiende que ella es mía y de nadie más sucia lesbiana - La voz masculina de Juan se escuchó en una burla, Poché salió de inmediato, viendo como Calle observaba a su novio, con una combinación de rabia, celos, tristeza y... Se les notaban vacíos, pidiendo devuelta sus gafas.

A los que Poché se cubrió la boca «Mierda, ¿Que ah pasado con el brillo hermoso de sus ojos?» La peli-azul camino hacia donde el dúo, y abofeteo al chico.

- Ya déjala de molestar, y regresale las gafas - Poché le gruñó con furia, tomando el accesorio en sus manos, y voltenadose, ignorando el quejido de su pareja.

Calle tomo las gafas, mirando hacia el lado - Gracias - fue lo único que comentó, antes de salir corriendo una vez más.

«Calle, eres una verdadera y estúpida cobarde, que ah pasado con tu lado coqueta, ese lado juguetón» Su conciencia le dijo.

- Lo perdí - Fue lo único que susurro montándose en su motora y una vez más arrancando, dirigiéndose a su casa.

Era una ventaja vivir sola, pues tenías la casa siempre para ti, y nadie te preguntaba por qué has llegado temprano, pero a la vez se sentía horrible, pues jamás tenías con quién hablar y desahogarte.

Lo siguió a su habitación, rompiendo en llanto, un vez que toco su cama. Las lágrimas bajaban en cataratas, como si todo le estuviera dando ahora, una cosa tras otra desde el momento que perdió a sus padres.

Y un pensamiento invadió su mente, uno solo, que fue el único que la hizo volverse a levantar de la cama, en busca de algo, un objeto que le cambiaría su dolor, o eso era lo que pensaba.

«No quiero volver a despertar»

El Arte De Cupido - Primer Libro - [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora