Capítulo 24: Solo una conexión de amor

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Poché se le veía inquieta, pues luego de que pasó la escena en el pasillo escolar, tuvo un encuentro con su novio.

– ¿Por qué la has defendido a ella? – Este preguntó furioso.

Ella lo miró al chico, un disimular la cara de perro que llevaba, pues en esos momentos quería darle una paliza.

– Por qué eres un imbécil, ella no ah hecho nada como para que le dijeras eso – Ella lo confrontó, cruzando sus manos al frente de sus pechos.

Él observó hacia el suelo – Es lesbiana, eso es más que suficiente como para molestarla, alguien como ella es enferma – Comentó con desagrado.

Poché sonrió de lado – Sabes algo Juan, estás soltero – Le dijo sin más ni menos, con la sonrisa intacta.

– ¿Me estás dejando? – Este preguntó atónito a la situación.

Ella burlo – Y sordo, déjame aclararte algo, nosotros – Ella lo señalo, y se señalo a si misma – Ya no existe – Terminó, juntando las manos, y colocando el borde de sus dedos en los labios antes de darse la vuelta – Una cosa más, dile al profesor que eh cogido una enfermedad llamada lesbianismo, y no podré asistir a su clase – Finalizó, caminando hacia donde Camila quien la estaba observando desde la puerta del baño.

– A mí nadie me deja – Él gruño, caminando furiosos hacia donde ella.

– Pues siéntete honorado, que la primera vez sea alguien tan hermosa como yo – Ella finalizó, empujando su pelo hacia atrás.

– Holis chicas – Sebastián saludo, a lo que Juan paro en seco, pues detras de él venía Juanpa, Juliana y Mario.

Este trago hondo y la miro a los ojos – Esto no se acaba aquí – Él le comento entre dientes, marchandose del lugar.

Poché se quedo callada, observando a sus amigos antes de sentir un fuerte dolor de cabeza, aguantandose el cabello.

– Algo no anda bien – Comentó al instante, antes de ver la imagen de Calle en su mente.

– Poché, ¿Te encuentras bien? –

– ¿Que sucede? –

Camila y Sebastián preguntaron al momento.

– Daniela – Fue lo único que dijo, antes de mirarle a los ojos – Necesito ver a Daniela – Continuó.

Esto se sorprendieron, pues era una de las pocas veces que habían escuchado a Poché llamarla por el nombre, o si no, jamás lo habían escuchado.

Está los ignoró, y corrió a su auto, sacando con desesperación las llaves, pues el dolor era pulsante, y la estaba haciendo agonizar.

Otra imagen se le hizo presente, y está encendió el auto, arrancando al instante, está había guiado, sin música algo que le era imperdonable, pero inevitable.

«¿Qué mierdas estás haciendo?» Se preguntó.

Al llegar a su destino estacionó el auto, bajandose de este, olvidando atrás las llaves y la puerta abierta.

– ¡¿CALLE?! – Está grito desesperada, tocando la puerta, la cual tenía seguro, luego de unos minutos, se empezó a preocupar más.

Se alejó de la puerta y observó por las ventanas, viendo la del cuarto de Calle abierta, sin pensarlo, busco una forma de trepar. Visualizando un árbol cerca, está respiró profundo.

– Tú puedes hacerlo – Se dijo a si misma, empezando a escalarlo, varias veces luego de resbalarse logro subir, sus manos raspadas por el tranco de este, una vez adentro, busco con la mirada a la castaña, que no se le era visible.

– ¡¿CALLE!? – Está volvió a preguntar, al percatarse que la mochila de esta se encontraba en el lugar.

Se le era horrible gritar, con aquel dolor de cabeza, y las constantes imágenes de la castaña en sus pensamientos.

El sonido del agua llamo su atención, a lo que está miro a la puerta del baño, la observó dudando si abrirla o no.

– A la mierda, que me pelee luego – Se dijo a si misma, caminando hacia la puerta.

Para su sorpresa se encontraba abierta, empezó a abrirla con lentitud, visualizando gotas de sangre en el suelo. «Pero que...» seguido de estos, habían pedazos de vidrio por donde quiera.

– ¿Calle? – Está volvió a mencionar, su tono siendo débil.

Una vez la puerta estaba completamente abierta, se percató del espejo, que solo tenía varios pedazos aún en el, los otros había quedado en el lavamanos y en el suelo, algunos manchados de sangre.

Su mirada siguió escaneando el lugar, hasta que vió a Daniela, sentanda en la ducha, su ropa aún puesta, pero el abrigo tenía las mangas alzadas, dejando notar los brazos cubiertos de sangre y un sollozo siendo ahogado por el agua que provenía de la ducha.

Poché no pudo evitar las lágrimas que se le escapaban de los ojos, dirigiéndose rápidamente hacia esta.

– No, no, no, esto no Calle, por favor – Le dijo desesperada, apagando el agua y sentándose a su lado, habían demasiadas cortadas, entre hondas y superficiales, y largas y cortas.

El dolor de cabeza de esta se había disminuido, pero aún se le hacia presente y cada vez que Calle se quejaba del ardor, Poché sentía un pulsar horrible en su cabeza.

La peli-azul llamo a la ambulancia, sintiendo como el pulso de la chica iba debilitándose.

– Calle, no me hagas esto, por favor, no vengas a dejarme – Está seguía susurrándole al oido mientras, la movía suavemente y le acarriciaba el pelo.

Aún habiendo limpiado, sus heridas, había perdido la sangre suficiente para estar en estado de preocupación, y aún con las vendas, estás ya se habían empapado completas.

Poche no sabía qué hacer, nada más que susurrarle palabras cariñosas,  asegurarle que todo iba a estar bien, y prometerle que jamás se iría de su lado.

La ambulancia llegó, y Poché se negó rotundamente a dejarla sola, en especial en ese estado, pues los enfermeros no se vieron más que obligados, a dejarla ir con ellos.

Poché sabía que la herida más profunda era la vertical, y tenía demasiado miedo en perderla.

– ¡Se nos va! ¡Se nos va! – Gritaron a mitad de viaje, apurados empezaron a  verificar a la chica.

En el momento que aquella máquina se quedó en la linea, dejandole saber a la peli-azul el paro cardíaco, está al instante volvió a sentir un dolor de cabeza, haciendo que se desmayará, solo escuchando como le gritaban a ella preocupación en sus voces, antes de que todo se volviera oscuro.

El Arte De Cupido - Primer Libro - [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora