El Arte De Cupido - Primer Libro - [Editando]

Capítulo 30: Una noche para olvidar

Ya eran las 7 de la noche, y Poché había perdido la cuenta de los vasos que Mario le había comprado, luego del tercero. Solo sabía que su cuerpo ya había empezado a moverse con el ritmo de la música y que el chico estaba cerca de ella.

Está duraba varias músicas bailando, y cuando se cansaba iba y se tomaba otro vaso, el alcohol en su sistema era demasiado, pues ya actuaba sin pensar y lo más probable era que al otro día no se iba a recordar.

– Oye Poché, ya vámonos a la casa – Mario le susurró al oído, este solo se había tomado dos tragos, ya que el era el que estaba guiando.

– No... Ugh... Tem-prajo – Está luchaba para sacar las palabras, las cuales terminaban siendo incoherentes para el que la escuchaba.

Sebastián seguía dudando, si era bueno dejarla en manos de Mario, ya que este le lleva teniendo ganas desde que la vió.

– ¿Seguro que la llaveros directo a la casa? – Este preguntó viendo como Mario la observaba, con esa lujuria en sus ojos, y Poché quien apenas se podía levantar del taburete.

– Pues claro, ¿por quien me crees? – Este comentó con un tono burlón y sarcástico.

Sebastián iba a reclamarle, pero fue interrumpido por el jefe, a lo que le extendieron la hora de salida, y se resigno.

– Como me enteré que a pasado algo, no será lindo lo que haga – Este amenazó pues ya el sabía las jugadas de Mario, y él no solía entrometerse, pero esta vez era diferente, le había tomado demasiado apareció a la peli-azul, y sabía muy bien lo que está sentía por Calle aún así sea que lo negará.

Mario se bufó, un poco ofendido – Venga Poché, te tengo que llevar a la casa – Este comentó colocando una mano en la área baja de la espalda de la chica, moviendo una de los brazos de la chica por su cuello, para ayudarla a estabilizarse.

– Yo... Ño... Me quieto irsh – Está balbuceo.

– Ya has bebido lo suficiente, de seguro tu padre me matará si te ve así – Este murmuró, y la saco del edificio casi tambaleándose.

Poché se le quedó mirando un buen rato, a lo que el chico la colocaba en el asiento pasajero, y se encaminaba al del conductor.

– Tendré que llevarte a mi casa para que tomes agua y te normalices un poco – Este comentó sin más y encendió el auto.

Poché se sentía extrañada a las acciones del chico, pues notaba como le miraba, aunque a causa del alcohol no podía actuar, mucho menos coherente, y solo culpaba que el alcohol era el que tenía ese efecto.

Está cerró los ojos, recostandose su cabeza en la ventana, incómoda por como se movía y le impedía tranquilidad, decidió bajar el asiento recostandose mejor en este.

Mario la miro de reojo, dejando su vista analizar a la chica, prácticamente desnudando la en su mente, inconsientemente lambiendose el labio inferior «Hare que te olvides de Calle y tú confusión» Pensó el chico, levantando una de sus manos y acercándola al muslo de la chica, pero no la toco, solo la detuvo centímetros alejados.

La regreso a su sitio y se concentró en observar a la carretera, sintiendo como se calentaba su cuerpo cada vez más, bajando una de sus mano entremedio de sus piernas.

Poché no tenía idea de lo que estaba pasando, mucho menos de lo que iba a suceder pues su estado no eran de los más favorable.

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Calle quien aún seguía intrigada por quien era la peli-azul, ya había enviado varios mensajes a la chica, pues se había sorprendido al ya tener su número.

– Me siento tan idiota – Se murmuró para si misma – Como es que pude olvidar a alguien tan hermosa – se regaño, sintiéndose un poco frustrada.

Llevando su mirada hacia las paredes no la ayudaban, pues el blanco la hacia sofocarse un poco. Está se empezó a sentir un poco mareada, aunque no supiera bien la razón decidió tomar una siesta.

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Mario ya había llegado a la casa, cogiendo a la peli-azul entre sus manos, y caminando hacia el interior de la casa.

– Al fin en casa – Este susurro en un tono ronco, dirigiéndose a su habitación, y recostandose a la chica en la cama.

Está se encontraba adormilada, a lo que no se percató cuando Mario se empezó a subir encima de ella, llevando su mano por debajo de la blusa, y alzandola.

Poché abrió los ojos, y hizo una mueca, aguantando la mano del chico – No – Fue lo único que dijo, a lo que fue ignorada, pues está con fuerza tomo la mano y la colocó sobre su cabeza, contra la cama, inclinándose y depositando un beso forzosos en sus labios.

Está intentaba de zafarse, pero el licor que llevaba en su sistema era imposible de quitar.

– Ni lo intentes, eh drogado tus bebidas – Este confesó, sabiendo que la chica quería salirse, y que al otro día no recordaría nada.

Este le quitó la blusa, dejando un camino de besos desde el cuello hasta el ombligo, subiendo y besando el espacio entremedio de los senos, arrancando el sostén, sin importar el raspón que le hizo la tela.

Una vez dejando la parte superior expuesta, este sonrió volviendo a bajar y tomando uno de esto en su boca, demostrando brusquedad.

Su mano bajo hacia la entrepierna de la chica, desabrochando el botón. Poché ya se había vuelto un desmadre entre gritos y llantos, pues no tenía la fuerza de escaparse – Calle – dejó escapar en una, haciendo que el chico se enfadará, y golpeara la cara de la chica.

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Calle se levantó de golpe, sudando, un poco mareada, mientras continuas imágenes de Poché aparecían en su mente, pues aunque aún no supiera bien cómo se conocieron y mucho menos de quien era, su preocupación aumento sin ninguna explicación, tomando su móvil y buscando el número de la chica.

Le marco, pero no hubo éxito en las primeras tres llamadas, dejando varios mensajes luego, sintiendo como cada vez se frustraba.

– ¿Que mierdas es esto que siento? – Se preguntó observando el móvil, que luego de unos minutos, le devolvieron una llamada.

La cual no dudo ni un segundo en contestar – ¿Poché? ¿Estás bien? – preguntó sin pensar.

†Oh ella está de lo más bien† La voz de un chico contestó, causando una confusión en el rostro de la chica.