Capítulo 34: Sr. Garzón

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Calle no podía dejar de pensar en cómo reaccionaría el Sr. Garzón, pues aún no lo conocía en persona, y el conocerlo de esta forma no le gustaría para nada.

Está sintió, como el cuerpo de la pequeña se ponía un poco más pesado, y al mirarle, vio que está se había quedado dormida, con un leve ronquido demasiado suave y adorable como para molestarle.

«Debería ser ilegal ser así de adorable» Calle pensó con una sonrisa genuina, mientras acomodaba a la chica en su espalda.

Luego de unos 25 minutos caminando, finalmente llegó a la casa de la peli-azul, tomo un hondo respiro, y toco la puerta de la casa con su pierna, unos segundos pasaron antes de que fuera recibida por un señor mayor quien levantó la ceja al escontrarse con la pareja.

– ¿Pensé que la había dejado ir anoche con una chico? ¿Y me pueden explicar por qué llegó ahora? – Este comentó un poco rudo.

A lo que Calle entre cerró los ojos – Um... Yo... ¿P-Puedo e-entrar? La chica no están liviana luego de cierto tiempo – Está confesó, sintiendo sus piernas temblar un poco, y su brazo doler.

Este asintió, y las dejo pasar – El cuarto de Poché está en el segundo piso a la derecha – este indicó.

Calle asintió y se dirigió a la escaleras, encontrándose con otra chica un tanto parecida a Poché.

– Oh Calle, qué milagro que estés fuera del hospital – Está dijo con un tono suave y sacó su celular tomando una foto de la adorable escena.

– ¿Cómo es que sabes mi apellido? – Está preguntó curiosa.

– Se mucha más que eso – Está confesó sonriendo a lo bien que había quedado la imagen, y lo guardo, subiendo pasa salirse del caminó.

Calle asintió prosiguiendo su camino y dirigiéndose al cuarto de la chica, depósito a esta con cuidado en la cama, y tomo a la hermana por la mano, caminando hacia el primer piso, encontrándose a el padre de Poché.

– Necesito hablar seriamente con ustedes – Está empezó – Mi nombre es Daniela Calle, y amiga de su hija – Está explicó.

Valentina levantó una ceja – ¿Amiga? – está preguntó confundida.

– Algo pasó anoche con Poché – Está comentó observando hacia abajo, nerviosamente jugando con sus dedos.

– ¡SABIA QUE NO DEBÍ HABER DEJADO A ESE MUCHACHO LLEVARSELA! – el Sr. Garzón gritó, haciendo que Calle y Vale se sobresaltaran.

– Papá tranquilo, no debe ser tan grave, ¿Cierto, Calle? – Vale comentó, intentando tranquilizar al adulto.

Calle tragó hondo – Pues verás... – Está pausó no sabía cómo decirlo.

– Apurale chica, que me estás impacientando, ¿Que le sucedió a mi niña? – Este preguntó frustrandose.

– Pochefueabusadasexualmente – Está comentó deprisa, cubriéndose la cara.

Estos no reaccionaron al instantes, sus expresiones destacaban que estaban confundidos, intentando de averiguar lo que la castaña había comentado. Luego de unos minutos, a ambos le cayó como un balde de agua fría.

Valentina abrió los ojos, y miró hacia su padre, quien se había quedado serio, este se levantó despacio, caminando hacia su habitación.

– Esto no va a estar lindo – Valentina murmuró un tanto preocupada, caminado hacia su padre.

Calle se quedó petrificada en el lugar, pues ninguna de sus estremidades quería responderle, no estaba segura que debía hacer, sabía que tenía que llegar a la estación de policía, pero Poché se encontraba dormida, y no quería despertarla, sabía muy bien que debía estar todavía cansada.

Además de qué no había comido en toda la mañana, se encontraba en el mismo medio de la sala, hablando por primera vez con el padre de Poché, de un tema no muy lindo, y escuchando voces furiosas provenir del cuarto del señor, sintiendo su boca seca, y su estómago revuelto.

«¿Por qué lado era que estaba la puerta? Creo que me queda demasiado lejos, ¿La ventana? Me podría cortar más y es algo que no quiero. ¿Me hago la muerta? Ni que fuera un animal, Joder ¿que hago?» Pensó mirando al padre de la chica con una caja en sus manos, caminando nuevamente hacia el sofá, con una tranquilidad que le erizo los pelos del cuerpo a Calle del miedo.

– Papá, no lo hagas, prometiste que no la volverías a sacar – Valentina le comentó – ¡Le dijiste a mamá que no volverías a esos caminos! – Está grito un poco desesperada.

– Las promesas algún día se tienen que romper, y yo no me voy a quedar con los brazos mientras y infeliz este vivo – Este comentó con un tono brusco, lleno de enojó.

Calle trago hondo, observando cómo el tipo sacaba un paño blanco, dejando ver una revólver, este sonrió al verla – Que bueno es volver a tenerte en mis manos – Susurró sacando las balas, limpiandolas y colocando las balas una a una.

«¿Debería correr ahora?» mirando con terror, la forma en al que este miraba su arma.

Este levantó la vista, mirando a su hija  – Hay cosas que se deben de arriesgar para el bien de los demás – Este comentó y se levantó del sofá, llevando la mira hacia Calle – ¿Donde se encuentra? – Este preguntó.

Calle no podía reaccionar todavía se encontraba en un trance del que no encontraba forma de salir.

– Papá, por favor, ya estuviste en la cárcel una vez, no quiero tener que verte tras las rejas nuevamente – Valentina sollozó, intentando de calmar al padre.

El padre la miró – ¿Tú crees que a mí me importa estar en la cárcel? Yo gobierno esos sitios – este gruño y señalo hacia las escaleras – han abusado de tu hermana, mi niña hermosa sexualmente, y ¿piensas que me quedaré con la manos cruzada? – este comentó incrédulo – Debes de saber que cuando uno hace algo tiene consecuencias, y en guerra avisada no hay muertos, a el yo le avisé de antemano – Miro a Calle – Es hora de que pagué – Este finalizó levantando la mano y apuntando a la castaña, quien reaccionó levantando las manos – ¿Donde esta el muchacho? – Dijo entre dientes.

– ¡Papá! – un gritó provino de detrás de ellos, causando que el gatillo de disparará, el sonido haciendo eco en toda la casa.

El Arte De Cupido - Primer Libro - [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora