Jeff
Nunca había tenido que ir a un psicólogo, al menos no yo. Emily había tenido unas sesiones, pero eran de control y terminaron rápido al darse cuenta que estaba bien.
Hoy era primera vez que iría a una sesión real y con Adam.
Intenté no sonreír, pero que Adam confiara en mí y que la misma psicóloga creyera que mi compañía era algo importante para él me hacía feliz.
Emily fue a su escuela bastante emocionada, me encantaba ver cómo su emoción no disminuía al paso de los días, supongo que siempre había querido aprender en un lugar donde pudiera ser ella misma sin sentirse diferente. Mamá prometió estar atenta en caso de que nos atrasáramos. Adam había insistido que no era necesario, decía que sus sesiones eran solo de una a dos horas máximo, pero no estaba de más prevenir.
— ¿Listo?
— Si, creo ¿No hay que llevar nada? Si me hace un examen psicológico sorpresa fallaré, si me internan es tu culpa.
— No harán eso ¿Que rayos crees que un psicólogo?
— Um, alguien que puede apuntarme con el dedo y decirme que estoy loco, supongo.
Adam negó mientras reía, como si hubiera dicho una estupidez.
— Ese es el psiquiatra.
Y el resto del camino Adam intentó explicarme la diferencia. Como era el psiquiatra quien diagnosticaba enfermedades y tiene la facultad de medicar a las personas, en cambio el psicólogo era la persona que te ayuda a superar los problemas, evaluando cada palabra y acción para entender los problemas que guardas y orientando la terapia en la dirección que necesitas.
— Aquí es, deja estacionar.
Creía que vería una clínica, pero parecía un edificio cualquiera.
— ¿Aquí?
— Si, la psicóloga trabaja en la clínica donde llevamos a Emily, pero no me gustaba llegar y avisar que iba al área de psicología y psiquiatría. Era tonto, pero en ese momento lo que menos quería era que los demás supieran que estaba mal, así que ella me avisó de esto, tiene un oficina aquí, donde todo se ve más personal y directo.
— Si algún día ves que necesite un psicólogo, consigueme uno así.
Adam saludó al portero y fue directo al ascensor.
Había un pequeño cuaderno en el brazo de Adam, parecía nervioso cuando lo tomó mientras bajaba del auto, casi como si quisiera ocultarlo, así que me contuve de preguntar.
— ¿Cómo cuántas veces has venido?
— Muchas, después de lo de papá teníamos dos citas semanales, luego fue una y luego mensual— Adam me sonrió, luciendo un poco avergonzado—. Disminuyen según mejoró, ella misma a dicho que estoy mejor y creo que es desde que te volví a ver.
Sonreí, intentando aceptar la pequeña punzada en mi pecho. Sabía que lo de Adam se desencadenó por la tragedia de su familia, pero no podía evitar la culpa de haberlo abandonado, sentía que esa culpa jamás se iría. Nunca iba a poder hacerlo recuperar los años que perdió por Emily, pero sabía que me había perdonado, y debía aceptar eso.
— Aquí es— Adam se detuvo frente a una puerta que indicaba el número 554. Tocó el timbre y esperó.
Una mujer se asomó con una sonrisa. Parecía a mitad de los cuarenta, y tenía el tipo de rostro que te hace pensar que está siempre sonriendo. Su rostro ya de base sonriente, sonrió aún más al vernos.
ESTÁS LEYENDO
Cuando hay una familia [Terminada]
Romance"- Está embarazado, felicidades- Anunció el doctor con una gran sonrisa. En mis veinticinco años de vida nunca hubiera creído que tres palabras fueran a ser suficiente para derrumbar mi mundo entero" Luego de huir por cuatro años, Jeff vuelve a reen...