Capítulo Ocho

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Nos encontramos con el Audi negro de mi madre justo junto a la acera cuando salimos del edificio

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Nos encontramos con el Audi negro de mi madre justo junto a la acera cuando salimos del edificio. El resto del estacionamiento esta casi vacío.

—Lo que faltaba —susurro cuando baja del auto y camina con dirección a nosotros.

—Señora Wrestler —Levy la saluda con una enorme sonrisa en la cara.

—Hola Levy, ¿cómo están tus padres? —responde ella mientras yo fijo la mirada en toda una colonia de hormigas que avanza justo debajo de nuestros pies.

—Muy bien, señora —Levy se fuerza a contestar y después hay un incómodo silencio en el que siento sus miradas en mí—. Tengo que irme —anuncia mi amigo logrando que lo mire y sus ojos se disculpan por abandonarme—. Suerte, Maddie —agrega antes de prácticamente correr hacía su carro.

—Mi padre me trajo a la escuela en la mañana y ahora tú lograste hacer un espacio para mí en tu ocupada agenda —reprocho cuando mi madre me mira como un perro rogando por comida—. Vaya, ¡como quisiera haberme enterado de todo esto hace años! —exclamo.

—Madison —suspira ante mi sarcasmo.

—¿Qué? ¿Tienes una nueva hipótesis que quieres probar en mí? —Sus ojos se llenan de lágrimas y lo único que logro sentir es asco.

—Por favor déjame explicarte —suplica cuando comienzo a caminar—. Madison, por favor. ¡Escúchame! —Me toma por el brazo y de inmediato me giro para enfrentarla liberarme bruscamente de su agarre.

—¡No vuelvas a tocarme! —le advierto. Ella me mira como si no fuera culpable de nada y el hecho de que lo haga me hace odiarla cada vez más—. Voy al estúpido carro —anuncio continuando mi camino.

Cuando comienza a manejar, hago mi mejor esfuerzo por abstenerme de llorar concentrándome en el trayecto y la música clásica que proviene del radio e inútilmente trata de cortar la tensión que se siente en el aire y no es hasta que la casa está metros por detrás de nosotros que miro a mi madre.

Las lágrimas escurren por su cara mientras llora en silencio, pero como lo hacía yo hasta hace segundos. Sus ojos únicamente se fijan en la calle.

Cuando nos detenemos lo hacemos justo afuera de un McDonald's y no sé a dónde quiere llegar con ello, pero cuando baja del carro, la curiosidad me obliga a hacerlo también y seguirla dentro del restaurante.

Me siento en una mesa al fondo del vacío restaurante junto a una ventana desde donde observo a una mujer delgada y de cabello anaranjado caminando de la mano con una niña muy pequeña y que tiene su mismo color de cabello. La mira con una enorme sonrisa en su rostro mientras pone toda su atención en lo que la mujer le dice.

Minutos después mi madre aparece con dos órdenes de papas y refrescos. Coloca la charola en el centro de la mesa y toma una de las ordenes antes de sentarse justo frente a mí y comenzar a comer como si nada. Me recargo en el respaldo del sillón de plástico y cruzo los brazos esperando a que hable, pero luego de solo verla comer diez papas, pierdo la paciencia.

[BORRADOR] EL CÓDIGO QUE NOS UNE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora