Capítulo Cuarenta y Cuatro

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Las cientos de fotos que tengo de Madison mientras aún estaba dentro del laboratorio me provocan una nostalgia tan intensa que me hace sentir un hueco enorme en mi interior

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Las cientos de fotos que tengo de Madison mientras aún estaba dentro del laboratorio me provocan una nostalgia tan intensa que me hace sentir un hueco enorme en mi interior.

La dulce niña de ojos verdes y brillantes me mira con una sonrisa gigantesca desde las fotografías haciéndome extrañar cada momento que la tuve a mi lado. Era una niña especial y con el paso de los años al verla convertirse en alguien tan fuerte e independiente como era, me hizo creer que verdaderamente lo había logrado; que había cambiado su vida.

Pero no fue así.

Debí de habérmela llevado lejos de todo esto y mantenerla a salvo de quien sea que quisiera lastimarla. Debí de haber tomado a esa tierna niña y darle la vida que realmente se merecía. Era mi deber protegerla madre, pero en cambio, la utilicé para intentar reparar el daño yo misma le causé.

Anoche me lleve el susto más grande de mi vida, pues su cerebro ha comenzado a desconectarse.

En medio de una conversación con su amigo, perdió la noción de lo que estaba pasando. Lo olvidó a él y mientras el pobre chico me llamo aterrado al ver lo que sucedía; también se olvidó de mí.

Se lastimó porque quería escapar de nosotros. No tenía ni idea de lo que estaba pasando o quienes éramos o de porque estaba experimentando tanto dolor y mientras eso pasaba yo no podía dejar de pensar en cuanto quería volver en el tiempo al momento de nuestra última conversación y cambiar lo que dije y lo que hice.

No quería que lo último que recordara de mí fuera eso. No quiero.

La cama se hunde cuando alguien se sienta a mi lado y me toma toda la fuerza del mundo no romper a llorar cuando Sean pone su mano en mi hombro.

—¿Está...? —No logro siquiera completar la pregunta.

—Está preguntando por ti —me informa.

—¿Por mí? —contesto esperanzada.

—Está teniendo un momento de lucidez, pero, así como puede ser para siempre, bien podría también no durar mucho tiempo —señala.

—Realmente va a morir, ¿cierto? —lo miro—. Ya no hay nada que hacer....

—Lo siento mucho Gina —murmura—. Sé lo mucho que significa para ti.

Suspiro y en medio de mi mejor esfuerzo por retener el llanto que me asfixia, me fuerzo a ponerme de pie.

En la sala de pruebas, Madison habla con una enorme sonrisa en el rostro y ríe en compañía de su mejor amigo, su novio, Sarah y Alison.

Luce mucho mejor gracias al efecto del Signefrex que de seguro es el mismo aparato que le está permitiendo tener este momento lúcido. El que dejó que retiraran el tubo que drenaba agua de su pulmón y que le quitó una gran parte del color amarillo que se adueñaba de su piel. El mismo que la deja respirar por su cuenta en estos momentos y que logró que su corazón recuperara la fuerza necesaria para mantenerla con vida al menos un par de horas más.

[BORRADOR] EL CÓDIGO QUE NOS UNE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora