Capítulo Dos

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La vibración de mi celular me despierta horas después con una llamada por holograma y de nadie más que del mismísimo Samuel Rodgers; también conocido como el Señor Perfecto de la Preparatoria Autumn y amor platónico de Anne desde hace poco más de ...

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La vibración de mi celular me despierta horas después con una llamada por holograma y de nadie más que del mismísimo Samuel Rodgers; también conocido como el Señor Perfecto de la Preparatoria Autumn y amor platónico de Anne desde hace poco más de tres años.

Me quedo mirando el teléfono parpadeando por un largo rato hasta que la llamada se rechaza automáticamente.

Sam, es un chico bastante atractivo a los ojos de cualquiera; cabello rubio y ojos azules combinados con un cuerpo fuerte y musculo; una tentación para cualquiera, pero basta con tener un poco de sentido común para darse cuenta de que no es más que un patán, capitán del equipo de futbol de la escuela, que quiere a cualquiera que se le cruce enfrente y que si algo no puede tolerar es el rechazo.

Vaya lección que está aprendiendo conmigo.

Recibo un nuevo mensaje de texto y me basta con sentir la vibración del celular en mi mano para saber que se trata nuevamente de él.

7:23PM SAM: Hola Madison, es viernes y habrá juego en la escuela. Todas mis anotaciones serán para ti.

Me río al leer el tan esperado mensaje y comienzo a pensar en una posible respuesta antes de que Sarah entre en mi habitación.

Otro mensaje.

7:25PM SAM: ¿Te veo ahí?

—Tus padres te esperan para cenar —anuncia Sarah.

—Es Sam, de nuevo —contesto antes de proyecta el mensaje desde mi teléfono para que ella pueda leerlo.

—Madison, deberías de darle una oportunidad a ese pobre chico —ríe sentándose junto a mí.

—¡Oh, Sarah! ¡No imaginas cuanto daría por besarlo como recompensa a sus tantas anotaciones que tendrá esta noche! —bromeo escribiendo rápidamente una respuesta.

No me gusta el futbol, pero estoy segura de que no te harán falta admiradoras —lee—. ¡Madison Wrestler! ¿Estás consciente que Anne te matará por esto? —me interroga antes de darme un codazo.

—Ella no se va a enterar —respondo en mi camino a lavarme las manos.

—¿Algún día me presentarás a alguien digno de ti? —pregunta cuando su silueta aparece en el espejo de mi baño.

—¡Claro! El día que conozca a alguien que de verdad valga la pena —contesto.

En el comedor, los platos ya están servidos sobre el enorme rectángulo que le da forma y que nuevamente es más grande de lo necesario para tres personas.

Teo me abre la silla frente a mi madre y tomo asiento.

Mi padre está sentado como usualmente lo hace, a la cabecera de la mesa; vestido con traje y corbata. Su atuendo típico para la cena y para existir.

Mi madre, tiene su largo y rubio cabello recogido en un moño grueso y alto y viste con un bonito vestido rojo sin hombros.

La cena es una pasta con camarones al ajo que huele y se ve deliciosa, acompañada de rodajas de pan a la mantequilla y servida con vino blanco. Sin duda uno de los mejores platillos que prepara Martha.

—¿Qué tal la escuela hoy? —Mi madre comienza con la misma rutina de todas las noches que intenta eliminar el incómodo silencio que abunda siempre en nuestras cenas.

—Volví a ser la calificación más alta en otra de mis clases —respondo antes de llenarme la boca con pasta—, si consideras eso algo nuevo.

Recibo una mirada desaprobatoria por parte de mi padre.

—Lo siento —me disculpo.

El resto de la cena, lo único que se escucha el ruido ocasional de los cubiertos contra los platos.

—Llamó el señor Jones hoy para confirmar tu entrenamiento de mañana —Mi madre intenta entablar de nuevo una conversación. Refiriéndose como el señor Jones a Michael, mi entrenador de tenis.

—No quiero entrenar esta semana —contesto.

O nunca más, pienso. Luego de dieciséis años practicando todos los fines de semana, suena lógico querer un poco de tiempo libre, ¿no?

Mi padre le lanza una mirada como de advertencia a mi madre al escuchar mi respuesta.

—Tengo mucha tarea —agrego antes de que puedan decir algo más, en un intento por detener el intercambio de miradas que de pronto surge entre ellos dos.

—Está bien, Madison —concuerda mi comprensiva madre—, podemos cancelarla.

La tortura termina cuando el teléfono de mi padre recibe una llamada y éste la toma inmediatamente como si su vida entera dependiera de ésta. Llama a mi madre y luego ambos salen al jardín abandonándome como usualmente lo hacen para terminar de comer completamente sola.

Tan pronto saco mi celular, éste comienza a mostrarme mis mensajes en hologramas. Cinco seguidos de Anne rogándome que la acompañe al juego de esta noche y dos más de Sam que enlistan las razones por las que debería de ir a verlo jugar; de las cuales ninguna resulta convincente.

8:37PM MADISON: Lo siento Anne, no tengo ánimos de ver al señor perfecto y sus secuaces.

Respondo al mensaje y luego contesto a su amado con un simple: «será otro día» y luego de ayudar a Sarah a recoger la cocina; anuncio mis planes para esta noche.

—¿Monopoly? —sugiero.

—Eres increíble —Sarah ríe guardando el último plato que quedaba fuera de su lugar—. ¿Realmente prefieres quedarte en casa a jugar un antiguo juego de comprar y vender propiedades irreales con tu nana?

—Y cualquier otra persona que quiera unírseme para vencerte. ¿Cierto Teo?

—Yo paso —Teo responde alzando las manos mientras continúa resguardando la puerta como un oficial al mando. Sonrío a Sarah.

—Entonces, me temo que seré solo yo.

—Entonces, me temo que seré solo yo

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