Capítulo Treinta y Tres

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—¿Realmente te estás quedando dormida? —Dylan se burla cuando mis ojos están por cerrarse

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—¿Realmente te estás quedando dormida? —Dylan se burla cuando mis ojos están por cerrarse. Estoy recargada contra su pecho mientras vemos una película bastante aburrida que se proyecta en la pared frente a mi cama.

—Está bastante aburrida —admito y él sacude la cabeza antes de besarme en la frente.

—Eso es porque no le estás prestando atención —responde pausando la grabación para que no podamos perdernos ni un sólo momento.

«¡Eso sería terrible!»

—Debes entender lo que quiso plantear el director.

—¿Quizás quiso plantear que sus espectadores se quedaran dormidos? —me burlo ganándome un intenso beso como respuesta.

—¡Madison! —Sarah nos sorprende a mitad del beso—. ¿Divertidos? —se burla cuando la miramos—. Parece que estoy a la mitad de un auténtico episodio de Kiss & Tell.

Me ruborizo.

—Ya sé de dónde sacaste tu humor —señala Dylan haciéndonos romper a ambas en carcajadas.

—¿Qué quieres Sarah? —pregunto y ella sonríe enormemente.

—¡Está aquí! —exclama.

—¿Quién? ¿La psicóloga? —pregunto tomando un poco del agua que tengo en la mesita junto a mi cama.

—El señor perfecto.

Me atraganto.

— ¡¿Qué?!

—¿Estás sorda? ¡Samuel Rodgers está en el jardín!

—Oh —es todo lo que consigo contestar y ambos me miran esperando mi próximo movimiento—. ¿Y qué hace aquí?

—Yo que sé, no vino a buscarme a mí, eso te lo aseguro —responde—. ¡Será mejor que lo averigües tú misma y rápido! —Pongo los ojos en blanco ante su emoción y me fuerzo a ponerme de pie saliendo de la habitación con Dylan detrás de mí.

Me encuentro con todo un camino hecho de pétalos de rosas en el jardín que me guía hacia donde el mismísimo Samuel Rodgers con su jersey de americano y mis amigas que sonríen como tontas esperan por mí.

En su mano izquierda, el rubio sostiene un ramo de flores y en la otra un tierno cachorro Golden Retriever con el mismo jersey que él viste y un globo sujeto al collar del perro con enormes letras en las que se leen:

¿Quieres ir al baile conmigo?

«La graduación».

Ni siquiera recordaba que estuviera tan cerca. Mi mente estaba ocupada en cosas mucho más importantes que un estúpido baile de preparatoria.

—Esto tiene que ser una broma —murmuro, pero termino diciéndolo en voz tan alta que Dylan alcanza a escuchar.

—¿Quién es ese? —se burla y lo ignoro obligándome a caminar hasta Sam pensando en una perfecta excusa que cuando estoy frente a él aun no logro formular.

—Hola Madison —saluda.

—Hola —respondo lo mejor que puedo.

—Te ves preciosa —agrega y esta vez únicamente sonrío por el cumplido—. ¿Qué dices? ¿Te gustaría ir al baile conmigo?

—Sam yo...

—Aguarda te traje esto —me interrumpe entregándome torpemente al cachorro que enseguida me lame la cara—. Y esto —me da las flores y tengo que hacer malabares para poder sostener todo, por fortuna, Dylan lo nota y me ayuda.

—Esto es muy lindo, gracias, Sam —me sonríe.

—Anne me dijo que te gustan los perros —la pelirroja sonríe enormemente y tomo nota mental para «agradecerle» más tarde.

—Sam, la verdad es que no puedo ir al baile contigo porque... —empiezo la oración antes de tener una excusa que sirva para no sonar tan grosera, pero entonces Dylan decide abrir la boca.

—Irá conmigo —. Mis ojos se abren de par en par.

«Sutil».

—¿Y tú eres? —pregunta Sam enseguida.

—Su novio —pierdo el aire y me pongo tan roja como las flores que sostengo en mis manos al escuchar su respuesta. Jessica y Anne me miran con las quijadas en el suelo.

—¿Es eso cierto? —me pregunta Sam.

—S-sí—titubeo.

—P-pero se supone que debemos ir juntos... soy Samuel Rodgers —tartamudea—, tú eres Madison Wrestler. ¿Recuerdas? ¿La pareja perfecta?

—Sam, eso fue solo un estúpido premio —respondo—, puedes ir con quien tú quieras, hay miles de chicas a las que les encantaría ir contigo y yo no soy una de ellas. Lo siento.

—Wow —resopla—. Ni siquiera eres tan bonita... ¿Quién diablos te crees que eres?

—Más vale que cuides lo que dices, amigo —Dylan da un paso al frente y Sam responde de la misma manera.

—Sam, creo que debes irte —señalo antes de que esto de un giro diferente.

—Sí, Sam. Creo que debes irte —repite Dylan.

—Como sea, ni siquiera vales la pena —ladra peinando su cabello y luego simplemente se marcha completamente indignado.

—Parece un buen tipo —Dylan rompe en carcajadas.

—Me recordaste a él cuando recién te conocí —señalo.

—¿Quién diablos te crees que eres? No eres tan bonita como para decir eso —bromea haciéndome reír antes de darme el beso más dulce que haya recibido jamás.

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[BORRADOR] EL CÓDIGO QUE NOS UNE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora