🚧(Hola. Gracias por tu interés en mi historia. ¡Te recomiendo leer la edición final que puedes encontrar en mi perfil ya que este es un borrador y muchas cosas han cambiado! ¡Me dará gusto verte allá!) 🚧
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En un futuro donde la experimentación h...
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Llora. Por quinta vez en el día.
La cabeza podría explotarme de escucharla llorar un segundo más. Mi estrés está en un punto de quiebre.
—¡Ya basta Alison! —grito por encima de sus propios llantos y el volumen de la televisión ya también lo suficientemente alto.
—¡Quiero más chocolate! —reniega.
—Te dije que debías comer algo y no lo hiciste —la regaño señalando la barra de la cocina donde su comida continúa esperando por ella—. ¡No habrá más chocolate!
—¡No quiero eso! —grita. Su cara está roja por el esfuerzo que hace al llorar.
—¡No me importa! —replico. Estoy consciente de que esto no nos llevará a ningún lado, pero me es imposible quedarme calmada ante su repentina rebeldía—. ¡Tampoco quiero seguir escuchándote y mira! Ninguna obtiene lo que quiere.
—¡No te quiero!
—Oh no, eso rompe mi corazón.
—¡Te odio! —grita recordando la palabra que le enseñe tan solo horas atrás y eso es todo lo que soporto.
— ¿Sabes qué? ¡Estoy harta de ti! —la tomo por la muñeca arrastrándola hasta el baño—. ¡Te voy a dar un baño helado para que tengas una buena razón para odiarme! —tan pronto la amenazo ella sale corriendo de vuelta a la habitación y cuando la persigo la encuentro escudándose junto a la cama.
—No quiero agua —solloza cambiando por completo su actitud. Sonrío en mi interior.
«¿Por qué no hice eso antes?»
—No quiero más berrinches ¿te quedo claro? —Asiente—. Vas a comer tu comida cuando yo te lo diga y si digo no es no. ¿Entiendes? —agrego sonando como una completa mandona y ella asiente de nuevo—. La próxima vez habrá mucha agua y agujas. ¿Es eso lo que quieres? —Sacude la cabeza justo al tiempo que alguien llama a la puerta—. Eso pensé.
Tomo una gran bocanada de aire antes de abrir y cuando lo hago, encuentro a Dylan. Sostiene un ramo de hermosas flores en su mano derecha y para ponerle fin a mi autoridad, una malteada de chocolate en la otra.
«Tiene que ser una broma».
—¡Malteada! —Una Alison completamente diferente a la que tenía gritándome hace tan solo segundos, sale corriendo de la habitación directo a Dylan, quien sin dudarlo, le entrega su obsequio haciéndola regresar por donde vino.
—Sabía que le gustaría —anuncia satisfecho.
—No tienes ni idea —respondo poniendo los ojos en blanco antes de notar la presencia de una mujer a su lado—. ¿Quién eres tú?
—Hola, Madison. Mi nombre es Olivia —se apresura a decir extendiéndome la mano. Dylan mantiene sus ojos en las flores que sostiene—. Soy... prima de Dylan. —
Oh.
Le estrecho de inmediato la mano antes de que termine odiándome por grosera y después los invito a pasar.
—¿Estás bien? —le murmuro a Dylan, que, en lugar de responder, solo me entrega las flores.
—Estaba pensando que... podríamos... digo, si quieres... —me dice como si lo tuviera completamente ensayado.
—¿Si...? —presiono completamente a propósito y hasta entonces me mira con una tímida sonrisa.
—¿Quieres salir? —pregunta.
—¿Ahorita? ¿A dónde? —añado divertida y él traga saliva.
—Santa Mónica —sugiere—. Podría enseñarte a surfear y ya sabes... caminar en la arena... mirar el atardecer... ir a la feria —sonrío cuando desvía la mirada al hablar. Es divertido verlo así—. Olivia puede cuidar de Alison. De ese modo solo seremos tú y yo... y la playa.
—¿Qué hay de los turistas? —agrego para molestarlo y eso lo hace mirarme suplicante. Me río—. La verdad me encantaría, pero hoy no es el mejor día para Alison... no para de hacer berrinches.
—Ella...
—Te sorprendería lo buena que soy con los niños —dice su prima luego de haber estado examinando todo el lugar—. Te garantizo que ella estará muy bien conmigo.
—No lo sé —dudo.
—Por favor —me sonríe Dylan—, quiero retomar lo que comenzamos ayer.
«Vamos, la niña estará bien, no la estarás dejando sola o con alguien extraño... o al menos no del todo si es familia de Dylan». Mi mente contradice mis instintos. «Aparte el pobre chico parece que tendrá un colapso nervioso si le dices que no».
—¿Por favor? —insiste y yo sonrío.
—Está bien —digo rendida—, solo por un par de horas.
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