Capítulo Treinta y Seis

65 10 1
                                    


Sin exagerar creo que me pruebo veinte vestidos diferentes en una misma tienda

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sin exagerar creo que me pruebo veinte vestidos diferentes en una misma tienda. La encargada va y viene vuelta loca cargando con los vestidos que mi madre le entrega para que me pruebe y me cuesta demasiado seguirle el ritmo, cada que salgo de un vestido para entrar en otro siento como si fuera a caer inconsciente y nadie fuera a notarlo porque quedaría sepultada debajo de la enorme pila de vestidos que descarto o, mejor dicho, que ella descarta.

Si fuera por mí me habría quedado con el primero que me puse y que, según la encargada, "lucía fantástico en mí," pero, en cambio, solo intento complacer a mi madre que luce extremadamente entusiasmada criticando cada uno de los vestidos que me pruebo.

«No me gusta el escote tan amplio», dijo sobre aquel vestido negro, «preferiría un poco más de pedrería en ese corsé», comentó acerca del vestido rojo justo cuando antes había preferido menos brillo en el vestido azul. «No entiendo la idea de hacer un vestido de dos piezas. En todo caso sería una blusa y una falda larga y pesada», señaló, "ese vestido no deja mucho a la imaginación," concluyó sobre el amarillo.

Créanme, si su pasión no hubiera sido la medicina, no me sorprendería el hecho de que le hubiera encantado convertirse en diseñadora de modas o algo por el estilo. Es asombrosa dibujando y siempre ha tenido normas estrictas cuando se trata de moda o la forma en que alguien debe lucir:

«Mucho es demasiado pero poco no es suficiente», es la frase que crecí escuchado, algo que para mí es un tanto exagerado, pero que, para ella, siempre ha sido vital.

Me pregunto si habrá sido así como me crearon en aquel laboratorio: "démosles a sus ojos el color verde de los ojos de Sean." "El cabello rubio y los ojos de color son demasiado comunes, démosle a su cabello un tono más oscuro." "No me gusta una apariencia tan débil y delgada, hagámosla lucir con un cuerpo más fuerte, sano y esbelto."

—¡Me encanta ese! ¡Es perfecto! —mi madre chilla cuando salgo del probador por milésima vez y me mira con los ojos completamente cristalizados—. ¿Te gusta?

Ni siquiera me he visto al espejo, perdí el interés luego del vestido número diez. Lo más que sé es que es del mismo verde que tienen mis ojos.

—Sí, es muy bonito —contesto mostrándole la mejor sonrisa de la que soy capaz.

—¡Llevaremos ese! —le informa a la encargada y luego busca por su teléfono que comienza a sonar a todo volumen en la boutique.

Me tomo mi tiempo en cambiarme mientras ella toma la llamada y cuando salgo, la expresión de su rostro es completamente diferente a la que tenía cuando me fui. Tiene la mirada ausente, la piel completamente pálida y luce como si hubiera visto un auténtico fantasma.

—Mamá, ¿estás bien? —pregunto—. ¿Qué sucede?

—Nos citaron mañana para escuchar el veredicto del juez.

Los nervios y la ansiedad comienzan a apoderarse de inmediato de mí.

«¿Será positivo? ¿Lo habremos convencido? ¿Lo logramos?»

—Lo siento —se disculpa y la miro realmente confundida—, realmente quería estar ahí contigo.

Esas palabras, me hacen comprenderlo todo.

Desde que tengo memoria mis padres jamás asistieron a ningún evento escolar mío. Las presentaciones de primavera, las celebraciones de navidad, torneos de tenis, graduaciones, nada. Siempre estaban demasiado ocupados para asistir a esos eventos. Siempre éramos Sarah y yo. Ella filmaba todo, pero incluso desde pequeña me hacía a la idea de que si no tenían tiempo de verme presentarlo no iban a tener tiempo de sentarse a mirarlo en un proyector.

Su emoción no era por comprar un vestido o por llevarme al baile para celebrar con mi primer novio. No era por celebrar que luego de todo esto al final me iré a la universidad.

No.

Fue porque luego de catorce años finalmente podría acompañarme en algo y yo simplemente ya estaba acostumbrada a que nunca lo hiciera.

Fue porque luego de catorce años finalmente podría acompañarme en algo y yo simplemente ya estaba acostumbrada a que nunca lo hiciera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
[BORRADOR] EL CÓDIGO QUE NOS UNE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora