Capítulo Veintiocho

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La charla entre Dylan y Levy es lo que me despierta

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La charla entre Dylan y Levy es lo que me despierta. Arriba hay otra conversación tomando lugar entre mi padre, Wen y mi madre donde no logro entender nada de lo que dicen, pero sus gritos son suficientes para dejarme saber que están discutiendo.

Siento como si no hubiera dormido en años. Mis párpados se niegan a mantenerse abiertos y la garganta me duele como si estuviera a punto de enfermarme.

¿Debería tener un abogado?

Encuentro a ambos chicos detrás del sofá, recargados contra una pared mientras comen lo que parece ser la clásica ensalada de frutas que Martha prepara por las mañanas. El estómago me gruñe.

—No —responde Levy—, mi madre se encargará de todo.

—¿Qué sucede? —pregunto con la voz ronca. Dylan se apresura a entregarme mi plato de fruta.

—Buenos días —sonríe.

—Buenos días —respondo—. ¿Qué sucede allá arriba?

—Acaban de notificar a Wen de la demanda —informa Levy.

—¿Por eso tanto alboroto? —contesto antes de meter un trozo de sandía a mi boca. Tiene un extraño y desagradable sabor.

—Bueno, Wen no lo tomó nada bien —contesta comiendo una uva al igual que yo y esta vez su horrible sabor me revuelve tanto el estómago que termino vomitando en el suelo.

—¡Madison! —Uno de los chicos recoge mi cabello mientras las arqueadas continúan y no puedo parar.

—¿Estás bien? —me soban la espalda.

«No creo que esté bien. No estaría pasando esto si estuviera bien».

—Agua —pido y casi enseguida me entregan un pequeño vaso que en cuanto toca mi boca, también termina en el piso. Mi madre aparece de pronto a mi lado y cuando consigo calmarme toma mi cara en sus manos.

—Cariño, ¿estás bien? Estás ardiendo —dice preocupada.

—Estoy bien —respondo antes de que un cansancio terrible se apodere de mí junto con una punzada de dolor agudo en la frente—. Quiero volver a dormir —digo luchando contra mis ojos que de un momento a otro comienzan a cerrarse de nuevo. Mi madre me mira completamente extrañada, su ceño se ha fruncido y sus ojos me miran sin saber cómo reaccionar.

—Recuéstate. Eso te hará sentir mejor —dice acariciando mi cabello. Obedezco y tan pronto lo hago comienzo a quedarme dormida—. Vas... vas a estar bien —la escucho decir—. ¿Saben si le dieron algo? —pregunta y no logro escuchar lo que responden los chicos, pero supongo que dicen que no.

 ¿Saben si le dieron algo? —pregunta y no logro escuchar lo que responden los chicos, pero supongo que dicen que no

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[BORRADOR] EL CÓDIGO QUE NOS UNE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora