Capítulo Once

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Cuatro horas después, cuando por fin estamos lo suficientemente lejos de San Francisco; comienzo a sentir un poco de alivio

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Cuatro horas después, cuando por fin estamos lo suficientemente lejos de San Francisco; comienzo a sentir un poco de alivio.

Afuera todo es oscuridad y son casi las dos de la mañana cuando la lluvia cesa. Por el retrovisor puedo ver a la niña, que me hace sonreír al encontrarla recargando su palma de la mano sobre la ventana para después ver como la huella de vapor que deja desaparece en cuestión de segundos.

Despierto en un estacionamiento subterráneo con carros estacionados frente a paredes con un numero señalado en cada lote

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Despierto en un estacionamiento subterráneo con carros estacionados frente a paredes con un numero señalado en cada lote. El nuestro es el doce.

—Buenos días —exclama Levy cuando lo miro—. Luces increíblemente sexy cuando duermes.

—Cállate —respondo adormilada—. ¿Dónde estamos?

—En Marte —bromea y tengo que fijarme en el tablero del auto para obtener una respuesta real.

«Los ángeles. 3:47 a.m.».

—Tú primera vez en Los Ángeles y te pierdes la grandiosa entrada, ¿cuál fue el punto de traerte hasta acá? —continúa molestándome y solo pongo los ojos en blanco mientras intento terminar de despertar.

Tomamos un elevador, convenientemente situado en el centro del estacionamiento y subimos hasta el piso tres de la torre seis pisos de apartamentos. Al llegar, observo con atención el lugar. El piso es bastante amplio con paredes de color blanco con preciosas pinturas que decoran formalmente el lugar. Una alfombra gris se extiende con elegancia por todo el piso formado por un largo corredor. Hay puertas que también están numeradas a cada lado del pasillo; una frente a la otra y Levy nos guía hasta nuevamente encontrar el numero doce.

El apartamento es sorprendentemente enorme y hermoso; la alfombra de afuera continúa por todo el lugar. Hay un balcón en la parte de afuera protegido por un barandal gris  que regala una maravillosa vista a la ciudad que ahora mismo parece estar únicamente formada por luces centelleantes.

La cocina a la izquierda de la puerta es bastante pequeña a comparación de la que hay en casa; tiene una barra que cumple la función de un comedor y cuatro sillas altas a su alrededor.

[BORRADOR] EL CÓDIGO QUE NOS UNE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora