Capítulo Seis

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Decido tomar un baño caliente y a pesar de que el objetivo es relajarme, termino dándole vueltas a todo en mi cabeza una y otra vez: la conversación con mi madre, la explicación de Levy, la información de internet y la niña en la habitación sin la...

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Decido tomar un baño caliente y a pesar de que el objetivo es relajarme, termino dándole vueltas a todo en mi cabeza una y otra vez: la conversación con mi madre, la explicación de Levy, la información de internet y la niña en la habitación sin la menor idea de lo que es la vida real.

No entiendo cómo la gente pueda ser tan egoísta que es capaz de hacer sufrir a gente inocente para obtener algún beneficio y, ante todo, lastimando niños que no tienen idea de qué es lo que están haciendo con ellos.

Las preguntas me consumen por dentro una y otra vez hasta que decido salir de la bañera con una nueva idea en la cabeza.

«Hablaré con mis padres, ellos le darán sentido a todo esto. Me explicarán y entonces sabré que hacer».

Me pongo una blusa negra y un pantalón holgado color verde militar y después me pongo un poco de maquillaje. Tan pronto como termino, salgo hecha un manojo de nervios de la habitación y me dispongo a bajar hasta la sala, de donde escucho la voz de mi padre.

—¿Cuál sería esa prueba?

Se a lo que se refiere de inmediato y la curiosidad vence a mis miedos. Me siento cuidadosamente en el escalón y escucho el resto de la conversación mientras ruego porque Sarah no aparezca para darme todo un sermón sobre el porqué no debería de estar haciendo esto.

—El frío —el acento británico del otro hombre me eriza la piel.

—Pero Wen, puede morir congelada, es demasiado riesgo —objeta mi madre.

—Si muere crearemos otro, ya está algo grande —decreta el hombre recordándome lo que leí hace unas horas.

«¿Planean liberar a la niña?»

—No se pierde nada y así podremos comprobar la prueba pasada —concluye el doctor Hoffman.

—¿No se pierde nada? —mi madre me lee la mente—. ¿Qué hay de la vida de la niña?

—Georgina, se habló de esto contigo cuando se aprobó la creación de este nuevo experimento, es su única función y nada más. Es una niña inútil y lo sabes —insiste el mismo científico que comienza a crear una enorme sensación de odio en mi interior.

«No hay forma de que mis padres accedan. Lo que dice es absurdo. ¿No deberían estar todos de acuerdo para proceder?»

—Pero puede ser útil, podemos dejarla vivir —replica mi madre— enseñarla a vivir... como lo hicimos con Madison.

Me paralizo mirando al gran salón justo debajo de mí. La última frase repitiéndose dolorosamente dentro de mi cabeza como un disco rayado.

«Como lo hicimos con Madison».

Las lágrimas comienzan a salir rápidamente de mis ojos y corren por mis mejillas.

No sé cuánto tiempo pasa hasta que recobro la cordura, pero cuando lo hago un solo pensamiento reemplaza a todos los anteriores.

[BORRADOR] EL CÓDIGO QUE NOS UNE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora