Capítulo Treinta y Cinco

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Luego de todo un día de estar con mis amigas y con Dylan hablando de lo que pasó la semana pasada

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Luego de todo un día de estar con mis amigas y con Dylan hablando de lo que pasó la semana pasada. Finalmente tenemos nuestro momento a solas sentados en la orilla de la alberca con las piernas sumergidas hasta las rodillas en el agua. Sin importar lo más que él intentó doblar sus jeans, ahora están más oscuros de algunas partes por lo mojado.

—Así que novios, ¿eh? —lo cuestiono.

Sobre nosotros algunas estrellas ya comienzan a brillar. Él sonríe tímidamente y luego fija la vista en el agua bajo nosotros.

—Deberías de agradecerme por haberte salvado de una noche con ese... tipejo —responde con una pequeña mueca al final.

— ¿Estás celoso de Samuel Rodgers? —me burlo.

—¿Tuvieron algo?

—¿Aparte de compartir un estúpido premio?

—¿La pareja perfecta? —levanta las cejas.

—No es para nada lo que piensas —me rio cuando o balbucea como un niño.

—Su reacción dice lo contrario —alega y yo sacudo la cabeza.

—Mi escuela hace premiaciones tontas todos los años para los mejores estudiantes, los mejores deportistas, los más atractivos...

—La pareja perfecta —agrega.

—El premio más tonto de todos es el de los más perfectos —él se ríe ante el nombre tan ridículo—. ¿Lo ves? Es tonto.

—Déjame adivinar. ¡Ganaste esa cosa! —ríe.

—Desgraciadamente —admito arrugando la nariz al aceptarlo.

—Imagina lo que harán cuando se enteren que prácticamente fuiste creada para ganar eso —bromea, pero muy en el fondo hace que algo se estruje en mi interior.

Nos quedamos por un momento en silencio, pero eso solo logra hacerlo pensar más.

—¿A qué va todo eso por cierto? —pregunta—. ¿Puedes leer mis pensamientos y levantar cosas con la mente y todo eso? —Lo miro—. ¡¿Levantar un tráiler sobre tus hombros?!

—Eres un tonto —me rio.

—¡¿Qué?! Solo intento conocerte, no me dispares con tu mirada de rayos láser —contesta empujándome. Le fuerzo una sonrisa en respuesta.

—No soy tan fantástica —contesto.

—¿Qué eres entonces?

—Honestamente, no lo sé —confieso—. ¿Un error?

—¿Por qué pensarías eso? Lo que sea que haya pasado, no fue tu culpa —dice.

—Lo sé, pero... No dejo de pensar en qué hubiera pasado de haberlo hecho bien, ¿sabes? Si tan solo hubiera sido más fuerte...

[BORRADOR] EL CÓDIGO QUE NOS UNE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora