Capítulo Veinticuatro

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La detengo demasiado tarde porque justo cuando vuelvo a bajar mi playera, ella está pálida cubriéndose la boca con la mano

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La detengo demasiado tarde porque justo cuando vuelvo a bajar mi playera, ella está pálida cubriéndose la boca con la mano.

«Asombroso».

—¡¿Qué pasó?! —pregunta, pero antes de que pueda responder cualquier cosa, ella alza la mano para hacerme callar y luego sacude la cabeza—. ¿Quién... quien te hizo eso? —titubea y por un momento luce como si fuera a caer desmayada.

—¿Estás bien? —le pregunto. Sus cejas se vuelven una sola.

—Dylan. ¿Qué fue lo que hiciste? —dice lentamente y su voz suena como si fuera completamente capaz de cometer un homicidio aquí y ahora. Me quedo helado y sin respuestas—. ¡Maldición! ¡Sabía que esto iba a pasar!

—Madison... —intento decir antes de que se ponga de pie y lance un montón de arena directo a mis ojos—. ¡Madison! —la llamo parándome como puedo y corro hacia ella que ya ha logrado avanzar una considerable distancia.

Tomo su mano y algo se rompe en mi interior por la forma en la que me mira cuando voltea a verme.

«¿Qué demonios fue lo que hice?»

—Por favor dime que la conocías —llora. Su mirada está acabando conmigo—. ¡Dime que conocías a esa mujer! —Miro al piso sin hacer o decir nada más y eso solo consigue que ella me empuje del abdomen provocándome un enorme dolor que sin duda alguna merezco.

Al mirarla pareciera como si fuera a disculparse, pero la verdad es que merezco que se desquite con todo lo que tenga por lo idiota que soy.

—Lo siento. —Es lo único que consigo decir y las lágrimas salen rápidamente de sus ojos antes de que se aleje de mí—. ¡Madison, trataba de protegerte! —chillo.

«¿La protegía a ella o a mí?»

No puedo caminar a su paso, el cuerpo me duele y los ojos me arden como nunca.

—¡Te juro que nada de esto fue mi intención! —se detiene en seco.

—¿No fue tu intención? ¿No intentabas mantenerme alejada de Alison? —me acusa con desprecio—. Sabes que, déjalo. Todo es mi culpa por haber sido tan estúpida y creerte.

—¿Creer qué? —pregunto a pesar de ya saber la respuesta.

—Que mi instinto estaba mal por desconfiar de ti y pensar que solo jugabas conmigo. Por creer que eras parte de todo esto. ¡Por presentir que en cualquier momento harías justamente esto! —grita—. Yo lo sabía. ¡Lo sabía! Pero tu... tu jugaste lo suficiente conmigo para hacerme creer lo contrario. ¡Felicidades! ¡Ganaste!

Ignoro el dolor en cada fibra de mi cuerpo para seguirla cuando continua caminando hasta que logro tomarla de la muñeca y obligarla a mirarme de nuevo.

—No estoy jugando nada —digo y eso me hace ganar una fuerte bofetada que tengo más que merecida.

—¡Estoy harta de que todos me mientan! ¡¿Y tú te atreves a venir y hacerlo en mi cara?!

—Te juro que no estoy mintiendo —contesto y de pronto me resulta imposible leerla—. Realmente lo siento, ¿de acuerdo? Nunca pensé que algo así iba a pasar, yo solo... yo solo quería conocerte, te lo juro. Puede que sea un maldito mentiroso, una basura o un patán o lo que sea que pienses de todos los hombres como yo, pero te juro que estoy siendo honesto ahora mismo.

—¿Querías conocerme? ¡Esta es la maldita verdad sobre mí! ¡Toda mi maldita vida ha sido una vil y estúpida mentira! —su voz se quiebra—. ¡Y tú no eres más que otra de ellas!

Me quedo sin palabras y ella solo se da media vuelta para continuar su camino.

—¡Madison! ¡Madison, déjame ayudarte! —corro hasta ella—. Te juro por mi vida que haré todo lo que sea necesario para sacarte de lo que sea en que estés metida —se detiene.

—¡¿Qué no ya tratabas de hacer eso?! ¡Mira lo bien que resultó!

Trago saliva.

—¿Quieres ayudar? Llévame de vuelta al apartamento y luego lárgate de mi vida —chilla—. Ya es lo suficientemente difícil sin ti en ella.

 Ya es lo suficientemente difícil sin ti en ella

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[BORRADOR] EL CÓDIGO QUE NOS UNE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora