Capítulo Treinta y Cuatro

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Una mujer alta de cabello oscuro y piel morena y radiante que viste de traje y carga con ella una carpeta roja tan brillante como la sangre entra a la sala interrumpiendo la ardua conversación que sostenía con Wen

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Una mujer alta de cabello oscuro y piel morena y radiante que viste de traje y carga con ella una carpeta roja tan brillante como la sangre entra a la sala interrumpiendo la ardua conversación que sostenía con Wen. Tengo que limpiarme las lágrimas de la cara y forzarle la mejor sonrisa que soy capaz de mostrar cuando se acerca.

—Buenas tardes, mi nombre es Kendra Montgomery, soy la psicóloga encargada del caso de Alison —se presenta.

—Wen Hoffman, soy el creador de Alison y director de este laboratorio, es un placer —el odioso hombre le ofrece la mano.

—Yo soy Georgina Wrestler, bienvenida —la mujer estrecha mi mano con una sonrisa amable.

Wen es quien nos guía hacia la sala de pruebas. Dentro todo se ve absolutamente normal. Dos practicantes examinan cosas dentro de las probetas en el laboratorio mientras otro observa con atención los gráficos de salud de la niña.

—¿Cómo está hoy nuestra pequeña, Sanders? —pregunta Wen al joven en la mesa de control como usualmente lo hace mientras se alista para entrar. Le entrega un par de guantes a la mujer y ésta se los pone siguiendo instrucciones.

—Todo bajo control, señor —contesta Sanders.

Al otro lado de la habitación, Alison está en una esquina jugando con sus bloques de colores. Tan pronto como Wen abre la puerta, la niña se pone de pie de inmediato poniendo sus manos detrás de la espalda y separando los pies a la altura de sus hombros con la cabeza en alto, atenta a cualquier indicación que pueda seguir.

—Hola Ali —saluda Wen entrando en la habitación. La puerta se cierra detrás de ellos—. Puedes descansar —le indica y la niña se relaja como un soldado—. ¿Cómo estás?

—¡Bien! —responde ella con entusiasmo y luego le muestra uno de sus brazos—. ¡Mira, es morado!

—Nos matará —susurra uno de los jóvenes que analizan cosas y su compañero se ríe captando mi atención.

—¿Qué pasó? —pregunto.

—No dejaba de moverse cuando quisimos tomarle una muestra de sangre —responde uno— creo que reventó una vena.

Pongo los ojos en blanco ante la ligereza con la que se toman la situación.

—Si él no los mata, les juro que lo haré yo —respondo haciendo que ambos recobren la compostura. Me acerco al cristal. Wen se pone de cuclillas y observa el pequeño brazo de la niña donde un moretón es más que visible en la flexura de su codo mientras solo hace el mejor intento por contener el enojo que siente.

—Hoy tienes una visita muy especial —anuncia luego se suspirar y la niña regresa la mirada a sus ojos. Las visitas aquí usualmente consisten en científicos que nos visitan del CGI y cuando lo hacen no es placentero para la niña—. Ella es la doctora Montgomery y tiene algunas preguntas para ti. ¿De acuerdo? —le pregunta como si en realidad tuviera alternativa y ella asiente. Las deja solas.

[BORRADOR] EL CÓDIGO QUE NOS UNE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora