4. Pequeño factor

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Volví de noche. Tras llegar al recibidor pude ver encendida la luz del salón.
Crucé este lugar con rapidez en dirección al pasillo.
Luis estaba allí pero pasé de largo sin saludar. Mi cabreo con su forma de actuar durante el día, sumado a la cerveza y media que había bebido hacía que no estuviese siendo yo misma.

Cerveza y media. No fueron dos porque conozco mi límite al no estar acostumbrada a beber.

Justo cuando salí del salón y en mi cabeza sonaban canciones victoriosas por haber conseguido no mediar palabra con él, escuché su voz.

- Aitana, ¿podemos hablar?
- No, Luis. Estoy cansada. Hasta mañana. - y cerré la puerta de mi cuarto.

Estaba realmente agotada, pero mi respuesta borde se debió únicamente a mi orgullo. Yo era fuerte, debía demostrarlo y demostrármelo.

En contra de que había pensado que la primera noche sería difícil, descansé realmente bien.
El cansancio acumulado y lo bien que lo había pasado el día anterior con las chicas hizo que me sumiera en un sueño reparador.

Me levanté y fui directa al baño. Tras lavarme la cara me miré en el espejo. Aun conservaba el moreno de piel adquirido durante el verano, haciendo que el corto pijama me sentara bien.

Fui hacia el salón, cuando pisé un pequeño peluche. Al mirar hacia el suelo vi a su lado a una preciosa bebé de unos cuatro años. Estaba sentada sobre la madera, jugando con multitud de juguetes y sonreía constantemente.
Los niños así de simpáticos eran mi debilidad.
De repente caí en la cuenta de que no sabía quién era esa niña, ni qué hacía aquí.

- Buenos días Aitana.- saludó Luis mientras cogía a la bebé con un biberón en la otra mano

- Luis, ¿qué es esto?.- pregunté en shock

- Se llama bebé. -rió. - concretamente Diana, de esto quería hablarte anoche.

- Lo ss.siento, estaba cansada y...

- No, yo lo siento.- siguió él.- ayer tuve un día realmente malo. Se me vino todo encima al saber que Diana venía a casa y no sabía si iba a saber cuidarla y no sé... lo pagué contigo

- No entiendo, ¿de qué querías hablarme?- pregunté

- Aitana, Diana es mi hija.- y yo enmudecí. No era posible.- su madre y yo la tuvimos poco antes de dejarnos. Lo hemos llevado como hemos podido, pero ella no puede más. Le han ofrecido un trabajo en Manchester y no ha dudado en irse, dejándome aquí a la niña. Me avisó hace unos días, por eso no te lo había dicho antes. Siempre he sido yo el que iba a verla a casa.

- No tienes que darme explicaciones Luis

- Sí, debo. Esta es ahora también tu casa y tienes que decidir si podrías vivir con un bebé.- preguntó

- ¿Puedo cogerla? - sonreí. Ahí tenía su respuesta.

Démonos vida. - AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora