4. No aprendes

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Habíamos vuelto a casa después de varios días en el hospital. Preparaba el desayuno como cada mañana mientras los niños dormían y Luis preparaba sus cosas para después llevarles al colegio y guarde. Nuestra vida volvía a ser como siempre, o al menos en parte.

- Que bien huele.- sonrió Luis mientras entraba por la puerta ya vestido
- Nos merecíamos unas buenas tortitas por los días tan intensos que hemos pasado.

Asentía de acuerdo mientras me besaba.

- Iré a despertarles.- dijo
- Espera... quería hablarte de algo.

Él me miró tranquilamente, dándome paso. Le expliqué toda la situación de mis notas y mi suspenso. Él ya se había acercado y había tomado mis manos entre las suyas mientras yo miraba al suelo sin parar de hablar. Estaba sacando todo lo que llevaba tantos días guardando en mi interior.

- ... pero te juro que voy a trabajar, Luis.  De lo que sea. Los dos sacaremos esto adelante y en septiembre aprobaré esa estúpida asignatura...
- Eh, eh. Tranquila. Ya está. Tienes un expediente impoluto, Aiti. Un mal día lo tiene cualquiera, no te castigues. Y sabes que no nos va mal con el dinero. Trabaja solo si de verdad encuentras algo que te guste. No tienes necesidad.
- Sí tengo. No quiero seguir siendo una mantenida, Luis. Prometí que en septiembre encontraría algún cole y mira, al final no va a poder ser. No paro de cagarla...
- Eres más tontiña... te repito lo que pienso. Además me lo deberías haber contado antes si te preocupaba, que no aprendes.

Puse mi cara de arrepentimiento mientras nos fundíamos en un abrazo. Esos de los que siempre prometían al otro lealtad ante cualquier situación.

Una vez llegaron los torbellinos y devoraron el desayuno, Luis se despidió con un tierno beso y se los llevó para comenzar la mañana cada uno desde su lugar.

Recogí la casa y me senté en la alfombra con el portátil entre mis piernas con un claro objetivo: encontrar algo de trabajo, lo que fuera. No necesitaba que me hiciera sentir realizada. Con ganar algo de dinero a final de mes para poder aportar a la economía familiar me serviría.

Apunté varias ofertas en una libreta, junto a sus correspondientes números de contacto. Una vez finalizada la larga lista, aparté el portátil y cogí el teléfono. Uno a uno fui tachando cada uno de los nombres que quedaban en la lista, cada vez con más rabia e indignacion.

Estaba claro que una chica de 20 años con dos hijos, sin estudios superiores finalizados y con cero experiencia no sería una figura por la que se pegarían todas la empresas de la ciudad.

Sin éxito, llegué al último nombre de la lista. El que realmente había apuntado por apuntar porque ni por asomo me veía trabajando en algo así. Pero al comienzo de mi búsqueda ya predecía que no iba a ser un proceso fácil.

- Hola, soy Aitana Ocaña. ¿Hablo con World Management?

                        **************

Acababa de llegar la hora de la siesta y ya estaba más cansada mentalmente que el resto de días.

Diana y Teo dormían juntos en la cama de la mayor, como ella se había empeñado.

Luis descansaba sobre el sofá mientras me hacía pucheros y estiraba sus brazos para que me acercara a él.

- Estás guapa con este pijama.- dijo mientras me escondía entre su pecho
- Un chándal de hombre varias tallas más grandes que yo no me parece el cúlmen de lo sexy.
- Me gusta que lleves mi ropa.
- A mí lo que me gusta es quitártela.

Me miró con cara pícara mientras soltaba una sonora carcajada.

- Quiero decir, robártela y quedármela para mí... bueno ya me entiendes. Lo otro también.- me excusé
- También me gusta cuando años después te sigues sonrojando cuando te digo que quiero hacerte el amor.
- Luis, por favor. ¿Qué te pasa hoy?- reí

Atrapó mis labios entre los suyos, mi lengua entre sus dientes y mi cuerpo entre sus grandes manos.

La temperatura comenzó a subir y yo misma tuve que deshacerme de las prendas de ambos ante su atenta mirada.

- ¿No piensas aportar nada? ¿Voy a tener que hacerlo todo yo? - dije mientras sonreía sobre su cuello
- Ah, mira. Me parece buena idea.- respondió mientras separaba sus manos de mi cuerpo.- sigue tú
- Pero qué dices, Luis. Venga, ya no quiero parar.
- Y no pararemos.

Dirigió mis manos hacia mi sexo, haciendo que me diese placer a mí misma. Rara vez lo había probado, y nunca a solas.

El cabrón sonreía más que nunca ante la imagen, mientras no parábamos de besarnos, cada vez de forma más intensa. Él también llevó su mano derecha hacia su miembro, una vez se quitó los calzoncillos.

- Luis, parecemos adolescentes. ¿Qué necesidad hay de hacerlo así?
- Tú sabrás darte placer más y mejor que nadie. Quiero que lo hagas. Para mí, pero sobre todo para ti.

Sus susurros en mi oído mezclados en sus gemidos hicieron que mi mano tomara velocidad. Introduje un par de dos sin dejar de mirarle a los ojos.

Él también observaba los míos, aunque a veces no podía evitar bajar la mirada para no perderse nada de lo que sucedía entre mis piernas.

- Vas a llegar, piensa en mí. En mis manos cuando te tocan.
- Luis...
- Mírame. Hazlo. Piensa en lo que te voy a hacer ahora.

Y llegó. Llegué. Sin apenas recuperarme y casi sin aviso entró en mí. Haciéndonos uno. Y terminando por fin lo que habíamos empezado por separado.

                                  ********

- ¿Quién era?

El teléfono había sonado hacía ya unos minutos y Luis había decidido sentarse en la mesa a apuntar algunos datos.

- Era del hospital. Mañana debemos ir a por los resultados de las pruebas de Diana.
- ¿Mañana? ¿A qué hora?
- A las 9:30h. Justo después de dejarles en el colegio.
- Oh, mierda... Luis, mañana tengo una entrevista. No creo que me de tiempo a llegar.
- Pero, ¿cómo no me cuentas nada? Eso es genial. ¿De qué se trata?
- Es una tontería. Se que no me van a coger. Prefiero acompañarte a lo de la niña.
- No es necesario. Todo estará bien. Cuando sepa lo que sea te llamo. Pero cuéntame, ¿qué empresa es? ¿Qué puesto?
- Prefiero no hablar del tema. Es una tontería y te vas a reir.
- Aitana de verdad que no deja de asombrarme lo poco que me conoces eh. Si lo prefieres no me digas nada, así será una sorpresa cuando mañana el puesto sea tuyo.

Démonos vida. - AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora