24. Planes para ti

4.1K 93 15
                                    

Verle recitando esos versos que él mismo había escrito, mirándome a los ojos me emocionaba enormemente. Su voz junto a la mía. Nuestras almas más cerca que nunca.

- Eres luz, Aitana.- dijo
- Calla. Hoy es tu día
- No es mi cumpleaños.- espetó

Sonreí
- Siempre me has demostrado lo importante que era para ti, lo que me querías. Yo nunca supe estar a la altura...
- Eso no es cierto.- dijo
- Calla he dicho.- reimos.- hoy voy a devolverte solo un poquito de todo lo que me has dado, Luis.

Respiré, fui a buscar su desayuno y seguí hablando. El sonreía y se lo tomaba con miedo a que le volviera a reñir.
- Ahora es momento de pedirte perdón. Porque contigo siempre fui libre, feliz, lo fui todo. Mis putos miedo e inseguridades me hicieron dudar. Dudar de mí, nunca de ti, lo juro. Te quiero.- dije sonrojada.- Te quiero tanto que hasta me asusta. Y me iría a la otra punta del mundo si me lo pidieras.

No sabía que más decir. Cualquier palabra iba a resultar mínima. Pero hacer uso de todo esto que yo antes denominaba "cursilería" había sido ya un esfuerzo. Pero toda cursilería era poca si quería hablar de Luis.

- ¿Puedo hablar ya?.- interrumpió mis pensamientos
- No. Como he dicho, es tu día. Por fa, quiero que hoy confíes en mí, aunque no lo merezca.- volteó los ojos.- Sí, Luis. Al final del día podrás decirme si logras perdonarme y de qué forma. Si quieres seguir con lo que fuera que tuviéramos o si crees que esto ya no irá a más.
- Lo que la reina mande.- concluyó

Desayunamos y recogimos la terraza.
- Ve a ducharte. Yo te elegiré la ropa.- ordené

Yo ya me había duchado antes, por lo que me puse un vestido de florecillas, corto. Con mis converse.
Para Luis elegí sus míticos pitillos negros y su básica azul. Se lo llevé al baño cuando él salía del mismo con la toalla sobre sus caderas. Alzó las cejas.
- Pero si odias mis básicas. Te encanta que vaya con camisas.- dijo
- Me encanta que vistas como quieras y siempre ignores mis consejos de moda.- rei

Cogí mi bolso y le esperé en la entrada. Sabía que solo le llevaría un par de minutos vestirse. Cuando apareció preguntó:
- ¿Cual es el plan, entonces? Porque deduzco que tendré que hacer de chófer. No tienes carnet.
- Deduces bien, Pedrito. Primera parada: casa de los chicos. Hay que recoger a Diana.

Sonrió con todas sus ganas. Yo también la echaba mucho de menos. Luis se escapaba todos los días un ratito a verla pero yo ya llevaba varios días sin cogerla y achucharla.

Una vez montó en el coche la niña no paraba de intentar contarnos todo lo que había hecho con sus "titos". Las pelis que había visto, las chuches que había comido... Realmente era imposible no mimarla. Nosotros reíamos mientras Luis le avisaba que en casa había que volver a cumplir ciertas normas.

- ¿A none vamo?.- preguntó con su vocecita
- Eso quiero saber yo, pequeña.- dijo él

- Segunda parada: parque del retiro.- concluí
Los dos me miraron asombrados pero no pusieron pegas. Cuando llegamos, saqué del maletero una gran bolsa de tela que había preparado esa mañana temprano.

Tras dar un pequeño paseo, les dirigí hacia una zona de césped, muy tranquila. Saqué de la cesta un enorme mantel de cuadraditos rojos, como los que usaban los personajes de pelis americanas para ir de picnic.
Coloqué sobre él un gran recipiente con tortilla y unos bocadillos de varios sabores.

- No me ha dado mucho tiempo a más.- me sonrojé
- No puede ser más perfecto, Aitana.- los ojos le brillaban.- solo espero que la tortilla no lleve cebolla
- Puedes irte por donde has venido entonces.- bromeé

Y no, no llevaba. Aunque para mi eso era un crimen. Él se había adaptado a mí en muchos sentidos, por lo que fue una muestra de que yo también lo podría hacer. Siendo sincera, si me llegaba a perdonar tendría que hacer cualquier cosa para que cayera en la cuenta de la delicia de una tortilla con cebolla. Con la comida no se jugaba.

Tras comer y juguetear los tres juntos sobre el mantel, recogimos y tiramos la basura. Al acercarnos al agua, Diana comenzó a chillar como una loca.

- Peses, peses! Yo quero subime al barco!.- suplicó
- Pero qué barco, Diana, si esto es un estanque.- se rió su padre
- Po fa papi y Atana.- nos miró con ojillos. Luis me miraba a mí.
- No estaba en los planes. Pero si mi chica quiere navegar, allá vamos.- dije mientras sonreía y la cogía en brazos.
- Esta hija mía hace lo que quiere con todo el mundo.- suspiró Luis

Dimos un paseo con las barcas, viendo el atardecer. Este año el invierno estaba tardando en llegar, por lo que no hacía frío. Sin embargo los días cada vez eran más cortos.

Decidimos volver a casa.
Saqué a Diana de su sillita del coche en brazos. Iba dormida. La llevé directamente a la cama para ponerle su pijama de princesas Disney y la arropé con cariño. Había sido un día muy emocionante, había disfrutado un montón y eso me hacía sentir menos mal por todo lo que había hecho pasar a su padre y por alejarles durante unos días.

- Ha sido un día increible, Aitana.- dijo Luis mientras entraba al salón.
- Aun no te he dado permiso para hablar.- bromeé mientras el se exasperaba

Fui a la habitación a por la última sorpresa. Llegué de nuevo al salón con una gran caja de cartón. Él me miraba sin comprender nada.

- Esta es la última parada. Es un regalo para ti. O para compartirlo con quien tú decidas.

Sin aguantar más la emoción comenzó a romperla para sacar lo que contenía dentro.

- ¿Una bola del mundo?.- preguntó sin entender
- No esperarías un anillo.- rei mientras él se hacía el asustado

Me puse seria y continué.

- Cierra los ojos, yo haré que gire. Señalarás con el dedo y el sitio elegido será el destino del próximo viaje. Es un regalo de mí para ti, pero podrás ir con quien tú quieras. No me olvido de que aun no me has transmitido tu decisión.
- No te la he transmitido porque no me dejas, Aitana, que eres más tontilla... Gracias por esto, de verdad. Vamos a elegirlo, dame tu mano, elijámoslo juntos.

Al tocar mi mano un pequeño escalofrío corrió mi cuerpo pero intenté disimularlo. Él me la cogió con mayor suavidad.
Cerramos los ojos, la bola giró, señalamos un punto con nuestras manos, abrimos los ojos.

- Madagascar.- sonreímos a la vez

- Y ahora me toca hablar. Digas lo que digas.- sonrió mientras acariciaba la punta de mi nariz con mi mano.- Nunca ha estado entre mis planes hacer que salieras de mi vida. No a menos que tú me lo pidieras. Todo lo que tocas se vuelve luz y aunque te quiero y te adoro no soporto que no confíes en ti. Porque joder, eres la mejor persona de este mundo. No tengo nada que perdonarte. Solo agradecerte lo fuerte que has sido, eres y serás. No quiero que cambiemos lo de antes, porfa
- Somos unos cursis.- dije
- Ya te vale hacerme decir todas estas cosas.- bromeó
- Vaya día. Deberíamos ir a la cama.- propuse
- ¿Deberíamos? ¿Crees que yo podría...?.- era un amor. Aun creía que debía seguir dándome espacio. Quería volver a dormir con él, aunque tuviera que acostumbrarme.
- Vamos a la cama. Sabes que compartir espacios tan pequeños donde pueda rozar a otra persona aun me cuesta. Pero poco a poco, ¿vale?.- sonreí
- Este es el mejor regalo de todos

🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋

Bueno, pues ya estaría. En dos semanas la historia continua! :)

Gracias una vez más por leer todo esto que se lo ocurre a mi cabeza y a mi corazoncito. Sin vosotrxs no podría seguir haciéndolo.

En este último capítulo de la primera parte he querido introducir un par de elementos que son muy aiteda como el shippeo del barco y Lucas y Sara de LHDP. No se si se ha entendido 😂.

Contadme que os parece, porfi. O qué os gustaría ver en la segunda parte. Esta aun no está escrita.

Saludos y besitos enoooooormes.

Démonos vida. - AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora