7. El mejor regalo

3.3K 87 6
                                    

Tras nuestra reconciliación, Luis se encargó de invitar amablemente a Graciela a abandonar nuestro hogar.

Le explicó que no tenía ningún problema en que siguiera viendo a la niña dentro de un horario estipulado.

Sin embargo, y para nuestra sorpresa, pudimos comprobar que algunas personas nunca cambian. Decidió que el trato no era de su agrado, por lo que volvería a Manchester en busca de retomar su anterior vida.

Gracias a Dios Diana era inteligente y sabia, y algo en su interior nunca le dejó encariñarse de más con la que era su madre. Eso hizo que no sufriera una decepción tras otra.

Mis padres aceptaron mi vuelta a Madrid con la condición de una pronta visita acompañada de Luis y Diana.

Así, celebramos cada uno de los días de vacaciones. Dándonos todo el amor que la navidad inspiraba.

Tan solo faltaban un par de días para el fin de año. Luis había ido a terminar algunas compras navideñas mientras yo cuidaba en casa de Diana.
Nos encontrábamos tumbadas en la alfombra del salón teniendo una agradable conversación sobre todos los juguetes que había pedido a los Reyes Magos cuando entró Luis. Nos sonrió a las dos y nos dio un tierno beso.

- Dios mío, Diana... ¿le has contado a papá todo lo que has pedido? Deberemos mudarnos de casa para que entre todo- reí
- Pero no todo es para mí eh- se defendió
- ¿Y para quién más, bicho? Si todo son juguetes.- rió Luis- Espero que no le hayas pedido a los reyes una barbie para mí
- No, listo. También es para mi nuevo hermanito. También se lo pedí a los reyes.- dijo con naturalidad

Luis y yo palidecimos antes de que él soltara una sonora carcajada.
A mí no me hizo tanta gracia.

- Cariño pero esas cosas no se piden a los Reyes... simplemente vienen.- le explicó su padre con dulzura
- ¿Y cómo vienen?- preguntó curiosa

Ahora fui yo la que rió mientras él palidecía.

- Emmm.. Aitana lo sabe explicar muy bien.- dijo mientras se escondía tras de mí.

Puse los ojos en blanco.

- Didi, es un poco difícil. Cuando un papá y una mamá están juntos, pueden quererse mucho. Entonces tienen que hacer unas cosas para que un bebé empiece a crecer en la tripa de la mamá. También es posible que dos mamás o dos papás quieran tener bebés, entonces tienen que adoptar a algún niño que no tenga quien le cuide.
- Es verdad, es muy difísil.- dijo sincera. Nosotros nos relajamos.
- Pero... vosotros os quereis, ¿a que sí? Solo tenéis que haser esas cosas para que venga un hermanito nuevo.- repitió con toda la lógica del mundo

Miré a su padre. Esto ya me superaba.

- Claro que nos queremos. Mucho. Pero Aitana aun es muy joven, ¿a que sí? ¿A que las mamás que tu conoces son más mayores? Hay que esperar un poco.

No supe muy bien cómo tomármelo.

- Es verda, tu eres mi papá y eres más viejo.- dijo entendiéndolo

Su padre la miró enfadado mientras nosotras reíamos.

Y así pasábamos los días.
El fin de año lo pasamos con nuestros amigos, en casa. Tras una cena llena de bromas, apartamos algunos muebles y montamos nuestra propia fiesta.
Diana fue la primera en echar a bailar hasta que cayó rendida un rato después.
Luis no soltaba sus queridos ron colas, haciendo que estuviese más animado y bailongo que nunca.
Por mi parte, era la primera vez que no salía de fiesta a una discoteca en Año Nuevo. Y no lo eché de menos. Tenía todo lo que necesitaba.

Ahora estábamos en la cama. Había amanecido hacía un rato. Era día 6 de enero, los reyes ya habrían pasado por casa.
Me había desvelado un poco pero Luis tenía sus brazos a mi alrededor, mientras yo descansaba en su pecho. Era el sitio más cómodo del mundo, no me movería de ahí por nada del mundo. O sí.

Una pequeña bruja despeinada comenzó a hacernos cosquillas en los pies con su sonrisa de maldad. Era su forma favorita de despertarnos.

- Atana, desperta a papá. Han venido los reyes!- dijo emocionada

Entre las dos conseguimos tirar de un Luis somnoliento que cruzaba el pasillo aun con los ojos cerrados.
Al llegar al salón pude observar que bajo el árbol había más regalos de los que yo tenía en mente, por lo que alguno era para mí seguro. La emoción me embargó como si tuviera de nuevo cinco años.

-  Luis!! Mira cuantos regalos!!
- Ya veo, ya veo. Vayamos por orden. Diana, tú primero, abre los tuyos.

Mientras nosotros le íbamos pasando los paquetes en los que ponía su nombre, ella los iba abriendo. Pudimos pasar así una eternidad. Era la niña más mimada del mundo y todo el mundo decidió pedir un regalo para ella en su carta de Reyes Magos.
Una vez que terminó, intentaba decidir continuamente con qué empezar a jugar. Estaba saturada pero entretenida.

- Es nuestro turno- sonrió un Luis algo más despierto
- ¡Yo primero!- dije
- Todo tuyo

Me pasó tres paquetes.
El primero era chocolate de mi marca favorita.
El segundo un conjunto de ropa interior que me hizo sonrojarme.
El tercero, no lo entendía muy bien. Era un sobre. Una vez que lo abrí no lo podía creer. Eran diez días en el hotel "Eden Lodge", en Madagascar.

- Dios mío, Luis... ¿cómo lo sabías?
- Te conozco.- sonrió

Y es que uno de mis regalos para él era el mismo vuelo a Madagascar. Ya le dije que sería un regalo que le haría, pero me pareció increíble que me conociera de esta manera.

Además, rió al abrir el paquete de básicas y calzoncillos.

- Eres increíble.- le dije
- Tú sí que lo eres.- me besó

- Deberíamos practicar si queremos que Diana tenga su hermanito en unos años.- me dijo
- Tenemos muuuuuucho que practicar.

Démonos vida. - AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora