21. Negro

2.8K 73 2
                                    

Una vez se había ido Amaia, Víctor y yo pasamos un rato hablando de cosas sin importancia como profesores, restaurantes de Madrid, tiendas nuevas...

Miré el móvil para ver la hora. Tenía más de veinte llamadas perdidas, todas de Luis. Podía imaginarle en la terraza, desgarrando su guitarra con acordes tristes, desgarrando sus pulmones por las decenas de cigarros que habría fumado.
Sintiéndose solo, abandonado.
De la misma manera que me sentía yo, abandonada por mí misma.

Víctor se dio cuenta. Algo no iba bien en mí. Me sonreía mientras caminaba hacia la cocina, volviendo con un par de botellas de ginebra.
Abrí mucho los ojos. Apenas era primera hora de la tarde.

- El alcohol no soluciona nuestros problemas, pero los hace suaves, casi olvidados.- dijo
- No necesito...- intenté decir
- Bebe, Aitana. Me lo agradecerás. - dijo mientras me servía un gran trago

Un rato más tarde, la primera botella estaba prácticamente vacía. Yo intentaba beber lento, para que Víctor no aprovechara y llenarme otro vaso más. Él había bebido unas tres veces más que yo.

De esta manera, yo estaba algo mareada, pero podía ver en él grandes síntomas de embriaguez. Su ceño estaba fruncido, sus palabras no estaban bien vocalizadas y cada vez tenía comentarios más arrogantes.
No me estaba gustando la situación.

- ¿Estás mejor, verdad?.- dijo.- Si es que yo se mejor que nadie lo que necesitas
- ¿Y qué necesito?.- dije cansada de sus indirectas
- Pues lo que siempre te digo, disfrutar un poquito de la vida.- dijo mientras se sentaba a mi lado
- Ya lo hago. Hago siempre lo que me apetece
- Haces lo que te dejan, Aitana. Siempre he tenido claro que el novio ese viejo que tienes no te ha enseñado a disfrutar de verdad.

En ese momento, no supe qué contestar. Ni siquiera sabía a qué se refería. Aprovechó mi silencio y mi confusión para besarme con todas sus ganas, poniendo sus manos en mi cuello para profundizar el beso.

Me aparté tan pronto como el agarre de sus manos me lo permitieron. No me había gustado. No me había dejado decidir si yo quería hacerlo. No había sido dulce, como lo eran todos los de Luis, incluso cuando los mezclaba con pasión.

Y le pensé. Le pensé mucho. Le había decepcionado una vez más. Solo quería desaparecer y que Luis nunca se enterara de lo mala persona que era.

Víctor me agarró las muñecas con sus manos. Pensé que se excusaría, pero no lo hizo. Me volvió a besar, recostándome contra el sofá.

- Suéltame, no quiero besarte.- dije tranquila
- No te he preguntado.- rió

Lo entendí todo. Yo siempre había sido una persona insegura, difícil. Luis me hizo creer en mí, en nosotros. Sin pedir, sin esperar nada. Simplemente con su magia.

Y yo fui una estúpida. El primer idiota que pasó por mi vida hizo borrar todo eso. Lo había hecho a posta. Víctor desde el principio quiso que esto acabara así: yo rota, sin Luis. Él ganando la partida, manejándome.

Entonces me asusté. Me asusté mucho. Apoyaba todo su peso en mí. Me besaba, me tocaba encima de la ropa. Se tocaba a él.
Yo gritaba, gritaba mucho. Pero era en vano. Eso solo le hacía reir más.

Me di por vencida. Cerré los ojos, solo vi negro y lloré.

Como un milagro divino, la puerta se abrió.
Por ella aparecieron Amaia, Roi y él. Mi chaleco salvavidas de siempre. Mi Luis.

Venían corriendo, agitados. Víctor se separó mientras intentaba salir del salón, con total naturalidad. Era increíble su frialdad, como actuaba después de haber intentado joderme la vida.
Roi se puso en medio de la puerta, impidiendo su salida. Amaia corrió hacia mí, abrazándome en silencio.
Nadie hablaba.
Luis solo me miraba. Quieto. Con los ojos más negros que nunca. Una lágrima cayó por su mejilla.
Con sigilo, como si temiera asustarme al ir demasiado rápido, se dio la vuelta. Pegó varios puños a Víctor, mientras le miraba a los ojos, con furia, sin hablarle.
Entonces Roi tuvo que mediar.

- Tío, te ayudaría a partirle la cara. Pero ella te necesita.- me miró

Amaia le dejó lugar. Él se acercó. Mirándome a los ojos, pidiendo permiso a cada paso que daba para sentarse a mi lado. Pidiendo permiso para darme un abrazo.

- La policía está abajo.- dijo Amaia tras haberles llamado.

Roi agarró del cuello a Víctor, haciéndole bajar, mientras Amaia les seguía.

Luis seguía sin moverse de mi lado, como si un simple movimiento me fuera a destruir.
- Deberíamos irnos Aiti.- dijo con cautela

Entonces me miré, con la falda medio subida, y despeinada.

Luis se dio cuenta de lo que estaba pensando. Me arregló la ropa y el cabello intentando que su piel apenas rozara mi cuerpo. Se lo agradecí. El simple hecho de mirarme a mí misma me asqueba. Tampoco quería que nadie lo hiciera.

Quería decirle tantas cosas a la vez que la voz no me salía. Aun no había dicho ni una sola palabra desde que entraron.

- Luis...- dije con voz ronca, explotando las lágrimas contenidas
- No tienes nada que decir, pequeña.- y me besó la frente

🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋🦋

Hola! Debo decir que me costó un montón escribir este capítulo, ya que no es algo fácil, especialmente si afortunadamente no lo hemos pasado. Sin embargo quería darle visibilidad a un tema como este. Y destacar que, por favor, no olvidemos que son personajes ficticios 🙏🏽.

Finalmente os comunico que quedan unos tres capítulos para el final de la primera parte. Y digo primera porque habrá una segunda. Esta la subiré unos 15 días después, ya que debo irme fuera a trabajar y probablemente no tenga internet.
MIL GRACIAS DE NUEVO POR EL APOYO.

Démonos vida. - AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora