9. Su luz

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Holi! Muchas gracias a los que no habéis abandonado la historia, aunque lo merecía por ser tan lenta. Aquí tenéis nuevo cap. Aprovecho para decir que acabo de crearme un nuevo twitter: @Luarx6 , por ahí avisaré de cada actualización! <3


Los días fueron pasando entre llantos de Diana por no poder dormir, pequeñas discusiones para que llevara algún pedazo de comida a su boca y turnos de guardia sin dormir para hacerle compañía.

Aunque cada día mejoraba sutilmente, estaba resultando una verdadera agonía el tener que pasar por todo el sufrimiento a través de ella. Sabía de sobra sin tener que preguntar a Luis, que tanto él como yo nos cambiaríamos por ella bajo cualquier concepto, sin condiciones.

No era justo que una niña tan pequeña tuviera que pasar por ese calvario. Sabíamos que no iba a ser fácil, pero lo que acababa de comenzar era solo el principio de un largo camino de lucha.

Aunque intentábamos mantener la compostura, era un hecho que ya no había tiempo ni fuerzas para planes divertidos, guerras de cosquillas o conciertos improvisados entre padre e hija. Además, Luis había decidido pedir una excedencia de unas semanas en el trabajo para así pasar todo el tiempo posible en casa, y era algo que innegablemente estaba pasando factura a su estado emocional.

Por suerte, hoy era sábado y el día había amanecido algo mejor, en todos los sentidos. Había dejado de llover, y también había traído la luz a la cara de la pequeña. Por primera vez en días, Diana despertaba sin fiebre y con más energía de la esperada. Quizá necesitábamos esa señal para dejar atrás el pesimismo de los días anteriores y, finalmente, sentarnos en familia sobre la alfombra para jugar a juegos de mesa hasta que el día cayera.

La luz de sus ojos había sido reflejada en los de su padre, y muy seguramente, también en los míos. Por primera vez en días, sonreíamos y no podíamos parar de hacerlo entre carcajadas.

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Lunes. Muy a mi pesar había tenido que abandonar durante unas horas la casa para acudir de nuevo a otra llamada de Armand. Otra marca asociada a la otra con la que había trabajado una semana atrás había visto las fotos y había decidido crear algo parecido. Con la tranquilidad de no ser la primera vez que lo hacía, seguí el mismo procedimiento. Una pila de ropa colgaba de una gran barra de acero. Comencé con el vestido negro de cuero que me ofreció el asistente que allí se encontraba.

- Amor, ¿necesitas ayuda?- se ofreció mientras intentaba cerrar la cremallera central que se instalaba desde el final del vestido hasta el pecho.
- Creo que no cierra. ¿Tendríais una tallita más?- sonreí tímida.
- Creo que necesitaríamos al menos un par más. Iré a mirar. Comienza con este vestido de algodón, anda.

No sabía por qué este hecho me hacía sentir tan incómoda. En mi día a día, en mi amplia colección de ropa usaba una talla 36. Era bien difícil que algo me quedara pequeño. Aitana, eso sería una talla mini, no pienses más en ello, me dije.

Decenas o cientos de fotos después, pude respirar tranquila y vestirme de nuevo con mis vaqueros y blusa para salir de allí. Tenía ganas de estar en casa. O en cualquier sitio menos allí, más bien.
Cuando abandonaba el estudio, pude ver a lo lejos el asistente que me había ayudado durante la sesión con Claudia, la modelo con la que coincidí la semana anterior. Ambos reían y se les veía cierto atisbo de complicidad. Les saludé con la mano a modo de despedida y volvieron a reir. ¿Qué era tan gracioso?

*******

- Estás seria. Ya sé que los lunes son feos, pero este finde lo pasamos bien los cuatro, ¿no?.- intentaba sonsacar Luis.
- Solo estoy cansada
- ¿Dormimos la siesta?- sonrió.-

A decir verdad, no sabía ni yo qué me ocurría. Pero estaba claro que Luis no tenía nada que ver, por lo que intenté ponerlo fácil.

Una vez en el cuarto, Luis estiraba su brazo sobre la cama para hacerme un hueco entre su pecho. No me hice de rogar y me acomodé allí donde siempre me sentía a salvo.

Sus caricias abandonaron pronto mi pelo, para llegar a mi espalda. Un rato después, hacia el sur, sobre mi muslo. Los besos eran más húmedos, y las respiraciones más agitadas.

- Hace mucho que no lo hacemos. Podríamos aprovechar que las fieras están en el quinto sueño.- susurró mientras sonreía mucho.

Sus prendas iban desapareciendo y claramente yo estaba en desventaja. Pronto se dio cuenta y ordenó a sus manos hacer lo mismo con las mías. Pero entonces la magia desapareció.

- Para, para.- pedí. Sus movimientos obedecieron al instante.
- ¿Qué pasa?
- Es tarde, mejor lo dejamos para otro día. Quiero descansar un poco antes de que despierten.- aclaré
- ¿Desde cuando no te apetece esto a ti?- rió.- Jo, como quieras, Aiti.
- No es que no me apetezca, ya te dije que estoy cansada.- contesté mientras me daba la vuelta para no tener que encararle.

Démonos vida. - AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora