6. Actitud

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- ¿Puedes... contármelo?

A estas alturas las lágrimas de Luis ya se juntaban con las mías, mientras nuestros cuerpos se abrazaban buscando el despertar de una pesadilla como esta.

- Ella... Leucemia linfocítica aguda. Cáncer de toda la vida, Aitana. Joder, que tiene 6 años. ¿Cómo no pude verlo antes?

Me dolió más que si estuviera en juego mi propia vida. Y aunque quería esconderme debajo de una manta y que todo el mundo desapareciese, sabía que lo adecuado era ser valiente. Por ella, por Luis, por todos.

- Dios mío... Vamos a superar esto, Luis. Te lo prometo. Siento no haber estado antes. ¿Qué más te han dicho?

Las lágrimas de ambos poco a poco salían con menos fuerza. Quizá tuviese que ver el hecho de que juntos siempre habíamos sido más fuertes. Nuestras manos llevaban entrelazadas durante toda la conversación.

- Debe acudir esta semana para que los médicos se aseguren cual será el tratamiento más eficaz para ella, aunque probablemente se trate de quimioterapia. Va a ser muy duro, Aiti...

- Pero vamos a poder con ello. Y se lo vamos a asegurar.

- Sin ella me muero...- aseguró mientras volvía aquel llanto que tan poco estaba acostumbrada a ver.

- Yo también, mi vida.


Aprovechando las pocas cosas buenas que nos dan los días malos, decidimos ir los dos juntos a por los niños. Primero recogimos a Teo de su guardería, yendo después hacia la puerta por donde saldría Diana.

Durante el final de la mañana Luis y yo habíamos intentado hablar un poco por encima de los procedimientos a seguir en estos casos. Deberíamos informar al colegio, a ella misma... También informar a Graciela, por ser madre de la niña, aunque no consiguió cogernos el teléfono en ninguno de los intentos. Sin embargo decidimos que lo primero verdaderamente importante era aprovechar el día en familia.

Fuimos a comer al restaurante favorito de Diana. Esa reconocida cadena de hamburguesas que sería de todo, menos saludable. Pero un día era un día.

Al fin y al cabo, suficientes esfuerzos tendría que hacer a partir de ahora.

Teo jugaba ajeno en la piscina de bolas tras haberse comido su puré.

- Cariño, hoy el médico me ha contado que tienes que hacerte algunas pruebas más.

- ¿Máaaaaaas?- dijo la niña con hastío.

- Hay algunas cositas en tu sangre que no están bien del todo. Y aunque eso se cura, debemos saber qué forma es la mejor.

- ¿Y cuando vaya al médico podré faltar al cole?

Sonreímos por su inocencia mientras Luis se encargaba de hacerle cosquillas para hacerla de rabiar.

Ante las risas de su hermana, Teo corrió hacia nosotros para unirse a la fiesta.

- Y tú qué, eh. ¿Vienes a ayudarme?- preguntó Luis al pequeño

Los hermano se miraron y se abalanzaron contra él, llevándole a la piscina de bolas.

- Renacuajos, dejadme! Socorro Aitana!

- Si es que ya no tienes edad...

La tarde pasó entre risas y juegos. De la piscina de bolas, al parque; del parque a una bañera llena de espuma con Teo, Diana y conmigo dentro.

Luis nos miraba con una sonrisa desde el vidé, donde estaba sentado. Se había enfadado un poco cuando quiso entrar y los niños no le dejaron, porque toda la espuma se iría fuera y no tendrían sitio para jugar.

Diana se sintió un poquito mal por su comportamiento y cuando intentaba enjuagarle todo el jabón, salió a correr para abrazar a su padre y llenarle de espuma, mientras reía a carcajadas. Él no pudo reñirla. Yo tampoco.

Una vez que los niños se habían dormido, terminé de desmaquillarme frente al espejo del baño y aplicarme algunos productos que no servían de nada.

Fui a la habitación y me tumbé junto a Luis en la cama, abrazándole mucho y fuerte. Él dejó un beso en mi flequillo como ya esperaba y cerramos los ojos disfrutando del momento y de la cercanía.

- Dios, Aitana. Perdón. Perdóname. - se sentó apoyando su espalda en el cabecero con nerviosismo. - No te he preguntado nada. ¿Qué pasó con ese trabajo?

Le sonreí quitándole importancia. Ni siquiera yo había vuelto a acordarme.

- En teoría el puesto es mío.

- Ya lo sabía- sonrió con chulería. - ¿Me vas a contar ya a qué se va a dedicar mi preciosa chica?

- Luis, me da vergüenza. Ni siquiera es un trabajo.

- Porfa...

Sabía cómo llevarme.

- World Management es... algo parecido a una agencia. Sesiones de fotos para catálogos, marcas... una estupidez realmente, Luis. Aunque he entrado en el listado de la agencia, a saber si algún cliente se interesa en mí.

- ¿Me estás diciendo que ahora salgo con una modelo?- dijo sorprendido y sonriente.

- Oh, no lo llames así, por favor. Lo que me faltaba.

- Aitana, el puesto es ese, y lo sabes. Yo estoy orgullosísimo que lo hagas si a ti te apetece. ¿O es que no te apetece?

Ahí estaba el dilema.

- No es que no me apetezca... es que no creo que valga para ello. No tengo cuerpo ni actitud, Luis.

- La actitud será la que quieras tener. Y el cuerpo... aunque todos son válidos, mejor no te digo qué me parece el tuyo.- dijo mientras me besaba.

Démonos vida. - AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora