6. Familia

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Era sábado aun, por lo que pensó en volver a escribir a las chicas para ponerles al día de lo sucedido en las últimas horas.
Luis se metió en la ducha. Acto seguido, unos pequeños quejidos sonaban desde su habitación, seguido de un gran llanto.

- Ya voy!.- gritó Luis desde el baño
- Tranquilo, yo la cojo. Dúchate tranquilo.- dije

Me encaminé hacia la habitación de Luis. Vi la pequeña cuna junto a la cama. Me acerqué a ella y unos pequeños bracitos se agitaban ante mi.
Con todo el cuidado del mundo y un poquito de miedo la cogí y la achuché contra mi pecho. Ella puso una manita en mi mejilla, mientras la otra jugaba con mi pelo.
Me detuve a contemplar la habitación de Luis, por primera vez desde dentro. Blanca, con detalles en azul oscuro. Seguía la misma estructura que la mía. Una funda de guitarra reposaba sobre la cama.

Con miedo a que me descubriera explorando cada rincón de la habitación, abandoné mi vena cotilla y me dirigí de nuevo al sofá, esta vez con la pequeña aun en mis brazos.

- Eres muy guapa, ¿sabes?.- le dije. Ella sonrió
- Me llamo Aitana. Dilo tú.- seguí hablando.
Palmeó mis mejillas con sus pequeñas manos, haciendo caso omiso a mis súplicas.
- Venga, Diana. Me hace ilusión. Di Aitana.

La niña se carcajeaba, realmente parecía que se quedaba conmigo. Entonces su mirada se desvió a mi espalda y su cara cambió de felicidad a una auténtica fascinación.

- Pa-pá.- gritó, abalanzándose en su dirección
- Hola princesa.- dijo él mientras la cogía.- Aitana es muy buena, ¿verdad? Te ha sacado de esa cuna que tanto odias

Entonces ella rió, me miró y de nuevo puso sus brazos en mi dirección. Quería venir conmigo, y yo me quería morir de amor.

- Esta niña me vende por cualquiera.- rió Luis mientras me la pasaba.- eres su salvadora, odia esa cuna.
- Y dónde suele dormir? .- pregunté
- En los brazos, acurrucada en la cama de su madre o la mía... está demasiado consentida
- Pues yo no le voy a dar menos.- sentencié

Tras hablar con las chicas por teléfono, decidieron venir a cenar y tomar algo a casa. De esta manera, podrían estar con Luis sin necesidad de sacar a la niña a altas horas.
Aunque no iba a salir, me apetecía ponerme guapa. Me vestí con un top rojo ceñido al cuerpo y una falda tejana negra. Lo acompañe con mis queridos botines.
Me ricé el pelo y me maquillé los labios con un suave rojo, así como una máscara que resaltaba mis pestañas.

Salí del cuarto, y me crucé con Luis por el pasillo. Acababa de dormir a Diana. Noté cómo me miraba de arriba a abajo. Me sentí satisfecha y sexy.

En ese momento sonaba el timbre. Ya estaban aquí Ana y Cris. Pedimos unas pizzas que no tardamos en terminar entre los cuatro.
Durante la cena nos pusimos al día y tras recoger los restos de la misma, Luis decidió abrir el mueble bar. Sacaba vasos y varias botellas de distintos tipos de alcohol.
Me apetecía desinhibirme un poco. No recordaba el efecto que tan solo un poco de alcohol hacía en mí.

Démonos vida. - AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora