14. Domingo

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Domingo. Una dulce vocecita y unos golpes en los pies nos despiertan.

- Papá, Atana!!.- gritaba la pequeña

Reímos por su impaciencia. La realidad era que nos acababa de pillar abrazados, desnudos y dormidos. Con disimulo nos vestimos bajo las sabanas mientras le preguntábamos cómo había dormido.

Una vez semi-vestidos, Luis la cogió y la sentó entre nosotros, en la cama.

Luis hablaba con ella, como si estuviera hablando con un adulto. Ella estaba contentísima de ser tan mayor.

Yo divagaba en mis pensamientos. Lo de anoche fue increíble. Luis era encantador, se portó de forma inmejorable en cada momento. Me había dado cuenta de lo mucho que me gustaba.
Pero, ¿qué éramos?, ¿adonde iba esto?

Además, vivíamos con la pequeña. No nos podíamos permitir el lujo de dar pasos en falso o podría llegar a desestabilizarla a ella.
También estaba el pequeño detalle de que si tomaban por costumbre seguir haciendo el amor por las noches, debían tener cuidado al despertar. Diana no podía verles de nuevo de la guisa de esa mañana.

- Dibus!.- gritó Diana sacándome de la ensoñación.

Luis se dio cuenta de mi ausencia y dijo:

- Voy a calmar a la fiera, ahora vengo bonita.- me besó la frente

Tras preparar el biberón y dejar a la peque viendo la tele, apareció en la habitación con sus calzoncillos y básica como pijama.

- ¿Qué te pasa? ¿Piensas en lo de anoche? ¿Te arrepientes?.- se preocupó
- ¿Qué somos Luis?.- conteste con una pregunta de esas que es casi imposible contestar
- ¿Tú que quieres ser?.- dijo intentando escabullirse
- Luis, basta de preguntas, busco respuestas.- rei
Suspiró.

- Pensé que lo sabrías Aitana, tú me gustas mucho. No meto en mi cama y dejo al cargo de mi hija a cualquiera, ¿sabes? No se... nuestro caso es extraño porque comenzamos a vivir juntos antes que conocernos. Por eso no tengo muy claros los tiempos. Solo se que es. Que estoy bien contigo, y que no quiero que nada cambie

Guau. Lo que me ha dicho.

- ¿Sabes? Anoche cuando hacíamos el amor me di cuenta de que tú también me gustabas mucho, que incluso te quería. No quiero perderte.- me sinceré
- ¿Has dicho hacer el amor?
- ¿Suena muy anticuado?.- dudo
- No es eso.- dice él.- mi ex siempre decía que yo no sabía hacer el amor. Solo sabía follar. Ayer me acordé de esa frase e intenté hacerlo lo mejor que pude
- Lo hiciste muy bien, Pedrito.
- ¿Tú qué sabes? Si fui el primero.- rió
Suspiré

- ¿Alguna duda más?.- acabó diciendo
- Sí. Tenemos que tener cuidado con la niña. No puede vernos así todas las mañanas o crecerá pensando que su padre y su chica son unos depravados.
- ¿Su chica?.- guiñó un ojo
- Ya sabes lo que quiero decir
- Aitana, es cierto que no podremos hacerlo por toda la casa como si nada, pero tampoco veo mal que nos vea desnudos. Quiero educar a mi hija con naturalidad, sin tabús. A mi no me importa que me vea, y en ti no verá nada que no tenga ella.
- Estoy deseando que llegue el momento de que le expliques cómo hacer bebés.- me puso mala cara
- Eso te tocará a ti. Yo le diré que los chicos no se tocan hasta después de los 40.- rió
- Ya estropeaste al papi moderno que me hablaba hace un rato.- dije.- es broma, eres un papá genial. Tus reinas están muy orgullosas.
- Vayamos al salón antes de que la reina pequeña nos destruya la casa.

Nos vestimos y entre los tres colocamos la casa. Decidimos salir a comer por ahi, quedando después con nuestros amigos para despedir la semana.
Cada vez era más difícil disimular.

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Todo está siendo maravilloso, pero pronto los dramas y tragedias comenzarán a hacerse presentes!

Démonos vida. - AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora