11. Pase lo que pase

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A la mañana siguiente nos levantamos temprano. Ayudó el hecho de no haber podido pegar ojo durante las horas anteriores.

Los vómitos y la sensación constante de mareo hacían que tuviera que salir corriendo de la cama cada pocos minutos, haciendo que Luis me siguiera cada una de las veces, a pesar de mis intentos por que descansara un poco.

Un señor vino a recogernos en un vehículo que tendría bastantes más años que yo, pero que al fin me acercaría a un lugar donde podrían darme los cuidados necesarios.

Luis no apartaba su mirada y sus manos de mí. En parte, era algo que me hacía sentir mejor.
Por mi parte, intentaba evitar los pensamientos negativos que me rondaban.

Casi una hora después, llegamos a la puerta de aquel centro médico que nos daría respuestas.
Pasé por varias salas, en las que me iban realizando distintas pruebas.
Nos pidieron unos minutos de espera en el despacho del médico que nos daría el veredicto final.

- Siento haber arruinado así nuestras vacaciones.- susurré a Luis con pena.
- No seas tonta, siempre que estemos juntos todo estará bien. Ahora debes ponerte buena.
- ¿Y si te he contagiado algo?.- me alarmé. No había caído en la posibilidad hasta ahora
- Estoy perfectamente, pequeña. No tienes que preocuparte por nada.
- Jo, Luis. Es verdad. Deberías haberte alejado hasta saber qué tengo.
- No lo habría hecho, ni lo voy a hacer sea lo que sea. Estamos juntos en esto.

En ese momento, la puerta se abrió. Entró un doctor por ella.
- Hola chicos, siento la espera. Sé que en esta situación los nervios están presentes continuamente.
- Doctor, ¿es contagioso? ¿Está él en peligro?.- no me pude contener a preguntar, mientras Luis ponía los ojos en blanco

El doctor rió

- No exactamente, aunque algo tendrá él que ver.
- ¿Qué quiere decir, señor?- preguntó él nervioso
- Mirad, siento que os asustaran de esa manera. No me cabe duda de que el vecino que te estudió solo quería ayudar, pero sin los conocimientos necesarios metió la pata. Aitana, no tienes malaria ni nada parecido. Es... diferente
- ¿Puede explicarlo, por favor?- le instamos casi a la vez Luis y yo
- Estás embarazada, vais a tener un bebé.
- ¿Qué?- susurré en un gemido casi inaudible.

No era posible. Este médico debía estar equivocado. Yo tomaba pastillas anticonceptivas. Tomaba... entonces caí en la cuenta de que no había vuelto a tomarme ni una sola desde la última vez que se me acabaron. De eso hacía un par de semanas.

Mierda. Menuda irresponsabilidad. Y toda mía. Luis no se había cuidado ni una sola vez confiando en mí.

Y ahora algo crecía en mí. No sabía cómo sentirme. Me llevé las manos inconscientemente a mi tripa mientras miré a Luis.

Él me miraba a mí. O más bien a la zona que ahora rodeaban mis manos. Estaba pálido, probablemente su mente estuviera tan en blanco como su cara.

Creí escuchar al médico irse, con la excusa de que lo habláramos mientras ultimaba los papeles necesarios para nuestra marcha.

- Aitana...- dijo en un pequeño soplo de voz.
- Luis...
- ¿Cómo ha podido pasar?
- Las pastillas. Las olvidé. Perdóname, sé que es una irresponsabilidad. Si no se cuidarme a mí como voy a hacer para cuidarle a él o ella...- mis palabras se comenzaron a enrevesar mientras lloraba.
- Eh, oye pequeña. Ni se te ocurra decir eso. Es cosa de los dos. No solo es tu responsabilidad poner los medios necesarios. Yo también debí estar pendiente.- dijo sincero
- ¿Qué... piensas?
En ese momento el personal del hospital nos trajo el resultado de las pruebas que afirmaban estar libre de cualquier enfermedad.

Nos dieron la noticia de que podríamos volver a España en ese mismo momento, en un vuelo directo a Madrid.
Debíamos salir ya si queríamos llegar a tiempo. Alguien de la agencia se encargaría de enviarnos el equipaje que dejamos en la cabaña.

Fue todo demasiado rápido y apenas pudimos seguir conversando hasta que llegamos al avión que nos llevaría de vuelta a casa.

No despegaríamos en Barcelona como estaba previsto, por lo que el coche de Luis y el reencuentro con mis padres debería esperar. Oh, mis padres. ¿Se lo tendría que contar?

De todas formas, nuestra vuelta estaba prevista para dentro de dos días, por lo que aún contábamos con ese margen.

Una vez nos sentamos en nuestros correspondientes asientos, nos miramos sabiendo que la conversación debía continuar.

- Me gustaría contestarte a la pregunta que me has hecho antes, Aiti.- comenzó Luis.- pero no lo sé, no sé que decirte.
- Entiendo lo que dices.- asentí
- He pasado de creer que algo malo te pasaba, a saber que hay algo mío dentro de ti.- sonrió.- y eso me hace sentir... increíble. Pero no sé, no es el momento que habríamos elegido.

Le di la razón.
- Siento exactamente lo mismo.- dije
- Sea como sea, creo que debería ser tu decisión.
- Nuestra, siempre.- aseguré
- Yo estaré a tu lado pase lo que pase. -me recordó.- Tú... ¿quieres tenerlo?

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Capítulo intenso donde los haya.
¿Qué creeis que pasará? ¿Qué os gustaría que decidiera?

¡Nos volvemos a leer mañana! Gracias por todo como siempre.

Démonos vida. - AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora