11. Declaraciones

3.7K 78 3
                                    

- Madre mía, algo así .- dije
Me miró realmente confundido.

- Aitana, odio que me mientas, y odio aun más cuando lo haces de forma tan descarada. Eres transparente y no pareces darte cuenta
- ¿Cuándo te miento? Eres un exagerado. Simplemente es difícil de explicar.
- Ya, claro. Pues ya es la segunda vez que lo haces hoy.
- ¿Cuándo fue la primera?
- ¿Por qué te llevaste a Diana a dormir contigo?

Oh, oh. Me sonrojé. Pareció darse cuenta. Se sonrojó.

- Aitana, fuiste a mi cuarto, ¿verdad?
- Sí.- total ya, para qué mentir
- Y me viste aun despierto
- Te vi ocupado, sí
- Lo siento muchísimo.- por primera vez lo vi rojo de vergüenza. Parecía que quería desaparecer.
- No es nada, Luis. Además no era del todo mentira cuando te dije que quiero a Diana conmigo, y quiero consentirla.

Luis había enmudecido. Parecía que intentaba buscar las palabras apropiadas. Pero nunca llegaba a encontrarlas. Comenzó a hablar.

- Aitana, te dije que había confianza entre nosotros y quiero contártelo. No sé qué me pasa desde que has llegado. Me has revolucionado todo. Cuando estás cerca todo se mueve a tu alrededor. Cuando no lo estás todo se mueve dentro de mí.

Permanecí escuchando en silencio. Siguió.

- No se si es por el hecho de que llevo bastante tiempo solo, si es que no estoy acostumbrado a vivir con una mujer, o es que realmente me encantas.

Pam.

- De esto último estoy bastante seguro. Tanto físicamente, porque ahora mismo iría y te comería la boca, como tu forma de ser. Adoro tu inocencia y la forma en que tratas a los demás. Por no hablar de cómo miras a mi pequeña, y por no hablar de cómo me estás mirando ahora a mí.

Ahí, cada uno sentado en un sofá. Mirándonos fijamente. No pude más.

Me levanté y me senté junto a él. Rápidamente su cuerpo se acomodó para darme espacio. Era precisamente lo que no quería.
Cogí su cuello con mis manos y me abalancé a besarle. Él me abrazaba dulcemente. Yo cada vez era menos dulce.

No entendía qué me pasaba, pero él también lo movía todo dentro de mí. Millones de sensaciones nuevas recorrían mi cuerpo las dos veces que nos habíamos besado. No podía permitirme parar.

Entonces él se dio cuenta. Me separó con cariño y me sonrió.
- Eres increíble, pero también muy impaciente.- dijo
- Luis, no quiero parar. Seguro que tú tampoco
- Te equivocas. No quiero seguir. No así. Poco a poco ¿vale?

Puse los ojos en blanco y reí
- Eso debería decirlo yo
- Contrólate y deja de provocarme, por favor.- se burló

Tras darnos una ducha, por separado, continuamos con nuestro lunes.
Si seguíamos así, haríamos rica a la empresa de compañía de agua. Nada más reconfortante.

Luis bajó a Diana al parque mientras yo organizaba algunas cosas para las clases de mañana y hacía la cena: verduras al horno.

Preparé la mesa y busqué algo en Netflix para ver. Cenamos mientras Luis agarraba a Diana. Esta sostenía el biberón entre sus manos.
Para comer, solía tomar lo mismo que nosotros. Sin embargo para la hora del desayuno y de la cena prefería su biberón de cereales.

- ¿Pretendes ponerme a dieta? ¿Es una indirecta?.- preguntó Luis mientras daba vueltas a sus verduras
- ¿No te gustan?.- pregunté preocupada
- Te prefiero a ti.- dijo mientras me mordía una mejilla.

Nos recostamos mientras veíamos Stranger Things entre besos. A medianoche decidimos que era hora de irse a la cama.
Tras la tarde de arrumacos, me asaltó la duda. ¿Le daba un beso de buenas noches?
Èl despejó esa duda

- Aitana... ¿quieres que durmamos juntos?

Asentí y le seguí a su habitación. ¿Habría cambiado de opinión sobre su idea de los tiempos?

Me tumbé en la cama, en el lado opuesto a la cuna de Diana, quedando él en medio, como me pidió.
Estaba temblando. Las sábanas olían a él. Increiblemente bien. Recordé entonces su imagen de anoche. Comencé a ponerme demasiado nerviosa.

Luis se tumbó a mi lado.

- Aitana, he dicho a dormir.- adivinó

Me dio un beso en la frente y más juntos que nunca, conciliamos el sueño.

Démonos vida. - AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora